“Érase una vez un rey –cuenta
Pilar Rego en Nuevatribuna.es– que reinaba en un país que empezó a vislumbrar
colores después de largas décadas de blanco y negro. Un país que dejó en manos
de la monarquía parlamentaria su forma de gobierno: un sistema representativo
con un rey que ejerce de jefe de estado y que asume el control de los poderes
ejecutivo y legislativo; en definitiva, un rey que reina, pero no gobierna,
aunque ‘puede hacer otras muchas cosas y algunas no del todo adecuadas’. Un
monarca amigo de los jeques del golfo, que fue designado por un dictador y que
en los primeros tiempos de su reinado aglutinó loas y alabanzas de propios y
ajenos. ‘El jefe del Estado ha sido una pieza decisiva en el difícil equilibrio
político establecido en este país y lo sigue siendo. Él ha desempeñado el papel
de bisagra’, Santiago Carrillo dixit… Cantaban los payasos de
la tele aquello de ‘había una vez un circo que alegraba el corazón’ pero el
circo actual, en su acepción coloquial de confusión, desorden o caos, que rodea
la figura de Juan Carlos de Borbón, nuestro ‘campechano’ rey emérito, no alegra
precisamente el corazón. Durante décadas el pacto de silencio tejido y aceptado
por la prensa en torno a sus idas y venidas, amistades más o menos convenientes
y andanzas sentimentales, le permitió hacer y deshacer a su antojo y forjarse
una imagen de monarca cercano, simpático, ajeno a los placeres sibaritas, un
hombre sencillo que disfrutaba con el plato de huevos estrellados que se comía
en el restaurante plebeyo por todos conocido. Sin embargo, hay voces que
desmienten esta cercanía y jovialidad. ‘El rey Juan Carlos –escribe Amadeo Martínez Inglés en su libro
‘Juan Carlos Iº, el último Borbón”–, a pesar del estereotipo que de él han
fabricado durante tantos años los medios de comunicación nacionales, no es para
nada un hombre campechano, simpático, jovial, educado y muy accesible para el
común de sus súbditos”.
Montaje del Rey con Corinna.
“La muerte de un
desafortunado elefante –continúa Pilar Rego– marcó el inicio del declive de un
monarca que ‘vivía a cuerpo de rey’. El Borbón se había ganado el beneplácito
de los que, aún sin considerarse monárquicos, se definían como “juancarlistas”,
pero desde la publicación de la fatídica foto en que la que posaba orgulloso,
rememorando el estilo Gable en Mogambo, al frente de la pieza abatida en el
delta del Okavango el 11 de abril de 2012, año en que los mayas predijeron uno
de los tantos finales del mundo, algo cambió. En aquel viaje a Botsuana, Juan
Carlos, acompañado de su inestimable amiga Corinna Larsen y de su hijo, sufrió
una de sus múltiples caídas. Unos días después, de regreso en España, tuvo que
ser intervenido quirúrgicamente, para la implantación de una prótesis de
cadera; percance del que los españoles tuvimos noticia una vez realizada la
intervención. ‘Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir’, dijo
al más puro estilo de la doctrina católica, haz lo que quieras, pide perdón y
todo olvidado. Lo cierto es que aquel suceso fue el inicio del sendero que le
llevó a la abdicación. Con el ‘caso Nóos’ en plena efervescencia, la Reina Sofía
acudió a visitarlo al Hospital USP San José acompañada por Iñaqui Urdangarín
(exduque de Palma posteriormente condenado en febrero de 2017, por
prevaricación, malversación, fraude, tráfico de influencia y dos delitos
fiscales). Apenas unos meses después, en abril de 2013, una encuesta del CIS
desvelaba que la valoración de los españoles sobre la institución monárquica
había bajado del 7,48 sobre 10 al 3,68. Valoración realizada antes de
publicarse que el campechano y cercano Juan Carlos I, retiró en efectivo de una
cuenta secreta cantidades ingentes de dinero y que tan sólo en el año 2010 sacó
1,5 millones de euros de la fortuna secreta que mantenía en Suiza, mientras los
españolitos de a pie nos apretábamos el cinturón hasta hacer desaparecer la
cintura”.
Juan Carlos I, hoy.
