Unidas Podemos quiere que
Málaga sea la próxima ciudad que implante la “pirotecnia silenciosa. “Creemos
necesario compaginar la celebración con la convivencia, garantizando la
seguridad de las personas, los bienes y los animales e impidiendo que la
diversión de algunos se anteponga al sufrimiento de otros”, afirma la coalición
en su propuesta presentada en la Comisión Plenaria de Medioambiente, en la que
dijo que “todos sabemos” que la ordenanza que prohíbe que los particulares usen
pirotecnia en la vía pública “no se cumple”.
La formación de
izquierdas, que obtuvo tres concejales en las elecciones municipales de 2019,
sostiene que actualmente hay “alternativas a la pirotecnia clásica de
detonación en caliente” que no generan molestias, ruidos ni riesgos para la
“integración personal”. Considera que es el momento de que la capital malagueña
inicie un debate que están abordando otras ciudades españolas, europeas y del
mundo, apostando por espectáculos de bajo ruido que eviten el uso de
proyectiles explosivos de gran calibre y detonaciones controladas para “disminuir
de manera notable el nivel de estruendo, manteniendo la belleza y
espectacularidad en las coreografías y el uso del color”. Y cita los ejemplos
de Algarrobo, Marbella, Nerja y de otros ayuntamientos en los que “están
implementando medidas inclusivas para que los menores con trastornos
cognitivos, hipersensibles al ruido y a los estímulos de luz intensos disfruten
de las fiestas sin generarles sufrimiento o se vean excluidos”. O los de Reino
Unido, Roma, Parma…, así como numerosas provincias argentinas y de Uruguay, en
las que “se ha apostado por un entretenimiento visual sin estrés acústico”.
Los impulsores sostienen
que hay opciones para “evitar que unos minutos de diversión para algunos sean
horas de sufrimiento para muchos otros”. Y en la necesidad de “avanzar hacia
una ciudad respetuosa con todas y con todos mediante la elaboración de una
ordenanza específica y transversal sobre pirotecnia que acote los tipos, los
espacios y los horarios permitidos para garantizar una adecuada convivencia en
la ciudad, sin provocar daños ni molestias a nadie”. Estos espectáculos afectan
especialmente a las personas con TEA, ya que el ruido que provocan “les genera
un alto nivel de ansiedad y estrés. Incluso pueden causarles crisis, episodios
de pánico, lloros, gritos. Se tapan los oídos desesperadamente, en ocasiones
reaccionan autolesionándose o pueden llegar a sufrir convulsiones y síncopes”. Para
reforzar su argumentación, exponen que “la Organización Mundial de la Salud
(OMS) sitúa en 65 decibelios el límite recomendable de sonido apto para la
salud auditiva de las personas”, mientras que “el estallido de un cohete o
petardo puede alcanzar hasta 190 decibelios”. Más de lo que el oído adulto
puede soportar, por lo que los tímpanos de los bebés, mucho más vulnerables,
están más expuestos a lesiones auditivas.
En el caso de los
animales, “con un oído hasta cuatro veces más sensible que el de los humanos”,
“un simple petardo puede constituir un tremendo estruendo para nuestras
mascotas”. Esto puede provocarles “taquicardia, temblores, falta de aire,
náuseas, aturdimiento, pérdida de control, miedo y hasta la muerte”, y para
demostrarlo se apoyan en informes de la Asociación de Veterinarios
Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal (Avatma). Pero el ruido
no es el único inconveniente de estos espectáculos festivos. Trabajos como el
impulsado por el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua
(Idaea-CSIC), además, nos advierten, además, “de que muchas de las partículas
que contiene el humo de los fuegos artificiales son biorreactivas y pueden
afectar la salud humana, con efectos más agudos en personas con antecedentes de
asma o problemas cardiovasculares”. También reclama una ordenanza “específica y
transversal” que “incluya y acote” los tipos, los espacios o los horarios en
los que se pueden usar estos petardos, pues considera que el actual texto es
“insuficiente”.
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