El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el de Vox, Santiago Abascal.
Así lo recordaba en
Público Pepe Viyuela, actor, humorista y payaso: “No hay duda de que en el
gobierno de coalición que ahora termina, la legislatura no ha estado acertado
en todos los frentes. Se podría haber hecho mejor. Seguro. Pero, de cara a los
próximos cuatro años, es la izquierda la que va a seguir defendiendo las
políticas sociales y de respeto a las minorías; la que buscará seguir
garantizando el diálogo social, el respeto al medio ambiente o la transición
ecológica; la que implementará medidas en defensa de la libertad de expresión o
la que propiciará medidas más justas de acceso a la vivienda, defendiendo la
sanidad y la educación públicas y avanzará en los derechos de las mujeres. Al
menos, no tendrán la desvergüenza de negar la violencia machista, ni de hablar
de divorcios duros para disculpar el maltrato. Tampoco hace falta ser
Nostradamus para intuir que, al otro lado del espectro político, y más después
de lo visto en las semanas transcurridas desde el 28 de mayo, el Partido
Popular va a amartelarse con Vox para gobernar. Lo hemos visto estos días.
“Detrás de esta atracción
fatal ya ninguno de ellos oculta su intención de engendrar juntos políticas
negacionistas, machistas, xenófobas, privatizadoras, y ultraliberales. Ahí
están los casos de Valencia, Baleares, Aragón y Extremadura. El avance en todo
el planeta de la ultraderecha en sus distintas variantes (trumpismo, bolsoranismo,
lepenismo o orbanismo, entre otros) ha llegado a nosotros través del
abascalismo patriotero y ha convertido al PP en un rehén enamorado que da
muestras claras de sufrir el síndrome de Estocolmo. Es solo una metáfora, no se
me vayan a enfadar. El Partido Popular está viendo cómo sus intenciones de
hacerse pasar por un partido respetable se esfuman ante el crecimiento de su
travieso vástago. Aquel hijo díscolo que un día se fue de casa dando un
portazo, ha vuelto para liarla parda y están consumando el más descarnado de
los incestos. El hijo respondón le ha quitado al padre las pantuflas y ya le
está pegando con ellas, después de ponerlo a bajar de un burro llamándole
cobarde. ¿Recuerdan aquello de que no hay nada más feo que pegarle a un padre
con un calcetín sudao? Pues eso, que estamos asistiendo a toda una escena sado.
(Ojo, esto es también una metáfora)…
“Por cierto, y volviendo
a la astrología, no sé si se han dado cuenta de que la campaña electoral va a
tener lugar bajo la influencia de Cáncer. Saco esto a colación porque hace
algún tiempo (en este lugar en el que los bosques se visten de espinos),
escribí para este periódico unas líneas en las que comparaba a Vox con un
cáncer que amenazaba con convertirse en metástasis. Aquello molestó mucho y eso
que también era una metáfora. Vuelvo a decir que carezco de dotes
adivinatorias, pero no me acusen de vanidoso si les digo que parece que aquella
metafórica predicción se ha hecho realidad: la enfermedad ha alcanzado su
objetivo y ha colonizado al Partido Popular, pobre. Pero aún cabe la esperanza,
¡ojo!, porque, aunque, como les digo, la campaña tendrá lugar bajo el signo de
Cáncer, el 23 de julio acaba esa influencia y entraremos en la fase de Leo, lo
que ofrece un punto ambiguo pero muy interesante. ¡Ese día se acaba Cáncer!”
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