Con la llegada del otoño,
un aire de magia y esperanza inunda las calles de España. Septiembre marca el
comienzo de una tradición profundamente arraigada en la cultura del país: la
adquisición de décimos de la Lotería de Navidad. La Lotería de Navidad, es uno
de los sorteos de lotería más antiguos del mundo. Su historia comienza en
diciembre de 1812, cuando se celebró por primera tras ser instaurado este nuevo
sorteo por Gobierno de la época de las Cortes de Cádiz con el objetivo de
ingresar más dinero en las arcas públicas sin aumentar los impuestos.
Inicialmente, se le llamó “Lotería Moderna” para distinguirla de la “Lotería
Primitiva”, y el nombre actual de “Sorteo de Navidad” se adoptó en 1892. El
primer premio de este sorteo fue para el número 03604, cuyo boleto costaba 40
reales y el premio fueron 8.000 pesetas. El actual sistema de bolas numeradas y
bombos no se instauró hasta 1913, ya que antes se utilizaba un sistema de
papeles impresos.
En la actualidad, el
sorteo de la Lotería de Navidad se celebra el 22 de diciembre de cada año y es
una parte esencial de las festividades navideñas, siendo organizada por el
Gobierno de España a través de la Lotería Nacional. El premio principal es conocido como “El
Gordo” y reparte 20.000 euros por cada euro jugado, por lo que un décimo -que
cuesta 20 euros-, si es premiado con El Gordo, se lleva 400.000 euros. Además,
existen otros premios de menor cuantía, incluyendo el segundo, tercer, cuarto y
quinto premio. Aunque también existe la “pedrea”, que otorga 1.000 euros por
serie.
Hacienda, la agencia
tributaria española, retiene una parte de los premios de la Lotería de Navidad,
dependiendo del importe del premio. Los premios que se sitúan entre los tres
primeros lugares y superan los 50.000 euros están sujetos a un impuesto del
20%. A partir del cuarto premio, que
corresponde a una suma de 20.000 euros, no se aplican impuestos. Sin embargo,
en 2020, se aumentó el umbral de exención de impuestos a 40.000 euros, lo que
representa un beneficio para los afortunados ganadores.
Ganar un premio en la
Lotería de Navidad es un sueño para muchos, pero las estadísticas indican que
las probabilidades son extremadamente bajas, alrededor del 0,001% (una entre
100.000). Si nos centramos solo en El Gordo, esa posibilidad se reduce a un
0,000011%. A pesar de esto, la emoción y la esperanza siguen siendo parte
fundamental de esta tradición navideña. Uno de los aspectos más emblemáticos es
la participación de los niños de San Ildefonso. Desde 1871, estos jóvenes
cantores se han encargado de anunciar los números premiados en un espectáculo
que es seguido por millones de personas. La elección de San Ildefonso como el
lugar de origen de los niños cantores se debe a su histórica vinculación con el
Real Colegio de Niños de la Doctrina y el Oratorio de San Felipe Neri, donde se
enseñaba a los niños a cantar y a recitar la doctrina cristiana. Hasta 1983,
eran solo los varones los que cantaban los números ganadores, desde entonces
las niñas comenzaron a participar. Todos ellos se entrenan durante meses para
perfeccionar su actuación y, cuando llega el 22 de diciembre, se convierten en
verdaderas estrellas.
La Lotería de Navidad ha
estado ligada a la historia de nuestro país. Así fue el caso durante la Guerra
Civil española, ya que en 1938 hubo dos sorteos, uno respaldado por la
República y otro por el bando franquista. El sorteo republicano tuvo que
trasladarse de Madrid a Valencia y luego a Barcelona debido a la guerra, y los
sorteos de 1936, 1937 y 1938 fueron caóticos y poco fiables. Por su parte,
Franco no organizó el Sorteo de Navidad hasta 1938 en Burgos, cayendo los
premios principales en Andalucía. Así, en el periodo de la guerra se celebraron
“dos loterías nacionales” en un intento de ambos bandos de patrimonializar el
sorteo. Después de la Guerra Civil, el sorteo de Navidad regresó a Madrid, con
un número premiado que otorgó 15 millones de pesetas a los ganadores, una
fortuna para aquel entonces.
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