El logotipo de Caixabank frente a su sede en Madrid.
Mientras el Banc de E. plantea abaratar el despido e implanta la mochila austríaca, ha pagado durante ocho años a sus exdirectivos finiquitos que triplican los asignados a esa categoría.
Primero fue la crisis de
2008; después, el rescate bancario; ahora, la pandemia, los despidos y la
subida de sueldos de altos directivos. La economía ha sufrido varios golpes en
los últimos años. La precariedad y el desempleo aumentaron mientras se llevaron
a cabo políticas de recortes en derechos sociales. Y ahora que los bancos parecen
comenzar a tener beneficios, sus directivos no dudan en aumentar sus sueldos.
¿En qué momento? En el mismo en el que planean el despido de miles de
trabajadores. Así lo critica en Twitter el periodista José Ramón Patterson ante
las subidas de sueldo millonarias de la cúpula de Caixabank: “Es
inmoral, indecente y obsceno que altos directivos de bancos en los que el
Estado metió ingentes cantidades de dinero, disfruten ahora de los beneficios,
subiendo los sueldos mientras plantean el despido de cientos de empleados. La
usura no tiene límites. Ni vergüenza”.
Fernando Luengo escribe sobre
la desvengonzada actuación de José Ignacio Goirigolzarri, presidente de
CaixaBank (La Caixa y Bankia) quien recibirá en concepto de retribución fija
1,65 millones de euros, más que triplicando la que obtenía como presidente de
Bankia, 500 mil euros (que, por lo visto, consideraba una minucia y un insulto).
Y critica “la aprobación de esta subida y la justificación dada por el propio
Goirigolzarri, apelando a que esa retribución estaba en línea con lo percibido
por los primeros ejecutivos en el sector es una desvergüenza. ¡Menuda caradura,
como si constatar esa situación justificara el escándalo de semejante aumento
en sus ingresos! Y lo dice tan serio, sin pestañear, con el aplomo de los que
viven en las burbujas de los privilegiados, de los que no tienen que rendir
cuentas a la sociedad. Es verdad, si uno repara en lo que se embolsan las
elites empresariales, encontramos esas cantidades o superiores; es ‘normal’ que
sus retribuciones superen en varios cientos de veces el sueldo de un trabajador
medio de sus empresas. ¿Qué le importa a este personaje que CaixaBank haya
anunciado un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que afectará a 7800 asalariad@s?
Un ERE al que posiblemente le seguirán otros. ¿Qué relevancia tiene para este y
otros ejecutivos, verdaderos depredadores de lo público y del trabajo ajeno,
que los salarios de la mayor parte de los trabajadores, de los que tienen la
suerte de estar empleados, hayan retrocedido en estos meses de pandemia? ¿Acaso
tiene alguna importancia que la pobreza esté disparada en nuestro país?”
“Por supuesto –añade Luengo–, el Estado, representado por el
FROB, no podía dar el visto bueno a esta ‘modesta subida de sueldo’ de
Goirigolzarri. Pero hay que ir más lejos, mucho más lejos de los meros
pronunciamientos testimoniales, por decencia, por equidad y porque necesitamos
que la economía funcione sobre otros pilares, distintos de los que nos han
llevado al desastre. Porque hay que recordar a los desmemoriados que la
industria financiera ha estado en el epicentro de las últimas crisis y que los
grandes bancos han recibido y están recibiendo una enorme cantidad de dinero
público. Se ha hablado mucho de la desigualdad, de la necesidad de poner en pie
un potente y eficaz escudo social. Pues bien, es el momento de adoptar medidas
transparentes y contundentes que reduzcan el poder y los privilegios de los de
arriba, que no han dejado de crecer en las últimas décadas y también durante la
pandemia. Una de estas medidas podría ser que las empresas privadas donde el
Estado tenga una participación accionarial o las que reciban apoyos públicos
-fondos, garantías de préstamos...- limiten las retribuciones de los
ejecutivos, estableciendo una proporción con respecto al salario promedio de
sus trabajadores”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario