Tolo Cursach, el honor perdido de un imperio de 40 años
Comenzó su trayectoria
como recogepelotas y acabó siendo presidente del Real Mallorca y dueño de las
míticas discotecas BCM, Tito's y Pachá. Imputado por una presunta trama de
favores dirigida a mantenerse en la cúspide, el dueño de la noche de Palma entraba
en prisión en marzo de 2017, cuando tenía a su nombre las cinco discotecas más
afamadas de Baleares, tres hoteles, el gimnasio más exclusivo de Mallorca y
tres restaurantes. Según el Registro Mercantil, el magnate de la noche controlaba
su holding empresarial a través del Grupo Cursach, pero su imperio nació en el
año 1970. Desde entonces, poco a poco fue adquiriendo nuevas salas de ocio
nocturno hasta acumular más de 30 discotecas y convertirse en el rey midas de
la noche mallorquina.
Desde el lunes, 13 de los
corrientes, Tolo Cursach se sienta en el banquillo junto a quien fuese su mano
derecha y a otros quince acusados por una presunta trama de favores para
salvaguardar los intereses de su holding. En su momento, llegó a ser
considerado el hombre más poderoso de la isla. En 2003, llegó a inyectar hasta
1.600 millones de pesetas en el RCD Mallorca, club del que fue máximo
accionista, para evitar su descenso a la categoría de plata de la Liga Española
de Fútbol. De paso, se hizo propietario de los derechos de estrellas de fútbol
como Samuel Eto'o.
A finales de los ochenta,
el magnate impulsó una de las mayores discotecas de Europa, BCM –con sus siglas
bañadas en oro–, en Magaluf (Calvià), un destino marcado por las excursiones
etílicas, los excesos y los escándalos sexuales que, mucho tiempo después,
elegiría para irrumpir en el negocio hotelero. Pero la gran adquisición
llegaría en los noventa con la compra de Tito's, el templo más preciado del
empresario mallorquín. Al frente, Jaime Lladó, uno de los hombres de máxima
confianza de Cursach, devolvió la luz a Tito's. “Galas internacionales –escribía Esther Ballesteros el pasado 18 de junio en
ElDíario.es–, ambiente vanguardista, champán a raudales, glamour por
todo lo alto y artistas de primera fila continuaron en el nuevo siglo
traspasando el umbral de la catedral del ocio nocturno situada a menos de
cincuenta metros del mar. Un recorrido de altos vuelos que se vería empañado
cuando, en el punto álgido del caso Cursach, un excamarero de Tito's irrumpía
en las investigaciones y lo hacía saltar todo por los aires: el testigo aseguró
que la sala VIP de Tito's era frecuentada por un grupo de policías locales a
quienes se agasajaba con servicios de prostitución, alcohol y drogas a cambio
de garantizar la protección de Tolo Cursach. Sus acusaciones, en la actualidad
desmontadas por la Fiscalía Anticorrupción y varios atestados policiales,
revolucionaron las páginas de los periódicos y llevaron a los investigadores a
decretar el ingreso en prisión del empresario y su mano derecha, Bartolomé
Sbert, así como del propio Lladó y otro directivo del grupo recientemente
exculpados después de que el Ministerio Público considerase ‘inverosímiles’ las
manifestaciones del extrabajador”.
A pesar de que la
discoteca continuó coronando la noche palmesana, el grupo no escapó a los
embates de la pandemia de la COVID. “En la actualidad, el propio Cursach tiene
puesta a la venta su casa, una mansión de 1.050 metros cuadrados situada sobre
una parcela de 1.500, próxima a la barriada de Son Dureta. Mientras tanto, en medio de los avatares que
atraviesa el imperio Cursach, un complejo en forma de abadía gótica, continúa
dominando la Bahía de Palma. Es el Megapark, la mayor cervecería al aire libre
de Europa. Enfocada principalmente al público alemán, llegó a ser protagonista
de una campaña de bienvenida a Mallorca con carteles por todo el vestíbulo de
llegadas del aeropuerto de Son Sant Joan. El complejo también se vio salpicado
por distintos procedimientos judiciales, entre otros, por la realización de
varias obras sin licencia que llevaron al Ajuntament de Palma a iniciar un
expediente sancionador por valor de 2,1 millones de euros”. El juicio contra Tolo
Cursach sigue su curso.
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