Juan Ignacio Codina, con su libro Pan y toros…
Periodista, doctor en Historia, subdirector del Observatorio Justicia y Defensa Animal, Juan Ignacio Codina publicó a finales de 2018 “Pan y Toros. Breve historia del pensamiento antitaurino español”. Actualmente, publica la segunda edición del libro. Una edición que viene avalada por un prólogo a cargo de Juan López de Uralde, cofundador y coordinador de Alianza Verde y diputado de Unidas Podemos. Se trata de un ensayo que recoge las principales conclusiones de una tesis doctoral que, tras años de investigaciones, sacó a la luz la amplia tradición antitaurina existente en nuestro país. El libro, escrito en un tono ameno, didáctico y con cierta carga de ironía, defiende, según Público, “desde el rigor de los datos históricos, una serie de postulados que, hasta ahora, nunca antes habían sido puestos sobre la mesa de una manera tan contundente”. Codina trata de resumir los principales hallazgos que se plantea “con la esperanza de animar a las y a los lectores a introducirse en la increíble riqueza que supone el pensamiento antitaurino español”.
Juan Ignacio Codina es licenciado en Ciencias de la Información, en la rama de Periodismo, por la Universidad Complutense de Madrid, y doctor en Historia Contemporánea por la Universitat de les Illes Balears con una tesis titulada “El pensamiento antitaurino en España, de la Ilustración del XVIII hasta la actualidad”. Como periodista, ha trabajado en diferentes medios de comunicación, como Diario de Mallorca, El Mundo y la Agencia Efe. Vinculado desde hace más de diez años en la defensa de los derechos de los animales, ha colaborado con distintas entidades animalistas de proyección nacional y, desde 2012, es portavoz y subdirector del Observatorio Justicia y Defensa Animal, organización de la cual también es cofundador. Asimismo, es profesor del Máster en Derecho Animal y Sociedad que se imparte en la Universitat Autònoma de Barcelona. Su recapitulación se centra en diez cuestiones en las que trata de demostrar que el antitaurinismo no es una moda. “Demostrarlo científicamente fue la base de mi investigación académica. Situémonos en el año 2015, cuando comencé la tesis doctoral. En aquel entonces, y de una manera abusiva, titulares, columnas de opinión y entrevistas en diferentes medios insistían una y otra vez en la misma cuestión: el antitaurinismo no es más que una simple moda. Así, frases como ‘la moda antitaurina’ o ‘el antitaurinismo que está tan de moda’ aparecían recurrentemente en los medios de comunicación. Evidentemente, quienes estaban detrás de estas afirmaciones eran representantes del lobby taurino que pretendían ridiculizar, minimizar y burlarse de una corriente política, social y de pensamiento que, como queda sobradamente demostrado y expuesto en ‘Pan y Toros’, no solo no es una moda, sino que sus primeros vestigios se remontan al siglo XIII, cuando el rey Alfonso X, El Sabio, en sus célebres ‘Leyes de Partida’, ya calificaba a los toreros —a aquellos que lidian reses por dinero— como infames. Desde aquel momento, siglo tras siglo y generación tras generación, multitud de autores y autoras se han seguido posicionando contra la tauromaquia en España. Quevedo, Juan de Mariana, Alonso de Herrera, Jovellanos, Unamuno, Larra, Emilia Pardo Bazán, Carolina Coronado, Vicente Blasco Ibáñez, Pío Baroja, Ramón y Cajal, Juan Ramón Jiménez, Pi i Margall, Modesto Lafuente, Goya, Joaquín Costa, Clarín, Azorín, Antonio Machado, Emilio Castelar o Francisco Silvela, entre muchos otros, han sido destacados antitaurinos”.
