“La pederastia es uno de los mayores escándalos de la Iglesia católica del siglo XX, si no el mayor. Es un problema estructural, legitimado institucionalmente por las más altas jerarquías durante décadas, desde el Vaticano hasta los obispos de numerosas diócesis de todo el mundo”. Así de contundente se expresa Juan José Tamayo (Amusco, Palencia, 1946) doctor en teología por la Universidad Pontificia de Salamanca y doctor en filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid, sobre el escándalo de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia, una realidad a la que se acerca con ambición en su reciente publicación “Pederastia: ¿Pecado sin penitencia?” (Taurus). Tamayo denuncia el negacionismo, el silencio y el ocultamiento, por parte de la jerarquía eclesiástica, de los crímenes de pederastia cometidos por sacerdotes en el seno de la Iglesia durante décadas. Nos lo recuerda Jesús Bastante en ElDiario.es: “En base a numerosa documentación, el libro de Juan José Tamayo, ofrece una visión cruda de los silencios y las culpas que han rodeado esta realidad ocultada durante décadas. También recoge la reivindicación de las víctimas, que el Defensor del Pueblo ha calculado en al menos 240.000 personas, y el papel de los medios de comunicación a la hora de destapar un escándalo del que solo conocemos la punta del iceberg. ¿Y el papel de la propia Iglesia? Tamayo no duda: ‘Sorprende que sectores católicos ultraconservadores se dediquen a hacer escraches a las puertas de las clínicas de aborto y no los hagan en las iglesias y los domicilios de los sacerdotes pederastas que siguen ejerciendo el ministerio sacerdotal’. La pederastia es uno de los mayores escándalos de la Iglesia católica del siglo XX, si no el mayor, el que más descrédito ha provocado en esta institución bimilenaria. Es un problema estructural, institucionalmente legitimado. No vale decir que son casos aislados y marginales, todo lo contrario: la pederastia se ha producido en todos los espacios del poder eclesiástico y en sus dirigentes: cardenales, arzobispos, obispos, miembros de la Curia romana, miembros de congregaciones religiosas, responsables de parroquias, capellanes de Congregaciones religiosas femeninas, profesores de colegios religiosos, formadores de seminarios y noviciados, padres espirituales, confesores, etcétera. En España hay cosas que son la mejor demostración del desprecio a las víctimas y de la falta de compasión con ellas por parte de un importante sector de la jerarquía católica española, que se convierte así en responsable y cómplice de dichos crímenes: primero el negacionismo, el silencio, el ocultamiento de los crímenes durante décadas y la permisividad del delito; después el encubrimiento, la minusvaloración del número de pederastas y de víctimas (‘solo pequeños casos’, afirmó Luis Argüello, secretario de la Conferencia Episcopal Española) y la falta de denuncia ante los tribunales. Y, por último, la auditoría encargada por la Conferencia Episcopal Española al despacho de abogados Cremades & Calvo Sotelo”.