“Ni la abdicación, ni el
abandono de la vida pública y de sus atribuciones representativas o la renuncia
a la herencia por parte de Felipe VI, así como la no asignación al rey emérito
del presupuesto consignado a la Casa Real, son medidas suficientes para hacer
frente a la sombra de la investigación abierta en Suiza. Pero no hay motivo de
preocupación, porque tal y como dijo el entonces rey reinante en uno de sus
mensajes navideños: ‘afortunadamente vivimos en un Estado de Derecho y
cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la
ley. La Justicia es igual para todos’.
Que se cumplan sus deseos ¿majestad?: ‘Para todos’. Y Felipe VI sigue
con su gira por las comunidades autónomas, intentando ‘intentar mejorar su
imagen de la Corona’”.
Protesta
republicana en Pamplona “contra la monarquía y su corrupción y en defensa de un
referéndum”.
Por otra parte, Gabriela
Junquera publicaba el miércoles en Público la visita del rey Felipe VI y la
reina Letizia en una visita institucional a Navarra, en la que hizo parada en
la localidad de Cizur Menor. Allí les esperaba una concentración de los
sindicatos ELA y LAB para mostrar su rechazo a la visita. Las fuerzas de
seguridad no permitieron que los manifestantes pudieran acercarse a menos de
medio kilómetro de donde se encontraban los monarcas y un grupo de periodistas
acreditados.
El periodista Urabaien denuncia que la Guardia Civil silenció su trabajo
durante una concentración contra la visita de los reyes a Navarra.
“Mikel Urabaien, uno de los periodistas del Diario
de Noticias de Navarra que se encontraba allí, fue testigo de cómo la Guardia
Civil comenzó a rechazar a los manifestantes que intentaban acercarse, por lo
que decidió sacar su teléfono móvil y grabar la escena. Según el relato del
periodista, un agente intentó quitarle el teléfono de las manos y detuvo la
grabación, mientras otros cuatro le agarraban por las muñecas “con una fuerza
desproporcionada”. “Cuando me estaba acercando –asegura
Urabaien a Público–, le dije a uno de los policías que era trabajador de prensa
para evitar problemas y me permitiera seguir grabando, pero se giró hacia mí en
modo amenazante mientras yo seguía repitiendo mi profesión”. Pese a que el
reportero asegura no se resistió, los agentes amenazaron con denunciarle por
“agresión a la autoridad”. “Me gritaron que les diera la documentación cuanto
antes o sería peor para mí, a pesar de que no podía hacerlo porque me tenían
sujeto de ambos brazos. En ningún
momento pusieron en duda que fuese periodista, se limitaron a decirme que me
iba a caer una gorda, que me iban a denunciar”, señala el periodista, quien
asegura que estos hechos no sólo son un atentado contra la libertad de
expresión e información, sino que, además, suponen un obstáculo más para el
periodismo local y de a pie, que informa más allá de las notas de prensa
institucionales. “En frío, pensé: puedes cuestionar si podría haber sido más o
menos prudente, pero en una relación de poder donde yo soy el periodista y él
un policía, partimos de la base de que mi comportamiento era legal”.
Posteriormente, las redes sociales se llenaron de mensajes de apoyo para
Urabaien, en defensa del periodismo libre y el derecho de la información.
El Rey, en Sanxenxo el año pasado.
Paloma Barrientos publicó
el pasado miércoles en Vanitatis (El Confidencial), el artículo “Los amigos del
rey Juan Carlos reúnen dinero para 'salvarlo': ¿de quiénes hablamos?”.
Barrientos recordó que el rey Juan Carlos no se trasladó a ningún sitio desde
que se decretó el estado de alarma en marzo. La Zarzuela sigue siendo su
domicilio y donde recibe de vez en cuando a su hija la infanta Elena y a las
amistades más íntimas. Y no ha viajado a Sanxenxo desde septiembre pasado, el
único lugar al que posiblemente se desplace este verano. “El grupo gallego, con
Pedro Campos, armador del Bribón, a la cabeza –recuerda Barrientos–, forma
parte de ese círculo de incondicionales que nada tiene que ver con las antiguas
‘amistades peligrosas’, como definía Sabino Fernández Campo a la corte de
Mallorca. Muchos de ellos están muertos y en su día tuvieron conflictos con la
justicia. Los que aún viven de aquella época prefieren ser invisibles. Uno de
estos incondicionales de profesión liberal prefiere no identificarse y explica
a Vanitatis: ‘Cualquier opinión que demos se va a manipular. Se encuentra
tranquilo y torpón a la hora de moverse. No me extraña que haya un grupo de
empresarios que quieran contribuir a su futuro. Me parece justo que lo hagan.