Juan I. Codina: “La tauromaquia se ha nutrido históricamente del victimismo”.“No son sólo nombres, sino argumentos. El libro en cuestión no va únicamente de dar una mera lista de célebres nombres, sino de analizar los argumentos antitaurinos que plantearon todos y cada uno de estos grandes personajes. Así, históricamente, han sido cinco los grandes argumentos utilizados para denunciar la tauromaquia. El primero —y de los más antiguos— se fundamenta en que el sufrimiento de un animal —el toro— nunca puede ser tenido como diversión, entretenimiento o fiesta. El segundo argumento antitaurino más importante se basa en denunciar la muerte de personas que provoca la tauromaquia, señalando directamente al público, que paga dinero por ver al prójimo poner su vida en peligro. Quedan otros tres argumentos antitaurinos históricos, no menos importantes: la mala imagen que nuestro país proyecta al exterior por causa de estos sanguinarios, primitivos y bárbaros espectáculos; el nocivo efecto social que supone la normalización de la violencia taurina, sobre todo entre los niños y niñas de corta edad y, finalmente, el vergonzoso gasto de dinero público que conlleva la promoción, el mantenimiento y el fomento de la tauromaquia. Estos cinco argumentos pueden parecer muy actuales. No obstante —permítanme la desinteresada recomendación—, si leen ‘Pan y Toros’ se asombrarán al descubrir que la mayoría de estos postulados ya se esgrimían hace seis y siete siglos”.
Azorín, un escritor antitaurino.A falta de otra
posibilidad de salvaguardia, el lobby taurino se defiende atacando a los
antitaurinos, acusándolos de criticar la tauromaquia porque odian a España.
Esta es otra falsedad que queda desmontada en el libro. “Muy al contrario,
tanto históricamente como en la actualidad, el antitaurinismo es un rasgo de
patriotismo. No me refiero, claro está, a ese patriotismo de agitar la
banderita y luego robar a manos llenas, sino al tipo de patriotismo —‘patriotismo
reflexivo’ lo llamaba con mucho tino el gran antitaurino Azorín— que, deseando
lo mejor para su país y para su pueblo, critica y combate aquellas costumbres
que, como la tauromaquia, no solo no traen nada bueno a la nación, sino que la
perjudican soberanamente. Por tanto, es falso que el antitaurinismo suponga ir
en contra de España. Como digo, existe un patriotismo antitaurino cuyos grandes
representantes son, entre otros y otras, Emilia Pardo Bazán, Joaquín Costa,
Carolina Coronado, Jovellanos, Francisco Silvela, el Conde de Aranda o el
general Martínez Campos, entre muchos otros”. Pero ¿por qué el pensamiento
antitaurino no se conoce? “Esta misma pregunta me la han planteado varias veces
a lo largo de estos últimos años. Para responderla, lo diré claramente y en muy
pocas palabras: los taurinos se han adueñado del relato de la historia y han
impuesto lo que yo denomino una dictadura taurina o, lo que es lo mismo, han
impuesto el pensamiento único taurino, silenciando todo atisbo de nuestro rico
patrimonio histórico antitaurino. Así, solo nos ha llegado una versión de la
historia, en la que la tauromaquia sería un misterio telúrico, hipermístico,
arcánico, un enigmático ritual seglar y demás verborrea ininteligible de las
que se gastan los taurinos dándoselas de cultos. El caso es que, para el
imperante dogma taurino, el antitaurinismo es una simple moda actual más o
menos pasajera pero, como ya he dicho, no hay nada de cierto en esa afirmación.
Es una simple cuestión de relatos y, en ese sentido, el todopoderoso lobby
tauromáquico, con mucho apoyo institucional, ha impuesto el suyo. Ya es hora de
dar un golpe en la mesa y empezar a llamar a las cosas por su nombre”.