Intentando averiguar cuál es la razón de este crimen, Juan José Tamayo cree que se encuentra en el poder detentado por las personas sagradas, un poder omnímodo y en todos los campos. “Hay poder sobre las conciencias, poder sobre las mentes, poder sobre las almas y sobre los cuerpos, que se convierten en propiedad de las masculinidades sagradas, objeto de colonización y de uso y abuso a su capricho. Un poder que se basa en la masculinidad sagrada, sin control. Un poder patriarcal sobre las mujeres, los niños, las niñas, los adolescentes, los jóvenes y las personas más vulnerables y más influenciables. Pero quizá lo más grave es que el comportamiento criminal de los pederastas y el silencio de la jerarquía terminan por desacreditar a toda la comunidad cristiana. Hoy, que ya conoce tamaños crímenes, debe levantar la voz profética de denuncia contra los pederastas y sus cómplices. Callar se convierte en delito: delito de silencio”. Cuando Juan José Tamayo terminó el libro, el título le vino de manera espontánea. Reconoce que, durante los últimos 80 años, la jerarquía no reconoció la gravedad del pecado ni la humillación a la que fueron sometidas las víctimas, miró para otro lado ante las denuncias que recibía, y se limitó a cambiar de destino a los pederastas a otros lugares de España u otros países, donde seguían delinquiendo con impunidad. “A las víctimas se les imponía silencio para salvar el buen nombre de la Iglesia. Esto generaba un clima de permisividad con los agresores, una atmósfera de oscurantismo para con las víctimas y un ambiente de complicidad de la jerarquía. Sin duda, también, o ha sido, un pecado –y un delito– sin castigo. Si, en la Iglesia católica, no se impuso la penitencia a los pederastas conforme a la gravedad del pecado, en el ámbito de la administración de justicia no se impusieron las penas conforme al delito. Pareciera que la jerarquía eclesiástica y la Justicia hubieran hecho un pacto, la primera para negar el pecado y la segunda para no investigar ni castigar el delito. La jerarquía optó por el silencio y el encubrimiento. En el caso de la administración de justicia había un miedo reverencial a los obispos y al clero. La simbiosis no podía ser mayor. No olvidemos que vivíamos en un régimen de nacionalcatolicismo en el que los poderes estaban al servicio de la dictadura y el poder religioso la legitimaba. Mi impresión es que dicho miedo sigue manteniéndose hoy en un sistema en el que todavía quedan no pocos restos de nacionalcatolicismo”.
Tamayo nos advierte que, hasta hace muy poco tiempo, la sociedad, y la comunidad cristiana eran desconocedoras de los crímenes. Ahora las cosas son distintas. Los casos de pederastia son conocidos y los pederastas tienen nombres y apellidos. En la sociedad se han creado asociaciones de víctimas que concientizan a la sociedad, denuncian a los pederastas, acompañan a las víctimas que tristemente siguen sintiéndose solas y reclaman la rehabilitación de la dignidad pisoteada y una justa y necesaria reparación por los daños causados que en muchos casos duran toda la vida. “En el seno de la Iglesia católica, hay colectivos cristianos muy sensibilizados hacia el problema. Uno de los más madrugadores fue la asociación Iglesia sin abusos, creada en 2002 en una parroquia madrileña ante las agresiones sexuales de un sacerdote. Llegó a denunciar el caso ante la Fiscalía, ganó en la Audiencia y el Tribunal Superior confirmó la sentencia. El arzobispo (Rouco) fue condenado como responsable civil subsidiario”. Según el teólogo, las víctimas deben convertirse en el centro de las investigaciones. Sus relatos deben ser creídos, sus sufrimientos, compartidos, sus heridas, curadas. “Son ellas las que tienen la verdadera autoridad, como afirmaba el teólogo alemán Johann Baptist Metz de las víctimas del Holocausto. Hay que anteponer la atención a las víctimas sobre la protección de los intereses de la institución eclesiástica, que tantas veces las ha olvidado, y no ha mostrado compasión con ellas. Una vez conocida su existencia, su magnitud y gravedad, los cristianos y las cristianas no pueden guardar silencio. Deben denunciarla, condenarla. ¿Cómo? Exigiendo cambios estructurales, no simples revoques de fachada. Es necesario despatriarcalizar, desjerarquizar, desclericalizar, desmasculinizar y democratizar la Iglesia católica. El Papa Francisco acaba de afirmar que es necesario desmasculinizar la Iglesia y escuchar a las mujeres para ver la realidad desde otra perspectiva. Hay que exigir a la jerarquía transparencia, la apertura de los archivos donde se encuentran las informaciones sobre agresiones sexuales cometidas dentro de la Iglesia católica, porque la verdad está por encima de la inviolabilidad de los documentos. Su negativa, que tienden a justificar en los Acuerdos con la Santa Sede, es un acto de encubrimiento de los pederastas y de complicidad con ellos. Hay que reclamar la eliminación del celibato obligatorio de los sacerdotes, y pedir la supresión de los seminarios tal y como están actualmente organizados: internados donde los aspirantes al sacerdocio viven segregados de la juventud, de la familia y de la sociedad”. Tamayo aprecia una desproporción entre las penas impuestas por el Código de Derecho Canónico a los pederastas y las aplicadas a las mujeres que interrumpen el embarazo. “La máxima sanción para los pederastas es la expulsión del estado clerical, que rara vez se aplica; la que se aplica a las mujeres que abortan es la excomunión latae sententiae, cuando los abusos sexuales constituyen un grave delito y el derecho al aborto está reconocido en la legislación de varios países, incluido España. Sorprende, asimismo, que sectores católicos ultraconservadores se dediquen a hacer escraches a las puertas de las clínicas abortistas y no los hagan en las iglesias y los domicilios de los sacerdotes pederastas que siguen ejerciendo el ministerio sacerdotal”.
El presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omellá, en una foto de archivo.Ángel Gabilondo no es cura, pero pocos políticos, e incluso no demasiados curas, lo parecen más que él. Hasta cuando estaba en la política partidista, el actual Defensor del Pueblo tenía mucho más de padre Ángel que de ministro Gabilondo. Por eso, el informe sobre abusos sexuales en la Iglesia patrocinado por la institución que dirige y presentado a finales de octubre del año pasado en el Congreso de los Diputados tenía una credibilidad a prueba de injurias. Antonio Avendaño escribió entonces en ElPlural.com: “Gabilondo no da, nunca dio, nunca dará el perfil de rojo comecuras dispuesto a todo con tal de desacreditar a la Iglesia católica. A ello ha de sumarse la astucia vaticana que seguramente inspiró su decisión encargar la encuesta sobre abusos sexuales no al CIS de Félix Tezanos, sino a una consultora demoscópica tan absolutamente libre de toda sospecha para las derechas como GAD3, que dirige Narciso Michavila, genio indiscutido de la demoscopia nacional hasta el pasado 23 de julio. Los datos de la encuesta no han gustado a un sector de la dirigencia eclesiástica, pero la metodología impecable con que han sido obtenidos los hace difíciles de rebatir: al menos 440.000 personas han sufrido abusos sexuales por parte de religiosos o personas vinculadas a la Iglesia. Es la proyección obtenida de extrapolar a toda la población adulta actual lo confesado por los 8.013 entrevistados por GAD3. Los datos de España no son, en todo caso, muy distintos de los obtenidos por métodos similares en Francia, Alemania, Gran Bretaña, Irlanda o Estados Unidos: la pederastia ha sido un mal endémico en la Iglesia de Roma, aunque su perímetro exacto sea muy difícil si no imposible de precisar debido al manto de silencio y de vergüenza que siempre pesó sobre unas víctimas que hasta en el 80 y aun el 90 por ciento de los casos no se atrevieron a denunciar los abyectos abusos a que fueron sometidas. Sin embargo, ni el nombre inmaculado de Michavila ni el perfil angelical del Defensor han convencido al severo presidente de la Conferencia Episcopal España, Juan José Omella, para quien ‘las cifras extrapoladas por algunos medios son mentira y tienen intención de engañar’; por fortuna, piensa el cardenal veterotestamentario, tales intentos están condenados a sucumbir ante la infinita capacidad de perdón de “tantísimos buenos sacerdotes y religiosos” prestos a aceptar sin una queja “las críticas e incluso las difamaciones al estilo de Jesús”.
El prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano, Maximino Caballero Ledo.Maximino Caballero Ledo, el prefecto de la Secretaría de Asuntos Económicos de la Santa Sede y 'guardián' del dinero vaticano, explica la apuesta de Francisco tras los escándalos de corrupción: “La credibilidad de la Iglesia está muy dañada. La reforma es difícil porque se pide un cambio radical de lo que durante siglos se ha hecho de modo diferente. Se pide a los entes un cambio radical de algo que durante siglos han hecho de modo diferente y no es fácil. No sólo estamos introduciendo burocracia, que la hay, también hay controles y disciplina”. Caballero Ledo es ‘el hombre del Papa’ para la economía, y uno de los laicos con mayor poder en el Vaticano. Desde noviembre de 2022, pasan por sus manos todos y cada uno de los euros que llegan y salen del minúsculo Estado. Una responsabilidad especialmente delicada después de la histórica sentencia que en diciembre pasado condenó a una decena de funcionarios vaticanos, entre ellos el cardenal Angelo Becciu, por malversación de fondos y corrupción. Era la primera vez en la historia moderna que los tribunales de la Santa Sede juzgaban –y condenaban– a un cardenal. “Hay que recuperar la credibilidad de la Iglesia, que está muy dañada”, admite el prefecto de la Secretaría de Asuntos Económicos que, hace unos días, semana visitó nuestro país para participar en unas jornadas organizadas por la Universidad Católica de Valencia y Caixabank. Caballero revela algunos de los pasos de la compleja propuesta de reforma de las finanzas vaticanas, “un proceso a largo plazo que, aunque comenzó en 2014, prácticamente estamos empezando”. El prefecto pide “paciencia” y asegura que “habrá ajustes” con un objetivo principal: “Recuperar la credibilidad”, reitera. De los mercados y, también, de los fieles, para unas arcas que sufrieron como pocas los ajustes derivados de la pandemia, con déficits que superaron los cien millones de euros, pero también con decisiones de marcado carácter social, como rebajar los sueldos de los cardenales, obligarles a pagar alquiler en los apartamentos donde residen y, especialmente, no despedir a ningún trabajador del Vaticano durante la crisis del coronavirus. El prefecto pide “paciencia” y asegura que “habrá ajustes” con un objetivo principal: “Recuperar la credibilidad”, reitera. De los mercados y, también, de los fieles, para unas arcas que sufrieron como pocas los ajustes derivados de la pandemia, con déficits que superaron los cien millones de euros, pero también con decisiones de marcado carácter social, como rebajar los sueldos de los cardenales, obligarles a pagar alquiler en los apartamentos donde residen y, especialmente, no despedir a ningún trabajador del Vaticano durante la crisis del coronavirus. “Con todo, añade Jesús Bastante, el prefecto pide ‘paciencia y asegura que ‘habrá ajustes’ con un objetivo principal: ‘Recuperar la credibilidad’, reitera. De los mercados y, también, de los fieles, para unas arcas que sufrieron como pocas los ajustes derivados de la pandemia, con déficits que superaron los cien millones de euros, pero también con decisiones de marcado carácter social, como rebajar los sueldos de los cardenales, obligarles a pagar alquiler en los apartamentos donde residen y, especialmente, no despedir a ningún trabajador del Vaticano durante la crisis del coronavirus”.