No se le puede dejar como si fuera un perro sin dueño’. Esta afirmación tiene
que ver con la información publicada El pasado martes por el diario 'El Mundo'
que asegura que varios empresarios habrían formado una asociación para que cada
uno de ellos aportara 200.000 euros y así colaborar en el mantenimiento de la
nueva vida de don Juan Carlos si su hijo, el rey Felipe, decide finalmente que
debe abandonar Zarzuela. La cantidad total sería de dos millones de euros, que
servirían para el alquiler de una vivienda en Madrid y contratación de personal
que le atendería. Esta decisión la habrían tomado una vez que el anterior jefe
del Estado dejó de recibir la asignación que le correspondía de los
presupuestos…El presidente del Club Náutico de Sanxenxo es el anfitrión del
monarca cuando acude a tierras gallegas. Se aloja en su casa, que nada tiene
que ver con los grandes pazos de la zona y sí con un chalé familiar, donde vive
el empresario con los suyos. Aseguran a Vanitatis que ni él ni el resto del
entorno de 'los gallegos' (como se les conoce), entre los que se encuentran
Juan Carlos Escotet, Mauricio Sánchez-Bella, José Luis Angoso, Tara Getty,
Peter Dubens, Francisco Botas y Josep Cusí, el amigo leal y fiel desde hace
medio siglo, participan en la asociación benefactora. Al menos por el momento”.
El rey Juan Carlos.
(Limited Pictures)
Hay, según cuenta P.
Barrientos, otro listado de nombres que forman parte del entramado empresarial
español y que ya se barajan como posibles contribuyentes una vez que don Juan
Carlos tenga que salir por decisión propia o ajena del palacio de la Zarzuela. “Son
amigos que han compartido los años gloriosos del anterior jefe del Estado y que
ahora están dispuestos a echar una mano. Nombres como Alicia Koplowitz, los
primos Alberto Cortina y Alberto Alcocer, el expresidente del Real Madrid y
armador Vicente Boluda, Pedro Trapote, Miguel Arias o Manuel Piñera, presidente
del grupo Scholtz, son algunos de los incondicionales que podrían estar en ese
listado, siempre según fuentes cercanas al emérito. Todos ellos mantienen una
excelente relación personal. El año pasado, Alicia Koplowitz junto con el
añorado Javier Solana, su mujer, Concha Giménez, Plácido Arango y Cristina
Iglesias compartieron una cena informal en un restaurante de Torrelodones,
localidad cercana a Madrid. Cuenta una persona que conoce bien a las hermanas
que ambas estarían dispuestas a contribuir al mantenimiento del monarca, si
hiciera falta… Resulta imposible confirmar al 100% los nombres de estos
empresarios que están dispuestos a ayudar al Rey, porque prefieren, al menos de
momento, hacerlo desde la privacidad. Y, si hiciera falta un inversor amigo de
fuera de España, los Fanjul estarían dispuestos a ofrecer sus mansiones en
República Dominicana. Esta familia de origen cubano es propietaria de Casa de
Campo, uno de los lugares donde hay mayor número de millonarios por metro
cuadrado. Hace seis años, los hermanos Fanjul homenajearon al amigo real al
bautizar una de las avenidas más importantes de la lujosa urbanización con el
nombre Rey Juan Carlos I. Ese día, con la presencia del monarca, el empresario
le dedicó unas palabras que acabaron con un reconocimiento de fidelidad: Tengo
el privilegio de ser su amigo desde hace más de cuarenta años y mi familia y yo
estaremos siempre a su lado” Como aseguran a Vanitatis, el Rey emérito no está
solo: Hay amigos que estamos con él en estos tiempos de tormenta. Hay que
separar su papel como Rey de todos los españoles y los actos negativos que ha
podido cometer”.
