Jorge Fernández Díaz, periodista y escritor argentino, hace unas declaraciones a Juan Cruz que me confunden. Le confiesa que, cuando tenía 13 años, decidió ser escritor, pero, a los 19, se enamoró del periodismo. “Durante 25 años –declara ante mi asombrosa coincidencia con el mismo–, el periodismo fue mi esposa y la literatura, mi amante. Ambas se disputaron tiránicamente mi tiempo. Cuando escribí ‘Mamá’, las dos vocaciones se amigaron y ahora soy un bígamo feliz. Cuando escribo literatura lo hago con elementos del periodismo y cuando ebrio periodismo lo hago como si fuera novela. Ese fue el truco que me permitió correr las fronteras de la prensa para narrar los sentimientos”.
Lo que escribe este gran periodista-escritor
argentino, con quien coincido en muchas de mis señas de identidad, no deja de sorprenderme.
Mi vida profesional siguió por
sederos paralelos. Hasta el punto de no saber descifrar si lo que pienso sobre
mí tiene cierto parecido a lo declarado por Fernández Díaz o lo que dice este
escritor es un pensamiento que se refleja en mi propia experiencia. Sea lo que
sea, le admiro y me identifico plenamente con ese punto de vista periodístico-literario.
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