En sus respuestas a Público, Juan I. Codina insiste especialmente en la exposición de la infancia a la violencia tauromáquica. “No en vano, el sueño del lobby taurino es que los niños y niñas se familiaricen cuanto antes con la barbarie tauricida de modo que, cuando sean un poco más mayores, ya no sientan ni asco ni repugnancia ante algo que han mamado desde muy pequeños. Yo a esto lo denomino taurinización de la infancia, y es algo que se lleva produciendo desde hace siglos. Y, hoy en día, sigue sucediendo. Taurinicemos a los niños, introduzcamos en ellos la semilla de la cutre y sangrienta tauromaquia cuanto antes, adoctrinémoslos en la violencia ya desde bien pequeños. De este modo, la barbarie penetrará en sus mentes sin ninguna oposición. Este es el gran plan del lobby taurino para perpetuar sus viles costumbres. La iglesia —por decirlo de un modo muy suave— lleva siglos evangelizando a los niños y niñas para asegurarse el mantenimiento de la palabra de Dios, y así poder preservar sus intereses, no los de Dios, sino los de la Iglesia. Bien, pues los pro-taurinos, que de tontos no tienen un pelo, se dedican a lo mismo para lograr la conservación de su barbarie. En la Ilustración del XVIII esto ya se denunció. Por ejemplo, José Cadalso, el autor de ‘Cartas Marruecas’, se preguntaba qué se puede esperar de un pueblo que acostumbra a niños y niñas de muy corta edad a la sangre y la violencia taurinas. Más adelante, a comienzos del siglo XX, el político republicano Vicente Blasco Ibáñez, denuncia, por su parte, que en España se lleva a los niños y niñas a las plazas de toros incluso antes de que aprendan a hablar. La estrategia está muy clara: que aprendan el lenguaje de la sangre y de la violencia a edades muy tiernas, para que se embrutezcan cuanto antes. El caso es que la preocupación social ante el empeño taurino de adulterar a la infancia fue tal que, en 1929, se prohibió por ley la entrada de menores de 14 años a las plazas de toros. Precisamente se trataba, decía la propia ley, de salvaguardar a la infancia española, protegiéndola ante las brutales escenas tauromáquicas, que sin duda quedarían grabadas como terribles improntas en sus mentes todavía en formación. ¿Adivinan qué pasó años después? Pues que un ministro ‘socialista’ y muy taurino, José Luis Corcuera, derogó esa prohibición. Fue en 1992. Y la infancia española pudo volver a ser taurinizada. Olé Corcuera. Algunos años después, el señor ministro recibió un galardón tauromáquico ‘como personaje destacado por su defensa de la Fiesta de los toros’. Y así es como va la cosa”.
“El antitaurinismo no ha
sido ni es algo exclusivo de un selecto cónclave de intelectuales muy malos y
envidiosos que atacan los espectáculos taurinos porque no quieren que el pueblo
español sea feliz ni que se divierta. De hecho, a medida que el conocimiento se
ha ido expandiendo, sobre todo a lo largo del siglo XIX, la sociedad civil
española se organizó horizontalmente para combatir la barbarie taurina. Así, en
el último cuarto del siglo XIX surgen las primeras sociedades protectoras de
animales y plantas en nuestro país, quienes llevan a cabo numerosas actividades
antitaurinas. Asimismo, a finales del XIX y comienzos del XX se celebran las
primeras manifestaciones antitaurinas de nuestra historia. La ciudadanía alza
la voz, como hoy en día, contra un espectáculo que nos denigra como país y como
sociedad. Prohibiciones históricas de los espectáculos tauromáquicos. Este es
otro asunto importante. La tauromaquia se ha intentado prohibir en varias
ocasiones. Esto tampoco es nuevo. En 1567, el Papa Pío V prohíbe los espectáculos
tauromáquicos en todos los reinos cristiano,s asegurando que estas bárbaras
costumbres son más propias de demonios que de hombres. Otras prohibiciones
históricas, en este caso seglares, son las que promulgan, respectivamente, los
gobiernos de Carlos III y Carlos IV a finales del XVIII y comienzos del XIX.