“El emérito riéndose de todos”: las carcajadas de Juan Carlos I cuando
se le preguntaba si paga impuestos.
Tremending muestra cómo el
anterior rey Juan Carlos I y ahora rey emérito Juan Carlos I fuera entrevistado
por una periodista anglosajona en y le interpelaba sobre el pago de impuestos y
los privilegios de ser rey. La respuesta es sorprendente, a la vista de los
acontecimientos vividos en los últimos años. A la pregunta de si paga
impuestos, Juan Carlos I responde: “¡Y cómo!”, no sin terminar entre risas con
la entrevistadora. Investigado por presuntas comisiones en el AVE a La Meca y
apuntado por haber regalado, según varios medios europeos, al menos 60 millones
de euros a su examante Corinna, este tipo de frases han sentado mal en redes
sociales. “¡¿No me dirá que, como cada español, usted intenta no pagar
impuestos!?”¡, repregunta con algo de inquina la periodista. Y el monarca responde:
“Yo no diría eso, pero probablemente...”, rompiéndose de la risa.
Juan Antonio Molina
recoge en “Monarquía, annus horribilis”, publicado en Nuevatribuna.es, que este
año de 2020 tiene muchas posibilidades de pasar a la historia como annus
horribilis. “El grand remonstrance contra el campechano rey emérito con su
patriotismo castizo de dinero, sexo y arregostos de bon vivant, más propio de
paleto nuevo rico, que de un jefe de Estado europeo, representa una sustantiva
fragilidad para el régimen monárquico. Hombre el emérito de una absoluta
simpleza intelectual, poco amante de la cultura y las expresiones artísticas, y
de ambiciones y gustos elementales y, por consiguiente, con una comprensión del
poder primitiva y nada compleja, con manifestaciones que van desde pegarle a su
conductor por no detener el coche donde el emérito quería hasta concebir que
L'État, c'est moi, con el epifenómeno mental de que al ser él, no el jefe del Estado,
sino el Estado mismo, todo le está permitido y nada le es imposible. La crisis
del régimen del 78 sufre una notable aceleración histórica con la falta de
ejemplaridad del nada menos que mito fundante de la democracia posfranquista;
atrás quedó el relato panegírico, sostenido por el aparato altoparlante del
establishment, donde aparecía el emérito como el deus ex machina democrático,
constructor de la modélica transición y freno del golpe de Estado del 23-F,
aunque ahora resulte que la transición del franquismo al posfranquismo por
imperativo biológico no fue tan modélica y las vísceras conspirativas del golpe
no eran desconocidas para Juan Carlos I”…
Exposición de ataúdes.
Y mientras la monarquía
sigue debatiéndose por mantener a toda costa su buen nombre, pasamos a otros
temas que no han dejado de revivir, como el negocio y los abusos sobre la
muerte. Así nos lo cuenta Esmeralda R.
Vaquero en el reportaje “El negocio de la muerte sigue muy vivo”, publicado el
pasado 23 de julio en CTXT. “Un día de finales de marzo, Alejandra C. (nombre
ficticio) fue avisada telefónicamente por su familia. Su abuela, ingresada en
una residencia de mayores, tenía síntomas de coronavirus, pero no podían
trasladarla al hospital. Nadie le explica por qué. Al día siguiente, fallecía. Parcesa,
la funeraria con la que la residencia trabajó, extendió a la familia una
factura de más de 4.400 euros. El precio, además del ataúd y la incineración,
incluía un concepto de ‘interior féretro especial’, de más de 325 euros.
