Pese
a sus 156 años de existencia, la Banda de Música de Gijón está enfrentada a su
posible desaparición a causa de problemas burocráticos con las subvenciones que
recibe del Ayuntamiento. La pandemia no consiguió apartarla de las calles, pero
el retraso en las subvenciones municipales que financia esta institución
cultural puso en peligro su existencia. Desde que se aprobó el Plan Estratégico
de Subvenciones, en febrero de 2019, la situación financiera de la Banda y de
otras entidades culturales y sociales de Gijón, así como otras actividades del
llamado tercer sector, desde Cáritas, pasando por la Banda de Música, hasta Mar
de Niebla, se vieron dificultadas por la burocracia.
Miguel
Ángel Martín Piris, presidente de la entidad musical desde 2016, ha vivido esta
situación con cierta desesperación. “Al menos 30 veces he ido con la tesorera a
la administración para averiguar por qué no cobraba la banda y jamás nos
dijeron que lo hiciéramos mal. Lo único que me decían era que en la
administración municipal eran muy pocos. Que había 90 subvenciones y no daban
para más. Yo les pedía que nos dieran
una fecha, un día, y ellos siempre nos explicaban que no me podían decir nada
porque los expedientes se revisaban y ejecutaban en orden de llegada y que, al
parecer, el nuestro era un expediente muy complicado”.
La
Banda, compuesta por más de 25 personas, señaló en una nota que llegaron a una
“situación insostenible”, por “las condiciones del convenio de colaboración con
el Ayuntamiento y los retrasos y dificultades en los pagos”. Al cesar parte de
su actividad y a al hacer frente a varias facturas a través de sus propios
bolsillos, los músicos aseguran que se vieron obligados a solicitar un crédito
bancario. Y, tratando de encontrar una solución ante este “riesgo de
desaparición”, la agrupación pretendió reunirse con todos los grupos políticos
y con la Federación de Asociaciones de Vecinos.
Iván
Arboleya, director de la Banda, confirma que “estamos en precario. Cuando la
gente lee que tenemos un sueldo piensa que cobramos 900 ó 1000 euros. Pero no,
cobramos 200, 300 euros como mucho. Eso es lo que más gana un músico en esta
banda”. Y, con estas circunstancias, la banda habitualmente cambia de músicos. Y
ese cambio se basa en una rotación, como en los equipos de fútbol dando altas y
bajas en la Seguridad Social, lo que hace que el expediente sea complejo y se
dilate en el tiempo. Pero, eel enfado y el sentimiento kafkiano de estar
peleando contra la burocracia, así como la sensación de que la Banda puede
desaparecer es palpable entre los miembros de la dirección. Arboleya insiste en
que “la concejal de Hacienda nos dijo que había tenido mucha paciencia con
nosotros. Encima de que trabajábamos en precario nos dijeron que se les agotaba
la paciencia. Lo que a mí me sentó muy mal No sé quién tiene más paciencia, si
el que paga o el que cobra”.
La
Banda de Música de Gijón no es solo una banda, es todo el proyecto cultural que
integra conciertos didácticos, escolares, sociales, en residencias de ancianos…
Como afirma Arboleya, “nuestro deseo es ser portador de cultura, enseñar música
a toda la gente que quiera, ser un puente a la enseñanza reglada y seguir
siendo un emblema de la ciudad”. Salir en los medios para salvar la Banda está
siendo el primer paso. ¿Cuál será el siguiente?
No hay comentarios:
Publicar un comentario