Más adelante, a finales del XIX y comienzos del XX, diversas legislaciones
pretenden reducir la sanguinolencia de la tauromaquia: se intentan prohibir las
capeas, se impone el uso de un peto protector a los caballos y se prohíben las
banderillas de fuego. Pero la fiesta sigue. Como explico en ‘Pan y Toro’s, el
lobby taurino se saltó a la torera todos estos intentos de prohibición”.
Para Codina el sufrimiento del toro es como eje central de la barbarie taurina. “Independientemente del nombre que históricamente hayan recibido los espectáculos tauromáquicos: correr toros, cazar toros, juegos de toros, fiestas de toros o corridas de toros, el elemento central de esta cruel diversión ha consistido siempre en lo mismo, torturar hasta la peor de las muertes a un ser vivo como el toro… y hacer pasar su dolor y muerte por una fiesta. Además, otros animales también han sufrido y muerto en nombre de la tradición y del jolgorio. Caballos, perros, vacas o asnos han sido víctimas de las atroces costumbres taurinas en el ruedo. Pero no solo morían en la arena: el público, ante una mala faena, arrojaba al ruedo perros o gatos muertos que traían desde casa para protestar. Lo dicho, arte y cultura con mayúsculas. La tauromaquia es un obstáculo histórico para el progreso y la regeneración social. Dicho de otro modo, cada vez que, en algún momento de nuestra historia, se ha producido el más mínimo intento regenerador de las costumbres para beneficio de la patria, la tauromaquia ha sido señalada como una rémora para el progreso cultural, social y educativo de España. Esto sucedió durante el Renacimiento, la Ilustración, el Costumbrismo del siglo XIX, el Regeneracionismo o a la Generación del 98. En todos esos momentos, grandes hombres y mujeres, lo más destacado de nuestro pensamiento, alzaron sus voces contra una práctica que consideraban atroz, inhumana y opuesta a cualquier intento civilizador y de progreso”.
De esta forma Juan Ignacio Codina llega en Público a la siguiente conclusión: “La cuestión del pan y toros, el control social a base de sangre, son una de las razones que explican la perpetuación de los espectáculos taurinos: los poderes establecidos, históricamente, han utilizado la tauromaquia como una herramienta de control popular. Al igual que los emperadores romanos más decadentes acuñaron las políticas del ‘Pan y circo’ para lograr una cierta paz social, en España se hizo lo mismo, pero con la tauromaquia. El máximo exponente de estas políticas fue el infame Borbón, Fernando VII quien, ni corto ni perezoso, a comienzos del XIX cerró de un plumazo las universidades y, a cambio, abrió una escuela de tauromaquia. Al fin y al cabo, se trata de eso. Resulta más sencillo manipular y engañar a un pueblo inculto y bárbaro que a uno crítico e ilustrado. Menos universidades, más corridas. Como dijo el historiador y gran antitaurino Modesto Lafuente, al ruin Borbón solo le faltó hacer catedráticos a los toreros. Y eso es todo. No se suele hacer muy a menudo, pero en ocasiones conviene volver la vista atrás para saber de dónde venimos y, sobre todo, para saber si lo que nos han contado es cierto. Y conviene hacerlo no solo por uno mismo, sino por todos nosotros y nosotras. Así es como se ponen en evidencia las manipulaciones, las falsedades y las mentiras taurinas. El lobby tauromáquico lleva siglos falseando la historia. Ya va siendo hora de poner las cosas en su sitio. Si queremos mirar al futuro con la esperanza de una sociedad más civilizada y pacífica, entonces deberemos apoyarnos en nuestro pasado, rescatando del olvido una tradición de pensamiento progresista que, en todo momento, se opuso a la barbarie taurina. Al fin y al cabo, progresismo y antitaurinismo siempre han ido, y seguirán yendo, de la mano”.
