Hasta 18 raperos han sido condenados en el Estado Español a penas de cárcel por sus letras. Un alegato a favor de la libertad de expresión y en contra de la represión judicial examina de cerca los casos personales de Alex “Elgio” (tres años de inhabilitación), Josep “Valtònyc” (más de 4 años en el exilio) y Pablo “Hasel” (encarcelado desde febrero de 2021). Son los protagonistas de “Art. 490”, un documental que denuncia “estos tres casos de vulneración de la libertad de expresión”, según señalan los portavoces de la plataforma “No Callarem”, que impulsa el proyecto. Dicha plataforma, junto a la productora audiovisual ‘Bruna’ y el programa radiofónico 'Carne Cruda', pusieron en marcha una campaña de micromecenazgo a través de Verkami para financiar el documental, que narra la historia de los tres músicos encausados por el contenido de las letras de sus canciones. El documental cuenta con la colaboración de artistas como Yolanda Sey, Bittah, Ana Tijoux, Albert Pla, Las Bajas Pasiones, JazzWoman, Mateu Matas 'Xurí' e Irene Reig. Yolanda Sey conversa con Elgio, Ana Tijoux con Valtònyc y Bittah (Tribade) con Pablo Hásel. Además, los tres artistas versionan letras de los raperos y crean nuevas canciones inspiradas en ellos. Nardo Cruz, en Eldiario.es, explica el documental que relata el pasado y el presente de los tres raperos condenados por sus letras. “Pablo Hasel –dice del primero– lleva veinte meses encerrado en una prisión de Lleida. Sale cada día un rato a caminar a un patio de apenas diez metros de largo y se ha mentalizado para cumplir bastantes años de condena. Valtònyc vive exiliado en Bruselas desde hace más de cuatro años y ha tenido que cambiar varias veces de domicilio debido a las más de 500 amenazas de muerte que ha recibido. A veces tiene pesadillas: sueña que vuelve a Mallorca, pero que tiene miedo de quedarse allí. Elgio sigue viviendo donde siempre, en Sabadell, pero aún no ha conseguido sacudirse el miedo de entrar un día en la cárcel”.
Quedaron atrás los días más intensos de las acciones de defensa de la libertad de expresión y de protesta contra los juicios a raperos, tuiteros y titiriteros. Ha pasado también una pandemia. Ahora llega el documental “No callarem” para recordar que no todo el mundo ha recuperado su vida normal, y que aquella oleada de criminalización de la protesta fue respaldada por la ley Mordaza. El documental se estrenó el pasado sábado, 29 de octubre, en el festival In-Edit y retrata el pasado y el presente de estos raperos a los que la Audiencia Nacional marcó para siempre. “Éramos un grupo de rap y nos trataban como una banda armada”, recuerda Elgio, escandalizado, refiriéndose al colectivo La Insurgencia del que formaba parte cuando un buen día, al salir de la universidad, unos policías le entregaron una citación judicial. Apenas nadie había oído sus canciones, pero tenía que ir a declarar a la Audiencia Nacional por enaltecimiento del terrorismo. Las de Valtònyc tampoco eran precisamente hits. “Quieren meterme siete años en la cárcel por canciones que no han tenido ningún tipo de consecuencia. Si eso no es venganza, ¿qué es?”, se pregunta el mallorquín desde el exilio. La idea de rodar “No callarem” surgió de Fran García, miembro de la plataforma del mismo nombre que impulsó en 2017 y 2018 dos multitudinarias acciones de protesta en defensa de la libertad de expresión. Cofinanciado por 868 mecenas y con un presupuesto que ronda los 70.000 euros, el documental cuenta con la participación de las raperas Ana Tijoux y Bittah (del dúo Tribade), la cantante Yolanda Sey, Albert Pla, ¡Za!, Las Bajas Pasiones y la saxofonista de jazz Irene Reig, entre otros. García aclara que si no participan más raperos es porque no han visto “mucha predisposición y empatía por esta causa. Poca gente del hip-hop se ha mojado y se ha pronunciado al respecto”, recuerda.
“No Callarem” está planteado como un recorrido intermitente por la vida de tres jóvenes que pronto intuyeron que el hip-hop podía ser una buena válvula de denuncia y desahogo. En el documental vemos a un adolescente Valtònyc, batiéndose en el patio del instituto con el maestro de la glosa mallorquina Mateu Xurí. A Hasel, recordando el impacto de escuchar el primer disco del grupo de rap angelino N.W.A. Y a Elgio, tararendo en el coche una vieja canción del grupo Falsalarma, que escuchaba cuando de joven iba al entreno de fútbol. El documental no ahonda tanto en la restrictiva legislación española o en las supuestas afrentas a la paz social de los tres raperos como en las razones por las que decidieron utilizar el rap como herramienta de denuncia y desahogo y en el precio que están pagando por ello. Hasel rememora aquel día en que, paseando en bici, vio un barrio de chabolas en pésimas condiciones y se preguntó cómo podía haber gente viviendo en esas condiciones. También explica que la primera rima que mostró a sus colegas de clase decía: “Tanta injusticia me desquicia”. Elgio creció escuchando y admirando las rimas revolucionarias de Hasel. Aún conserva un libro de poemas del rapero de Lleida que compró por Internet y que le llegó con una dedicatoria escrita a mano. El libro se titulaba “De la ansiedad a la esperanza”. Pero Elgio vivió los desequilibrios sociales en primera persona: nacido en Moldavia, sufrió un proceso migratorio difícil, con épocas de escasez económica y hasta un desahucio. Así se aceleró el tránsito de escribir canciones de amor para su madre a rimar versos tipo: “Hacen falta escraches, hacen falta pintadas / Hace falta gente que no se agache por nada”. Y si Hasel grabó su primer rap con 16 años, Valtònyc está pagando por uno que colgó a los 17. “Jorge Campos mereix una bomba de destrucció nuclear”, cantaba, refiriéndose al fundador de Actúa Baleares, partido hoy integrado en Vox. “La hipérbole se nota, ¿no? Nadie tiene plutonio en su casa”, aclara el rapero mallorquín. Pues no. “Esta frase me ha costado seis meses de prisión”, remarca.
Cada cual lleva su condena como buenamente puede, pero estamos ante tres vidas rotas, truncadas o, cuando menos, alteradas por una decisión judicial. Valtònyc se precipitó con 24 años a un exilio forzoso en una ciudad, Bruselas, donde cuesta desarrollar un sentimiento de pertenencia. Vive extirpado de su familia y, como explica en el documental, hace unos meses tuvo que “enterrar por Skype” a su madre. Antes de entrar en prisión, Hasél llevaba más de una década sintiendo el aliento de la policía en su cogote: aceptando con resignación, por ejemplo, ser retenido por la policía en una estación de buses y viendo cómo inspeccionaban su cuaderno de notas por si seguía escribiendo versos constitutivos de delito. “Hace diez años, nos contábamos nuestros desamores por Messenger”, le recuerda Hasel a Bittah. Ahora solo se pueden comunicar por correo postal o si la rapera lo visita a la cárcel, como hizo durante el rodaje de ‘No callarem’. Elgio es el mejor parado de los tres protagonistas del documental, aunque sigue condenado a seis meses de prisión, ocho de inhabilitación y 1.200 euros de multa. Tanto él como el resto de raperos de La Insurgencia han recurrido la condena. El recurso está en manos del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. “Mi sentencia, de momento, no me impide hacer prácticamente nada, pero te cambia la vida; eso es innegable”, reconoce vía email. No ha tenido problemas laborales, pero sabe que, si trabajase en algún puesto de la administración pública, lo habrían despedido debido a esos ocho años de inhabilitación. Aunque luego están los costes económicos de afrontar un juicio y el impacto emocional.
