JuanLu Sánchez, en
sección “Al día” de ElDriario.es, nos recordaba ayer la frase repetida, aunque
fuera bienintencionada, de que “el coronavirus no entiende de clases sociales”,
aunque advirtiendo que sí que entiende, sí.
“La primera ola de la
pandemia, la más brutal, se cebó en España con personas precarizadas que vivían
en casas pequeñas y trabajaban sin opción a teletrabajo en lugares mal
ventilados, mal protegidos o hacinados. Cuidadoras y empleadas del hogar,
temporeros, trabajadores de plantas cárnicas, currantes en general que usaban
además el transporte público o inmigrantes que no tenían cómo aislarse de la
familia si alguien daba positivo.
“El perfil del contagiado
—advertía Juanlu— ha cambiado mucho desde entonces. Ahora el principal vector
de contagio no es el trabajo sino el ocio. Si hace un año el virus castigaba
especialmente a los barrios más humildes en las grandes capitales, hoy te
contamos que, en Madrid o Barcelona, ahora son los barrios más acomodados los
que presentan las tasas más altas de contagio. ¿Razón? Hay más gente joven con
capacidad de irse de vacaciones, gastar más frecuentemente en locales de ocio
nocturno y hacer sus fiestas de verano en casa”.
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