Ayuso y Almeida anunciaron 18 festejos taurinos y 3 millones de euros en ayudas al toro de lidia.Una conclusión muy diferente a la ejercida por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien el pasado 8 de abril anunciaba un acuerdo para promover 18 festejos taurinos en municipios de la región de menos de 8.000 habitantes, eventos actualmente parados por la situación de la pandemia. Así lo explicaba tras visitar la plaza de toros de Las Ventas. “Somos muy conscientes del valor cultural y ecológico que tiene el mundo del toro. Por eso, somos sus máximos defensores. Con palabras, que es lo que hay que hacer, y con hechos, que es más difícil”. Ayuso advertía que iba a sacar la convocatoria de las ayudas para finales del tercer trimestre del año. “En 2021 vamos a volver a convocarlas con el objeto de compensar la caída de ingresos”, señaló. La dotación era de 3 millones de euros y hasta 100.000 euros por explotación, lo que suponía casi el triple que, en 2020, cuando se entregaron estos apoyos por valor de 1,1 millones de euros. Ayuso estimó que la convocatoria estaría para finales del tercer trimestre del año. Y concluyó: “Hay que prestigiar al mundo rural, sus costumbres y sus tradiciones, que son, por encima de todo, tradiciones españolas y desdibujarlas es insensato y solo son propias de quienes quieren rescribir un retrato maniqueo de España”. La presidenta fue acompañada por el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, la consejera de Presidencia, Eugenia Carballedo; el director gerente del Centro de Asuntos Taurinos, Miguel Abellán; la familia de Víctor Barrio; el artista, Luis Gordillo; el presidente de la Fundación Toro de Lidia, Victorino Martín; y los toreros, José Tomas y José María Manzanares.
Por su parte, el alcalde Almeida evocó el 9 de julio de 2016, fecha en la que “se nos heló el corazón cuando tuvimos noticia de la cogida y fallecimiento de Víctor Barrio”. El alcalde agradeció a los compañeros del torero que recaudaran los fondos necesarios para la realización del mural “para perpetuar en todos nosotros la memoria de Víctor”, y manifestó que, gracias a esta obra de Luis Gordillo “se fusionan dos mundos del arte, el arte contemporáneo y el arte de la tauromaquia”. Almeida destacó la vigencia de la tauromaquia, “que nos interpela a las instituciones y a los que tenemos responsabilidades institucionales para proteger, preservar y difundir una de las grandes expresiones de la historia de España”. Y mandó un mensaje de “apoyo y aliento” a este sector “que vive un momento muy difícil a causa de la pandemia”, agradeciendo la labor de la Fundación del Toro de Lidia “para hacer saber al conjunto de los españoles la importancia que desde todos los puntos de vista tiene poder salvaguardar y divulgar este arte que tiene futuro en España y que desde las instituciones como el Ayuntamiento de Madrid seguiremos apoyando y preservando”. La Comunidad de Madrid cuenta actualmente con 39 municipios con plaza fija de toros, 64 ganaderías y 5 escuelas de tauromaquia.
Tanto las autoridades de la Comunidad como las del Ayuntamiento madrileño, así como los defensores de las corridas de toros, llevan años insistiendo en que el antitaurinismo es una simple moda. Al intentar reducir el pensamiento antitaurino a una mera cuestión pasajera, pretenden minimizar el impacto histórico, sociológico, filosófico y político de esta corriente, por lo que cabe preguntarse: ¿es realmente el antitaurinismo una moda?, ¿se trata de algo actual o, por el contrario, en España ha existido pensamiento antitaurino desde hace siglos? Plazayvaldes.es nos advierte que “históricamente, la tauromaquia ha contado con relevantes detractores. La primera muestra de desprecio hacia lo taurino que encontramos en nuestra historia se remonta al siglo XIII. Desde entonces, las corridas han sido criticadas en todas las épocas. Destacados juristas, escritores, pintores, filósofos, religiosos, políticos, periodistas e historiadores denunciaron la tauromaquia en cada momento histórico, considerándola como una barbarie que debe ser cuestionada, combatida y, en último extremo, erradicada. Además, desde muy antiguo, uno de los fundamentos del pensamiento antitaurino español se centra en denunciar que el sufrimiento animal jamás puede ser objeto de entretenimiento o diversión. Sin embargo, y a pesar de la importancia histórica de las mujeres y hombres que, a lo largo de los siglos, han expresado una postura contraria a las corridas, el pensamiento antitaurino español es desconocido porque apenas ha sido objeto de estudio. Y, en el libro ‘Pan y Toros’, que extrae sus conclusiones de una exhaustiva tesis doctoral de más de mil páginas, se pretende mostrar que el conocimiento del pensamiento antitaurino, como base sólida del movimiento en defensa de los animales, no se pierda. Hoy más que nunca necesitamos dar un paso adelante y, si queremos una sociedad moderna, civilizada y de progreso, no podemos permitir que esa importante parte de nuestra historia caiga en el olvido”.