En un momento del
documental, la chilena Ana Tijoux pregunta a Valtònyc por qué cree que el
estado se sintió amenazado por unos raperos sin apenas fans ni repercusión
social. Su teoría es la siguiente: tras la crisis económica de 2008, la gente
estaba tan harta que se empezó a movilizar y las redes sociales les dieron un
poder de organización hasta entonces inimaginado, que puso en guardia al Estado.
En ese clima de protesta, el auge del yihadismo fue la excusa idónea para
introducir modificaciones en la ley antiterrorista que, con la excusa de
reprimir el terrorismo yihadista, se escudarían en el delito de enaltecimiento
del terrorismo para castigar la disidencia política y, de paso, acallar al
resto de la sociedad. En 2018, España se convirtió en el país europeo con más
artistas condenados por delitos vinculados con la libertad de expresión. Y, en
2022, el clima de protestas ha desaparecido casi por completo. Si algo inquieta
de ‘No callarem’ es justamente el país que retrata. Hace apenas una década, la
gente rodeaba el Congreso de los Diputados. Hace cuatro años, miles de personas
se reunían en Barcelona en un festival en defensa de la libertad de expresión. Pasó
solo un año y medio del encierro en la Universidad de Lleida con el que se
intentó frenar la detención de Pablo Hasél. Otras muchas cosas han cambiado
también. Las informaciones inculpatorias se siguen acumulando en el expediente
del rey emérito y su descrédito social es indudable. Sin embargo, sigue en la
cárcel el rapero que firmó ‘Juan Carlos el Bobón’. La pandemia habrá contribuido
a desactivar esta y tantas otras luchas, pero lo cierto es que el debate sobre
la libertad de expresión ha desaparecido prácticamente del mapa. Y cuando se
retoma, es en un contexto totalmente nuevo donde conviven raperos de
ultraderecha y opinadores que se sienten cancelados. Que pregunten a Hasél
sobre la cultura de la cancelación. A diferencia de otros convictos, a él ni
siquiera le permiten grabar canciones en la cárcel. El productor de ‘No
callarem’ desearía que el documental contribuyese a reactivar la lucha por la
libertad de expresión y por la absolución de los raperos. “Tras una pandemia,
la energía está muy limitada y cada cual destina la que puede a las luchas que
siente más cercanas, pero, para mí, el problema es no sentir como algo cercano
el ataque a la libertad de expresión. Sin libertad de expresión, ¿cómo lucharás
por una mejora de tu sueldo o contra la subida del precio de la luz?”, dice. A
la pregunta retórica de García, Hasél responde rapeando en los últimos compases
del documental: “Mañana puedes ser tú, si no eres rico. Mañana puedes ser tú
quien sufra esta barbarie”.
Manuel Lillo publica en El Temps, el artículo “No Callaremos, más iniciativas por la libertad de expresión”. La plataforma ‘No Callarem’ impulsa un filme documental contra la represión en la que explica la vertiente más humana de la situación sufrida por los raperos Valtonyc, Pablo Hasel y Elgio, los tres represaliados por las letras de sus canciones. “El documental está ligado con un hilo conductor musical y sus promotores han hecho un verkami (neologismo construido a partir de dos palabras del esperanto: Verko y Ami) para poder sufragar sus gastos. Los tres casos han tenido un enorme eco en los últimos años, pero, desde ‘No Callarem’, buscan concienciar aún más a la población para continuar denunciando la represión. La campaña, titulada Arte. 490, está impulsada por esta plataforma, por la productora audiovisual Bruna y por el programa radiofónico Carne Cruda para ‘denunciar la vulneración de los derechos humanos del Estado español a través de un documental musical y de denuncia social’. Los tres protagonistas cuentan su historia humana con un hilo conductor musical de distintos artistas que, durante el documental, versionan algunas de las canciones de los músicos represaliados. La banda sonora, inédita, está integrada por intérpretes como Yolanda Sey, Bittah , Anna Tijoux –que entrevistan a Elgio, Hasel y Valtonyc, respectivamente– y por otros músicos como Albert Pla. Con el micromecenazgo, se quiere sumar la cantidad de 75.000 euros, necesaria para hacer posible el documental y la campaña detrás. El nombre del filme viene a cuento del artículo 490 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que castiga a las injurias contra el jefe de Estado, el rey, ‘o cualquiera de sus descendientes o ascendientes’. Albert Costa, uno de los portavoces de la plataforma ‘No Callarem’, explica a EL TIEMPO que la iniciativa sirve para ‘recordar las tres condenas contra los tres raperos y mostrar que, detrás de todo lo sufrido, hay toda una carrera musical y creativa’ que les convirtió en músicos antes de ser, también, represaliados. Costa explica que el documental pretende ‘poner sobre la mesa el debate sobre los límites de la libertad de expresión y que se pueda llegar a plantear un cambio legislativo’ en el citado artículo 490”.
