El 23 de febrero de 1981 provocó un gran revuelo político-social cuando el teniente coronel Antonio Tejero irrumpía en el Congreso de los Diputados al grito pelado de “¡Quieto todo el mundo!”. Esa misma noche Eugenio, el humorista catalán más en boga en aquellos momentos, tenía que actuar en la sala de fiestas Florida Park, situada en el parque del Retiro, a un kilómetro de distancia del Congreso. Y unos 800 espectadores se quedaron sin escuchar ninguno de sus chistes. Porque, mientras daba comienzo el golpe frustrado en las Cortes, el “genuino humor del genial Eugenio” cancelaba su actuación.
Marcos Martín Reboredo,
nos lo recuerda en AlaContra.es. “Me acuerdo perfectamente de ese día.
Estábamos en casa, era lunes y mi padre tenía que coger un avión para irse a
Madrid porque tenía una actuación esa noche”, cuenta Gerard Jofra, road
manager, hijo y viva imagen y voz de Eugenio Jofra Bafalluy (1941-2001).
Entonces, Gerard tenía 12 años, pero con solo dos más ya “estaba en los
camerinos con los grandes”. “Yo solo veía a mi padre o lo acompañaba, pero la
gente lo admiraba. El 23-F no supo qué hacer hasta el último momento, estaba
preocupado por lo que podría encontrarse en Madrid”. A Eugenio le tocaba actuar
en el último turno, hasta las 3:30 horas de la madrugada, tras las
interpretaciones del Ballet de Arte Español, la orquesta y otras atracciones.
Indeciso, finalmente, suspendió el viaje. “Él estaba pendiente del televisor y
de las llamadas. Al final, se quedó en Barcelona”, relata el autor del libro “Eugenio”
(Planeta de Libros), que ya trabaja en el guion de una película sobre la vida
de su padre. Además, continúa su legado con el espectáculo ReEugenio.
Luego, en una etapa
convulsa para España, sus bromas fueron importantes, marcando a generaciones y
sus más de 50.000 chistes no han pasado de moda. “El humor tiene que salir de
momentos trágicos”, solía contestar en las entrevistas; pero jamás hizo una gracia
sobre el 23-F, ni de política, en general. “Era otro tipo de humor. Tampoco
entendía y de lo que no entiendes, mejor no hablar”, comenta su hijo. “Y, a
pesar de que Augusto Pinochet era su fan incondicional, Eugenio nunca se
posicionó y no ofendió a nadie, lo que probablemente haya sido una de las
claves de su éxito. Por cierto, pese a su fama de mujeriego, de sexo tampoco
habló demasiado en sus chistes”.
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