También figuraba un ‘equipo de desinfección’, por un importe de 450, que
posteriormente sería íntegramente devuelto por el Estado. Y ni siquiera tuvo
tanatorio. La crisis del coronavirus puso sobre la mesa múltiples cuestiones,
entre ellas, los abusos perpetrados en el sector de la muerte. Estos, según
indican personas afectadas, no son nuevos, pero el aumento de las cifras de fallecimientos
los ha evidenciado”. Rosa Canela, integrante de Afectados Mémora, un colectivo
que intenta sacar a la luz las irregularidades que han vivido con la mayor
empresa del sector, cuenta con todo detalle: “Hemos normalizado precios muy
altos por unos servicios en los que hay sobrecoste; entre lo que pagamos y el
precio real de estos servicios hay un abismo”. A finales de febrero, este grupo
empezó a dar a conocer sus denuncias y demandas en redes sociales. En marzo
comenzó la odisea covid y, desde entonces, han recibido múltiples consultas y
peticiones de asesoramiento: facturas desorbitadas, ataúdes envasados “al
vacío”, conceptos ininteligibles, etcétera. “Se han reducido los servicios, no
ha habido ceremonias, ni velatorios, y se han cobrado precios similares”,
señala Canela. En el oligopolio de las funerarias, seis empresas se reparten
400 millones de ingresos anuales. Mémora, la más importante, gestiona 130
tanatorios, 28 crematorios y 23 cementerios. Hoy se contabilizan más de 20
millones de pólizas de decesos.
Varios operarios apilando féretros el
pasado mes de abril, para trasladarlos del almacén de los Servicios Funerarios
de Madrid en el Tanatorio M-30 durante la pandemia de coronavirus en Madrid.
Esmeralda R. Vaquero
cuenta cómo, a finales de marzo, aparecieron en varias televisiones testimonios
de personas que aseguraban que las funerarias estaban obligando a usar unos
“féretros especiales” debido al coronavirus, lo que aumentaba la factura. El 30
de marzo, el Ministerio de Consumo prohibía que los precios se incrementaran
por esta enfermedad. Para Rosa Canela, la situación no es nueva. Ella también
pasó por un trance difícil tras la muerte de su padre. “En el hospital nos
dirigieron hacia Mémora; decidimos velarlo y hacer todo en casa y nos
presionaron diciendo que teníamos que ir al tanatorio”. La familia terminó
abonando más de 6.000 euros. Según les indicaron, al no acogerse al combinado
“féretro-sala tanatorio” el precio subía. “Es desorbitado. Equivale a casi un
año de pensión de nuestro padre”, apunta. Con un ingreso total de unos 400
millones de euros anuales, Parcesa, Funespaña, Albia, Servisa, Grupo ASV y
Mémora son las principales funerarias del Estado. Esta última, propiedad de
Ontario Teacher 's Pension Plan, es la más importante. En España gestiona 130
tanatorios, 28 crematorios y 23 cementerios. Las funerarias están bajo el foco
de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que el pasado
mes de abril anunciaba que investigaría a este sector, junto a bancos y
fabricantes de geles hidroalcohólicos, por posibles abusos relacionados con la
crisis del coronavirus tras las denuncias recibidas en un buzón específico
habilitado al efecto. Al otro lado de la balanza se sitúan las pequeñas
funerarias, los negocios familiares que van pasando de una generación a otra y
que se ven perjudicados por este oligopolio. Aurelio Sánchez conoce bien este
mercado. Trabaja desde hace años en una pequeña funeraria de Manresa y preside
la Asociación Esfune, organización que busca “favorecer la liberalización real
de los servicios funerarios, el apoyo y asesoramiento a los usuarios y la
dignificación de la profesión funeraria”. Hasta él también han llegado
múltiples informaciones de personas afectadas por los abusos de las grandes
empresas del sector. “Un féretro de calidad media o media-alta nos viene
costando unos 180 euros; aquí, en Cataluña, ese producto se vende después por
2.000 €”, explica. Para Canela, el propio concepto del ataúd en los casos de
incineración le parece un sinsentido. “Es absurdo que te hagan pagar esa
cantidad cuando esa caja se va a quemar”, apunta. “Aquí cabrían otro tipo de
iniciativas, pero este negocio mueve demasiado dinero como para que se pongan
en marcha”.
Las sombras del negocio de la muerte.
Aurelio Sánchez asegura
que la combinación de funerarias y aseguradoras de decesos es un cóctel
perfectamente elaborado. “Los seguros de muertos, para hacerse cargo del
funeral y el enterramiento, se generalizaron después de la Guerra Civil y hoy
se contabilizan más de 20 millones de pólizas. La mayoría de las aseguradoras
intentan que los familiares de los fallecidos encarguen todos los detalles a la
funeraria con la que trabajan. Sin embargo, no existe ninguna obligación legal”.