Una de las partes del
documental que se han promocionado fue la conversación mantenida entre Valtonyc
y el presidente Puigdemont desde Waterloo. Con optimismo, ambos concluyen que
las causas contra ambos caerán por su propio peso. Costa considera que esta conversación
es interesante porque “demuestra que el exilio afecta a ideologías muy
distintas por el hecho de ir en contra de un Estado”. Asimismo, destaca las
diferencias entre ambos, con “posiciones políticas y sociales muy alejadas”, y
subraya cómo el exilio les deja en un mismo lugar de persecución por parte del
Estado. Una de las personas relacionadas con Valtonyc que también aparece en el
filme es Mateu Matas, con quien el mallorquín empezó cantando cuando era joven.
Yolanda Sey, quien entrevista a Elgio, explica que el filme es una iniciativa
más de las muchas que ha llevado ya a cabo ‘No Callarem’. “El documental pone
de manifiesto que todavía tenemos compañeros represaliados, hay que recordarlo
para que no se olvide”, denuncia, “y seguir presionando para que se cambie el
artículo 490”. De su entrevista en el documental, Sey pone en valor cómo Elgio,
de Sabadell, explica sus inicios musicales y el momento en que empezó a sufrir
persecuciones. “A pesar de todo, mantiene las ideas y no se ha arrepentido de
nada, la represión ha servido para que denuncie lo ocurrido. Tiene las ideas
muy claras y estos compañeros deben recibir nuestro apoyo”, considera. Elgio
también explica, en el documental, cómo fue el momento en que recibió la
notificación judicial para ser juzgado en Madrid, “cómo lo vivieron él y los
suyos... Todo esto es interesante para entender cómo la vida te puede cambiar
de un día para otro, a ti ya toda la gente que te rodea, por una persecución
política”. El filme, en definitiva, debe servir para concienciar a la
ciudadanía de la situación que están sufriendo estos músicos y porque los tres,
como el resto de represaliados, sienten el apoyo de toda la sociedad. Un apoyo
que se vio y mucho con las protestas contra el encarcelamiento de Pablo Hasel,
en febrero. Este trabajo tiene también la aspiración de provocar consecuencias
en materia jurídica y penal.
