Antonio Maestre habla así
en su blog de los trabajadores esenciales: “Esa es la palabra que en plena
pandemia se nos quedó grabada. Eran los únicos ciudadanos a los que se les
permitía salir a trabajar por lo imprescindible de su labor para el
sostenimiento del país. En lo peor de la crisis sanitaria, en aquellos 15 días
de abril en los que nadie podía salir de casa excepto ellos, aprendimos a
valorar a nuestros vecinos. Cajeras, transportistas, operarios industriales,
sanitarios… una serie de profesiones que se ganaron el respeto de la ciudadanía
porque se comprendía que la clase obrera manual, aquellos a los que se suele
despreciar, eran imprescindibles para mantenernos a salvo en nuestro hogar. La
vacunación avanza rápido, se consideró que excepto algunas de las profesiones
más expuestas, personal sanitario y docente y de seguridad, se vacunaría por
rangos de edad. Se excluyó de esa vacunación por labor profesional a muchos de
los que se consideraron trabajadores esenciales que están esperando su turno
etario sin rechistar. Las cajeras ya no eran personal esencial ahora que había
vacunas. Llega junio, llega la Eurocopa. Juega España, ¡yo soy español,
español, español!...
“No solo han sido los
futbolistas. También a los deportistas que irán a los JJOO se les vacunó, pero
eso no implica que la excepción hecha con la selección española de fútbol sea
menos lamentable, y además con un extra añadido. Es el gobierno el que vacunará
a los futbolistas españoles mientras que a los deportistas olímpicos lo hizo
una organización privada como el COI llegando a un acuerdo privado con Pfizer.
Las vacunas de los jugadores de la selección española forman parte del cupo
destinado a todos los ciudadanos que tiene la sanidad pública fruto del acuerdo
de la UE con las farmacéuticas. La vacuna que se le pone a un futbolista es la
que estamos esperando todos los ciudadanos. La que espera tu familiar.
“No son 52 vacunas, es un
privilegio. Ahora son futbolistas, en otro momento fueron 60 de una escuela de
negocio, o unos cuantos obispos que se colaron, o los 50 políticos que
valiéndose de su cargo se saltaron el orden de vacunación. La selección no se
ha saltado nada porque cuenta con la aquiescencia del gobierno más progresista
de la historia. Es la confirmación de que no todos somos iguales y que no
llevamos siéndolo mucho tiempo. El fútbol es el deporte con más privilegios y
excepciones en términos generales para saltarse cualquier norma cívica. El
fútbol como excusa y coartada para que unas elites ganen dinero sin cumplir con
los mismos parámetros de convivencia….
“Las vacunas son ahora el
bien más preciado de nuestra sanidad pública, la esperanza que todos tienen
para lograr recuperar su vida y vencer al miedo. Conocer el mensaje que convoca
a un familiar a la vacunación es una de las mayores alegrías de estos confusos
tiempos, por eso es comprensible el enfado y el desencanto de aquellos que
todavía no lo han recibido para alguno de sus familiares vulnerables al ver que
el fútbol tiene prioridad frente a sus seres queridos. La vacuna es la certeza
de que no te contagias y pierdes tu trabajo, es un salvoconducto hacia el final
de la incertidumbre laboral de muchos precarios. El fútbol tiene un poder
anestesiante solo al nivel del nacionalismo, por eso van unidos. Las
vacunaciones a políticos escandalizaron de forma transversal y hay quien
defiende con uñas y dientes que el gobierno conceda una carta de privilegio
para el fútbol. Vacunas para el circo, y algunos aplaudiendo”.
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