Además, denuncia Rosa Canela, nunca devuelven la amortización excedente. “Hay
mucha gente que lleva pagando el seguro 50 ó 60 años, se abona mucho más de lo
que va a suponer ese gasto, pero nunca te devuelven nada”. Santalucía y Ocaso
acaparan la mitad del mercado de este tipo de seguros. Es habitual ver en las
puertas de los hospitales a comerciales en busca de familias a las que ofrecer
los servicios de su empresa. Incluso, se han llegado a conocer casos en los que
personal de hospitales incitan a elegir una funeraria en concreto, en lugar de
ofrecer el listado con la oferta de funerarias disponibles. En noviembre de
2016, la madre de Manuel Monterde falleció en el Hospital Sociosanitari Mutuam
Güell, en Barcelona. Una sanitaria del centro, según contó Monterde en una
carta del lector en El Periódico, le indicó que tenía que llamar lo antes
posible al tanatorio de la funeraria Sancho de Ávila, en la capital catalana.
Él le contestó que tenían un nicho en Santa Coloma de Gramenet, donde estaban
empadronados y donde harían el velatorio, pero ella insistió en que la
normativa marcaba que, al morir en Barcelona, el cadáver debía ser recogido
por esa empresa. “En ese momento de trasiego y pena y ante la rotundidad de sus
palabras, fui incapaz de reaccionar y cuestionar lo que me decía (...). Actué
de buena fe y fui a Sancho de Ávila. Mi madre estaba muerta... tenía que hacer
todo lo que me decían por ella: ataúd, amortajamiento, traslado... Firmé las
hojas que me pusieron delante. Tres horas después supe que podía haber elegido
la funeraria que yo hubiera querido, pero en ese momento no sabía nada, estaba
en shock”, recordaba en el diario. Tener que elegir este servicio y no otro
supuso un sobrecoste de 5.000 euros. Monterde denunció ante la Autoritat de la
Competència de la Generalitat. Hace un par de años la Administración le dio la
razón e instó al Ayuntamiento de Barcelona a investigar el caso y a sancionar a
las empresas funerarias por monopolizar el mercado.
Un negocio en alza.
Desde 1997 el sector
funerario está liberalizado por normativa europea. Así, la constitución de
estas empresas no está sujeta a un determinado número de licencias por parte de
los ayuntamientos, sino que pueden ofrecer sus servicios todas aquellas
compañías que quieran optar a ello siempre y cuando cumplan determinados
requisitos. Además, está garantizada la libre elección del servicio funerario,
independientemente de tener contratado un seguro de decesos. “Debería ser un
servicio público, gestionado por empresas públicas y sin comisiones. O al menos
que fueran empresas con un control, que la administración limite precios, que
haya una intervención real”, indica Canela. Entre los proyectos del equipo de
gobierno de Ada Colau para su primera legislatura estaba incluido la creación
de una funeraria pública para abaratar los entierros. En febrero de 2019, la
oposición echó por tierra la propuesta de Barcelona en Comú. PDeCAT,
Ciudadanos, PSC y PP votaron en contra. ERC se abstuvo. El consistorio de
Manuela Carmena sí consiguió llevar a cabo una de sus promesas electorales: en
2016 remunicipalizó la Funeraria de Madrid, que había sido semiprivatizada en
1993 por el alcalde popular José María Álvarez del Manzano. perteneciente a
Mapfre, pagó 100 pesetas (0,6 euros) por el 49% de las acciones.
Tanatorio de la M-30.
