Daniel Guzmán, director,
guionista y actor, hace en “Canallas” un retrato de gente de barrio que vive al
día, que no dejan de reírse pase lo que pase y sienten mucho orgullo de clase.
Él y Luis Tosar acompañan a los actores no profesionales del filme, unos
canallas muy de barrio, pero tienen buen corazón, “con mucho canallismo y mucho
orgullo de clase”. Y Joaquín González, un fantasma, un pobre fanfarrón, un
farolero endeudado y frustrado que vive una realidad delirante, es al mismo tiempo un amigo de
toda la vida de Guzmán.
La película, que
participó en el Festival de Málaga, es también un intento por parte de Daniel
Guzmán “de cambiar las cosas”, de retratar a la gente que vive al día,
alejándose de la comedia burguesa que invade la gran pantalla. Es, según cuenta
Begoña Piña, en Público, “un recorrido por el universo del que no llega a fin
de mes y que, después de años educado en el esfuerzo y el trabajo, se ha
quedado boquiabierto con el dinero fácil, la corrupción y las estafas de 'los
ricos'. Y que, superado el asombro, se ha convencido de que, tal vez, y
teniendo en cuenta ‘la gran mentira del estado de bienestar’, ese sea el
camino.
No cabe olvidarse de Luis
Tosar, convidado a participar de este mundo de barrio madrileño, poblado a
veces por personajes tan pintorescos como Joaquín González, y que se ríe a
carcajada limpia en la pantalla con una franqueza tal que certifica que es un
grande grandísimo actor, a no ser que es que no pudiera contener la risa en el
rodaje. El cineasta Daniel Guzmán habló de todo ello con Público en Málaga. “Quería
hacer una comedia, porque el sentido del humor es parte de mi vida. Llevo toda
la vida riéndome de mí y de todo lo que me rodea, soy un canalla. Tenía ganas
de que la gente disfrutara y viera una comedia fuera de las normas, una comedia
de la gente que vive el día a día y no de los burgueses, con los que no me
identifico nada. Esta es una película con orgullo de barrio, con ganas de
cambiar las cosas”.
“Son personajes
peculiares, pero cuanto más de barrio, más se extrapola. Lo que pasa que en
nuestro cine no son muy reconocibles porque, aunque se dice que el cine es un
espejo de la realidad, la verdad es que la realidad luego no se refleja. El
cine también se ha creído lo del estado de bienestar, que ha sido una gran
mentira, y todo son como frases hechas. Se trata de una película
libre, con mucha intención, libre y muy punky, pero ellos me han apoyado en
todo momento. Una película inclasificable y han apostado por ella, así que
tiene que ir bien”.
“Tenemos tanta corrupción
alrededor que confundimos ser famoso con dinero fácil y queremos crearnos
escaparates porque es la manera de crearnos personajes. Joaquín, en la
película, es un padre que vive su frustración en su hija… Es la España de la
corrupción y del ladrillo, donde parece que salir en la tele lo soluciona todo…
Ahora la gente pasa el fin de semana en el centro comercial, ese es su ocio.
Nos hemos creído ese modelo de ocio. Eso y la conexión con los móviles, la
gente joven está conectada todo el tiempo y eso les quita de vivir, de
relacionarse, de unirse”.
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