Aníbal Malvar escribió
bajo este titular, aparecido en Público, que la prensa europea anda muy
escandalizada con las fotos de Pablo Casado en una misa en memoria de Francisco
Franco este 20-N y que más desapercibida ha pasado la coincidencia, en una
celebración taurina, de Santiago Abascal con la infanta Elena y la reina Sofía.
“Hay que empezar diciéndole al ignaro lector que estas casualidades nunca
ocurren por casualidad, y menos en Zarzuela. Los protocolarios de nuestra Casa
Real estudian al detalle cada acto al que acuden nuestras majestades y altezas,
así que todo el entramado borbónico conocía perfectamente adónde y con quién
iba a ponerse ciega de marisco nuestra infanta…Lo que más o menos está claro,
es que Pablo Casado nunca se habría equivocado de misa para asistir a una en
memoria de Buenaventura Durruti, y que sería impensable que la infanta Elena
acudiera a una cena en la que la sentaran al lado de Yolanda Díaz, de Gabriel
Rufián, de Aitor Esteban o de Pedro Sánchez. Más llamativa incluso resulta la
presencia de doña Sofía en una celebración taurina, pues dada su vida conyugal
resulta difícil entender que aún le sigan gustando los toros. Pero en esas
estamos”…
“Ya iba siendo hora de
que nuestra borbonía nos diera una pista sobre sus preferencias ideológicas. Y
nada mejor que ese ágape en la peña taurina ‘Las Meninas’ para saber a quién
tenemos que votar si queremos que vuelva Juancar (no sé si organizar un
crowdfunding desde un banco suizo opaco para que le sufraguéis el billete
turista de vuelta). El blanqueo de nuestra ultraderecha neofascista ya no solo
está en manos de los periódicos y las televisiones. Nuestra monarquía se ha
puesto por la labor y esto ya no hay quien lo pare. Hace unos meses, corrió el
rumor bastante bien fundamentado de que habían visto a Froilán y Victoria
Federica de Todos los Santos de Marichalar y Borbón en algunos actos de las
juventudes de Vox. A mí Froilán me despierta simpatías: es el único borbón de
la historia que se ha pegado un tiro a sí mismo en vez de pegárnoslo a
nosotros. Y Victoria Federica tampoco me cae mal: no solo ha tenido la
arrogancia de ennoviarse con un chico que se apellida Bárcenas, sino que se
está labrando un futuro como instagramer e influencer, y los que me conocéis ya
sabéis de mi adoración por la labor social y política que desarrollan en la
sombra nuestros influencers e instagramers. A Victoria Federica de Todos los
Santos de Marichalar y Borbón (me pagan por palabra) le quedan de vicio el
estilo trending, el look beauty, los baby hairs, el liquid hair, los smokey
eyes y las baby waves de inspiración retro (lo he copiado todo de un artículo
en El Confidencial de Margarita Velasco sobre la elegancia de la nieta del rey
viejo: por favor, Margarita, si lees esto ponte en contacto conmigo y explícame
qué significa lo que acabo de escribir)”.
Malvar termina
recordando: “Lo cual que tenemos al jefe de la oposición orando en una misa a
Franco y escuchando cantar el Cara al sol, a nuestras reinas eméritas e
infantas deméritas sentaditas a la vera de Santiago Abascal en una cena taurina
(o sea, haciéndole campaña), y a las juventudes borbónicas bailoteando sin mascarilla
al ritmo del himno español versión Marta Sánchez. Menos mal que, al contrario
de lo que sucede en el resto de Europa, sobre España nunca se ha cernido la
amenaza de un repunte de la ultraderecha. La teníamos ya más repuntadita que
ninguno. O sea. Es lo que nos salva”.
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