Don Juan Carlos I, demacrado y con barba.
En un artículo titulado
“Una corona deslucida”, el prestigioso semanario británico ‘The Economist’,
considera que la familia real española está todavía bajo escrutinio tras haber
sido expulsada tres veces en el pasado. La publicación destaca en un subtítulo
que las informaciones sobre las “amantes” del Rey emérito Juan Carlos y sus
finanzas “avergüenzan” a la monarquía. El artículo relata las informaciones que
se han ido conociendo como la decisión del Rey Felipe VI de retirarle el
salario a su padre ante las revelaciones de que figuraba como beneficiario de
dos fundaciones relacionadas con don Juan Carlos y ubicadas en paraísos
fiscales, y la transferencia a la examante Corinna Larsen de 65 millones en
2012.
La revista destaca que el
Rey emérito fue durante un largo tiempo respetado por “salvaguardar” el proceso
de transición en España de la dictadura a la democracia y que jugó un “papel
crucial” en “aplastar” el golpe de Estado de 1981. Mientras, Felipe VI creció
viendo a su padre “coleccionar amantes como si fueran regalos de estado”. Una tradición
que, según otro artículo de El Mundo, viene en los genes. El semanario
británico considera que don Juan Carlos “cayó en desgracia” en 2012, cuando se
rompió la cadera durante una caza de elefantes junto a Corinna Larsen,
revelando así su relación, mientras que su hijo Felipe “ha estado a la altura”
de su promesa de “una monarquía renovada para una nueva era”. A pesar del
secretismo de sus actos, y que quieran blanquearlo como con su padre.
El actual Rey, Felipe VI,
encara las acusaciones hacia su padre, pese a que “puede ser juzgado solo por
el Tribunal Supremo” y las limitaciones por su condición “pueden salvarlo”,
mientras el ala izquierda del Gobierno de coalición “ha empujado públicamente a
Felipe a castigar más a su padre, quizá desalojándolo del Palacio de la
Zarzuela”. Pero, hasta el momento, no ha sido desplazado del Palacio y todo
sigue el en aire.
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