Trump sugiere la posibilidad de tratar el coronavirus con una inyección de desinfectante o aplicando luz solar en el cuerpo humano.
El jueves, 24 de abril,
quedó claro que, de seguir Donald Trump emitiendo en directo sus
comparecencias, las televisiones deberían empezar a incluir una advertencia a
sus espectadores: “Escuchar al presidente de EE.UU. puede perjudicar seriamente
su salud” o “No prueben esto en casa”, como advirtieron decenas de médicos,
científicos y expertos en sanidad después de que Trump sugiriera inyectar luz o
“desinfectantes” en pacientes para “limpiar los pulmones” y matar el
coronavirus. La noche anterior, Trump había propuesto: “Lo que vemos es que el
desinfectante noquea [al virus] en un minuto –¡en un minuto!–, así que quizás
hay una manera de hacer algo así inyectándolo en el interior, como una limpieza
porque, como pueden ver, penetra en los pulmones y tiene un efecto enorme.
Habrá que usar médicos para hacerlo, pero a mí me parece interesante probarlo”.
“¿Has oído alguna vez que
se use luz y calor para curar?”, preguntó Trump a la doctora Deborah Birx, que
hasta entonces había escuchado sus explicaciones en silencio, con cara de
perplejidad y alarma. “No como tratamiento...”, repuso Birx, visiblemente
perpleja e incómoda, coordinadora de la respuesta de la Casa Blanca a la
crisis. “Sin duda, la fiebre es buena, ayuda al cuerpo a responder, pero...”,
añadió antes de que Trump la interrumpiera para recalcar que a su juicio, “es
una gran cosa” que hay que investigar. Y, por primera vez desde que empezó a
hacer comparecencias diarias sobre la crisis sanitaria, el presidente abandonó
la sala de prensa de la Casa Blanca sin aceptar preguntas de los periodistas.
De acuerdo con varios medios estadounidenses, Trump se estaría planteando dejar
de celebrarlas. Sus asesores intentan convencerle de que deje de hablar de
forma diaria y se limite a intervenir cuando tenga algo que comunicar o alguna
victoria que celebrar. Los altos índices de audiencia de sus primeras
comparecencias desaparecieron y sus índices de aprobación volvieron entre el
40% y el 45%, una caída que algunos de sus asesores relacionan precisamente con
sus ruedas de prensa diarias.
El fabricante de los
populares desinfectantes Dettol y Lysol se sintió obligado a publicar un
comunicado advirtiendo a los consumidores que “bajo ninguna circunstancia, sus
productos deben ser administrados al cuerpo humano” mientras la comunidad
científica estadounidense salió en bloque a reprender a Trump por su
irresponsabilidad.“Por favor, no tomen pastillas de detergente ni se inyecten
ningún desinfectante”, pidió el servicio de emergencias del estado de Washington.
Los servicios de toxicología del estado, gobernado por el republicano Larry
Hogan, recibieron más de cien consultas al respecto, explicó su portavoz. Desde
las filas demócratas, las reacciones oscilaron entre la indignación y el
sarcasmo. “Por favor no os envenenéis sólo porque Trump crea que puede ser una
buena idea”, tuiteó la exsecretaria de Estado, Hillary Clinton. “No puedo
creerme que tenga que decir esto, pero, por favor, no beban lejía”, escribió
por su parte el exvicepresidente Joe Biden, que en principio será el rival
demócrata de Trump en las elecciones de noviembre y se encuentra en cuarentena
en su casa de Delaware. “Nadie debería beber desinfectante, creo que está muy
claro. Deberíamos escuchar a los médicos y los científicos sobre este tema.”,
terció el congresista republicano de Will Hurd. Ante el silencio abrumador de
los conservadores, la presidente de la Cámara de Representantes, la demócrata
Nancy Pelosi acusó a la oposición de “rechazar la ciencia y el rechazar la
gobernanza”.
A pesar de que las
imágenes de su intervención dieron la vuelta al mundo, Trump volvió poco
después a intervenir para asegurar que sus comentarios eran “sarcásticos”, una
explicación que ha utilizado para defenderse de otras declaraciones polémicas
en el pasado, negando que sugiriera inyectarse desinfectante. “Lo que pedí es
que miren si la luz solar puede ayudar”, aseguró. Horas antes, su portavoz
había acusado a los medios de “sacar de contexto” sus declaraciones. Siete
meses más tarde, en noviembre se verá si su vieja aseveración de que “podría
disparar a alguien en la quinta avenida de Nueva York y no perdería votantes”
(2016) es válida en medio de la peor emergencia sanitaria y crisis económica
mundial en décadas.
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