Otros comentarios, imágenes y fotos sorprendentes:
En el otro extremo de esta semana la ultraderecha, siempre dispuesta a convertirlo todo en un lodazal. Coincidiendo con la purga interna en el partido (Macarena Olona, Ortega Smith, su Tremen'número dos'…), vemos cómo recrudece su actitud: canciones que, en sus actos, hablan de “volver al 36”, alabanzas a generales franquistas, bulos, insultos directos a rivales políticos…Lo de Castilla y León tiene una relevancia especial ya que allí gobierna con el PP gracias a Alfonso Fernández Mañueco. Esta misma semana el vicepresidente de esta Comunidad, Juan García-Gallardo, aseguró que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es el “líder” de una “banda criminal”. Le dieron la oportunidad de rectificar, pero la rechazó. Como parecía que era poca cosa, el consejero de Empleo de Castilla y León, Mariano Veganzones (de Vox, claro), decidió también faltar al respeto a los parados: “En esta Comunidad no faltan trabajadores, faltan ganas de trabajar”, afirmó. Esta semana el Ayuntamiento de Madrid, con los votos de PP, Vox y Ciudadanos, reprobó a Pablo Iglesias por una frase evidentemente irónica en La Base, después de intentar declararle persona non grata. En el pleno se insultó reiteradamente al exvicepresidente del Gobierno con palabras como “indecente”, “proetarra” o “miserable”. El propio Javier Ortega Smith habló de “ratas comunistas”, el clásico insulto de las ultraderechas de todo el mundo, deshumanizando a las víctimas de sus improperios. Y ahora hemos visto a un diputado de Vox por Sevilla reivindicar la “audacia” de Queipo de Llano, el general franquista que protagonizó la represión golpista en Andalucía. Y a Ricardo Ferris, jefe de la comisaría Centro de València, decir en un acto de Vox que la migración de personas que llegan sin papeles “es igual a delincuencia” y asegurar que “la práctica totalidad de los detenidos” son extranjeros. (Tremending)
El pasado miércoles, Pedro Sánchez sufrió hasta dos veces un lapsus ante el presidente de Kenia, hablando de Senegal, dos países que están a unos 6.000 kilómetros de distancia, durante la visita oficial a Kenia del presidente del Gobierno. Un día después fue Feijóo quien confundió el nombre de la novela, 1984, con su fecha de publicación, que fue en realidad en 1949. Lo que obliga a los asesores del líder del PP a revisar las referencias bibliográficas que colocan en los discursos antes de que se ponga a leerlos.
Ayuso patalea a dictado
de MAR. Losantos sentencia a Feijóo en directo. El Mundo agita el avispero. Feijóo
se caga. ¿Quién manda en el PP? La Matriovska. (Skakeo FanZine)
Siguen disparados los beneficios de la Banca y las Energéticas disparados mientras sus esbirros políticos: Vox y PP, ladran contra que se les apliquen impuestos a sus extras en plena crisis.
A simple vista, manada de cebras; pero, si lo haces con zoom o acercamiento, la foto refleja sus sombras.
“Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”. (Ingmar #Bergman (1918-2007), director y guionista de cine sueco).
El humor en la prensa de esta semana: Forges, El Roto, Peridis, Eneko, Enrique, Vergara, Manel F, Miliki y Duarte, Saviote, Flavita Banana…
El humor isleño de Pep Roig:
Los vídeos de esta semana:
Tres jóvenes raperos son los rostros visibles de la
actual persecución de la libertad de expresión en la música del estado español.
Las letras de Pablo Hasel, Valtònyc y Elgio no sólo han sido condenadas por un
sistema judicial en ocasiones poco neutral, sino que también los ha convertido
en víctimas de una fabricación mediática que los muestra como villanos
radicales y enemigos de la democracia.
No Callarem, un film per la llibertat [TEASER]
Tres jóvenes raperos son
los rostros visibles de la actual persecución de la libertad de expresión en la
música del estado español. Las letras de Pablo Hasel, Valtònyc y Elgio no sólo
han sido condenadas por un sistema judicial en ocasiones poco neutral sino que
también los ha convertido en víctimas de una fabricación mediática que los
muestra como villanos radicales y enemigos de la democracia.
NO CALLAREM - Tràiler Oficial (HD) 2022
No Callarem: vivir condenado por tus rimas (CARNE CRUDA #1113)
YOLANDA DÍAZ se emociona al QUITARLE a FRANCO la
MEDALLA al MÉRITO del TRABAJO | RTVE
Polònia - 27/10/2022
Delicte de sedició a tres bandes – Polònia
Barçafocs – Polònia
Jesús Cacho: "no somos dueños de la información" | 'Perro come perro'
La cantante cubana Omara Portuondo (l’Havana, Cuba, 29
de octubre de 1930) y la cantante británica Joss Stone, de 33 años, cantan
juntas todo un clásico: Veinte años.
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