Para abaratar los costes
de los entierros, uno de los primeros pasos podría ser revisar el IVA del
sector. España es uno de los países de la Unión Europa con el IVA funerario más
caro. Además de por el elevado IVA, el alto coste se debe, según Sánchez, a que
se otorgan contraprestaciones económicas y se pactan contratos de exclusividad
y acuerdos entre funerarias, residencias de mayores y hospitales. “El coste de
un servicio sencillo, pero con todo lo necesario debería rondar unos 2.500
euros. Y puede ser aún más económico”. Pero ¿qué ocurre si una familia no tiene
presupuesto? Las funerarias ofrecen financiar el gasto, si se presenta la
documentación necesaria. Financiación, eso sí, con intereses. Además, resulta
llamativo que haya empresas públicas, como la Empresa Municipal de Servicios
Funerarios de Madrid, que también lo ofrezca. Si el préstamo tampoco es viable,
existen otras opciones. El ayuntamiento de la ciudad en cuestión se puede hacer
cargo del sepelio, certificando la falta de ingresos; también es posible elegir
una ciudad con costes mortuorios más económicos, donar el cuerpo a la ciencia u
optar por la cremación. A finales de mayo la empresa valenciana Alfilpack dio a
conocer sus ataúdes de cartón homologados para dar respuestas a las necesidades
originadas por la crisis sanitaria. “El fallecimiento de un familiar es el peor
momento para engañar de la manera que sea; estás desprotegida, herida, y
confías en las personas que tienes alrededor”, denuncia Canela. “La comunidad
siempre ha ayudado a acompañar en la muerte, y es algo muy alejado a lo que se
está haciendo ahora. Antes, con las funerarias más de barrio era otra cosa;
ahora es capitalismo salvaje”.
Fotomontajes, imágenes y
fotos sorprendentes:
El artista Víctor Balanguer concluyó en Sóller (Mallorca) el montaje de 226 paraguas de distintos colores, obra que sirve para dar sombra al centro de la plaza. Numerosos turistas, entre los que no se hallaba ningún inglés, fotografiaron el resultado de la instalación que emula un árbol con paraguas de color verde, amarillo, naranja y marrón. El ayuntamiento estudia exportar esta curiosa iniciativa, que tanto sirve para los días de sol como de lluvia, a otras zonas de influencia turística de Sóller y el Port.
Fotos de la publicación de Edmundo Dantés.
Francisco García Aguileta y la hija del rey.
“No,
no podemos permitir que se vaya, es necesario que pase por los tribunales y sea
juzgado por fraude y corrupción. Luego, que declare todo el patrimonio y page
los impuestos desde 1973. Una vez resueltas esas cosas, se puede marchar pero
sin ninguna asignación de dinero público”. (Antonio Casero).
Felipe VI, un monarca que siempre apuesta por la innovación y modernización de España. Aquí lo vemos renovando su permanente compromiso con la Investigación, la Ciencia y la Tecnología. — en Madrid.
Leti, por favor.
España y los ingleses.
Con
la derecha. 'No es mi culpa tener la sangre Roja y el corazón a la Izquierda’.
Wilsterman Zamora.
El poder judicial.
La foto del año...No sobreviviremos solo del turismo. Para eso tenemos la corrupción y la especulación urbanística. Miguel A. Diaz Ibáñez
Tus ojazos, sobre todo.
Grandes navíos de vela.
El
humor en la prensa de esta semana: Forges, El Roto, Peridis, Eneko, Manel F. Pat,
J. R. Mora, Dávila, Atxe, Vergara…
Afrontar el rebote.
Centauros modernos.
Nuestras costumbres.
Esos son mis principios.
La cartilla de Ayuso.
La moción de censura de Vox
Reparto de huevos.
¿Qué es el rey emérito para tí?
Pep
Roig, desde Mallorca, dibujó: Lavacunamadre, Lógica, Un desplome histórico, Yo mando, Menudo panorama…
Cuando el rey emérito Juan Carlos I exigía ejemplaridad a las personas con responsabilidad pública. Era el 24 de diciembre de 2011 y las palabras de Juan Carlos I en su mensaje de Nochebuena fueron pronunciadas, ya con la sombra del caso Urdangarin acechando. 11 de julio del 2013 El rey Juan Carlos en apuros (XIV): El rey de España no es ni campechano ni diplomático 16 de junio del 2014 La relación del Rey Juan Carlos con su hijo Felipe Periodista identificado y amenazado por la GC durante la visita de los reyes a Nafarroa. Los guardias civiles le retuvieron, le quitaron el móvil, no le permitieron guardar el vídeo, y le amenazaron con denunciarle por un delito grave de atentado contra la autoridad cuando cubría las protestas por la visita de los reyes españoles a Nafarroa el pasado lunes. La cultura, otra víctima del coronavirus
Que gran artículo muchas gracias!
ResponderEliminarLa verdad es que es increible la cantidad de contratos de seguros de decesos.
saludos!