Juan Ramón Jiménez, poeta y escritor.Imágenes, fotomontajes y fotos sorprendentes.
Suiza pasó el pasado lunes a los cuartos de final de la Eurocopa, al vencer a Francia en la tanda de penaltis, y, cuatro días más tarde, se enfrentó a España, con una mezcla de júbilo y del clásico humor como señas de identidad de Twitter. Momento en el que los tuiteros se acordaron del Rey Juan Carlos.
Por cierto, esta selección dio la sorpresa de la Eurocopa de fútbol con sus16 jugadores inmigrantes o hijos de inmigrantes. Y perdió frente a España.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, nombró a Toni Cantó director de la Oficina de Español de la Comunidad para promocionar a Madrid “como capital del español en el mundo”. Muchos critican este tipo de organismos públicos, tachándolos de “chiringuitos”, agencias de colocación de “amigos” de los que están en el poder. Ayuso puso al frente de la misma al exdirigente de Ciudadanos, Toni Cantó, un gran crítico de los “chiringuitos” con salario que rondará los 75.000 euros brutos anuales para “promocionar la lengua castellana en el extranjero”, como si el Instituto Cervantes, dirigido por Luis García Montero, no existiera. Cantó carece de formación alguna al respecto. Ha sido actor de televisión y desde hace unos cuantos años está inmerso en la política, habiendo militado en partidos diversos y apoyando últimamente a Ayuso a la que antes criticara. Ayuso eliminó el comisionado del bienestar animal y el de Revitalización de los Municipios Rurales, después de que Vox pidiera austeridad a la administración.
Pablo Díaz, el concursante del popular “Rosco” del concurso 'Pasapalabra', obtuvo un bote de 1.828.000 euros tras 260 programas. Explicó que Hacienda se queda “los 828.000 euros de impuestos” y él se lleva “un millón limpio”. Apareció en pantalla por primera vez el 26 de junio de 2020. Desde entonces ha pulverizado todos los récords del programa, con grandes rivales que se convertían en amigos y con numerosas anécdotas. Pablo luchó cada uno de sus roscos y se quedó a una palabra de lograrlo hasta en 12 ocasiones. Llegó a 'Pasapalabra' para enfrentarse a Nacho Mangut, del que se despidió después de 50 programas juntos. Nacido en Santa Cruz de Tenerife, Pablo confesó haber sido fan de 'Pasapalabra' y ver el programa con su abuela, quien le animó a presentarse al cumplir 18 años. Pero su gran pasión es la música. Comenzó a estudiar violín con 5 años, piano con 6 y desde los 12 se ha dedicado en exclusiva al violín. Explicó a Pablo Motos: “Creo que no voy a vivir algo así ni en mil vidas. Ni ganar un Goya. Puede parecerse a las Olimpiadas, porque no solo piensas en el pastón, sino en los años de estudio… En Pasapalabra conocí a mi novia. Sabía quién era de antes, pero nos conocimos en persona porque vino a una silla azul. Lo primero que me llevo es eso y luego ya el bote. Fue un flechazo desde el principio, la quiero un montón y es muy buena persona”, aseguró.
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