Antonio Avendaño recuerda: “La encrucijada de la Iglesia española ante el abrumador informe del Defensor era esta: ser santa o ser poderosa. La santidad aconseja aceptar de buen grado que, en efecto, cientos de ministros de la Iglesia cometieron gravísimos pecados y, en consecuencia, buscar la manera de compensar a las víctimas y hacerse perdonar por ellas. El poder, en cambio, aconseja negar la evidencia, demonizar al mensajero y dejar para mejor ocasión el examen de conciencia, el dolor de los pecados, el propósito de enmienda y el cumplimiento la penitencia. El dilema, en todo caso, no era meramente eclesiástico. No había debate político de calado que no sea una variación del combate interminable que, antes o después, las instituciones del Estado dignas de serlo acaban teniendo consigo mismas: es el combate entre el poder y la santidad, entre la necesidad y la virtud, entre la utilidad y la bondad, entre Bentham y Kant, entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. Un exceso de bondad puede ser dañino para institución, pero un exceso de pragmatismo acaba resultando letal. No conozco a ningún cura que sea pederasta, pero sí a un par o tres de ellos cuya vida está dedicada no al proselitismo, sino a dar consuelo material y espiritual a personas a quienes nadie se lo daría si ellos no lo hicieran. Esos curas misericordiosos –y los seglares que los secundan– son lo mejor que tiene la Iglesia: ellos son los 50 justos del Génesis por los cuales Sodoma merecía ser perdonada por Jehová, ellos los 36 justos de la tradición talmúdica cuya piedad sostiene al mundo y a los que mencionaba Borges en ‘El libro de los seres imaginarios’: ‘Si no fuera por ellos, Dios aniquilaría al género humano. Son nuestros salvadores y no lo saben’. Los ministros son a un Gobierno o los secretarios generales a un partido lo que los obispos a una Iglesia, pero la naturaleza de las instituciones que unos y otros administran es bien distinta: el Gobierno no está obligado a ser santo sino a ser útil, mientras que la Iglesia pierde todo su sentido si la gente observa que se desentiende de la santidad y no ampara a los desamparados. La Iglesia, si todavía es poderosa, lo es por ser santa, no al revés, como parecen creer tantos obispos; lo que todavía la hace poderosa es lo que queda en ella de santidad, sin la cual está perdida. Si, a la hora de gestionar el gravísimo asunto de la pedofilia y demás abusos sexuales, la Iglesia española se comporta como un partido político y no como una institución evangélica, como una fundación misericordiosa, seguirá cavando su tumba. No socavará su poder, pero sí su santidad, sin la cual su poder es polvo, sombra, niebla, nada”.
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Elecciones gallegas. Un día eres joven y al otro una monja te mete la papeleta del PP en el bolsillo. (Tremending)
Según El SaltoDiario, varias monjas cuya orden todavía no han podido identificar han sido pilladas por los vecinos de la localidad pontevedresa de Vigo colocando a varios ancianos la papeleta en la mano.
El desconcierto por la mascletá del alcalde de Madrid junto a zonas verdes sigue imperando en la capital. A las críticas, o más bien al sentimiento de perplejidad, se sumó el periodista de TVE Lorenzo Milá, quien publicó en sus redes sociales una reflexión que no paró de cosechar likes. “300 kg de pólvora explotando en pleno Manzanares urbano renaturalizado, un delicado espacio acuático que va recuperando poco a poco aves, peces y otros animales. ¿Es necesario este disparate? ¿No hay otro sitio mejor en toda la ciudad?”. Los manifestantes portaban carteles con mensajes de ‘no quiero petardos’ o ‘más empatía con el autismo de niños y adultos’. En este sentido, además de expresar su rechazo, los opositores corearon consignas tales como “asesinos” o “más sanidad y menos mascletà”.
La oposición y diferentes asociaciones ecologistas se opusieron a la mascletà, denunciando el impacto que esta tendría sobre la fauna local del parque a orillas del Manzanares. La presidenta de la Comunidad de Madrid participó el lunes en el desayuno informativo de Nueva Economía Forum. Sus declaraciones vinieron a raíz de la imagen de un pato muerto, supuestamente, durante la mascletà del domingo. La imagen del pato se volvió viral en redes, convirtiéndose en una anécdota que simbolizaba el impacto ecológico de las explosiones del espectáculo de Almeida. Las asociaciones animalistas denunciaron que fueron varias las aves muertas a causa de los miles de petardos detonados en Madrid Río. Manuela Bergerot (Más Madrid) compartió la foto del pato en su cuenta de X, calificando la mascletà como “un pinchazo estrepitoso que ha costado 48.000 euros”. Ayuso se mofó de la muerte del pato para atacar a los detractores de la mascletà. “Hay que hacer un análisis de la fauna en Madrid porque es de peor condición”, ironizó Ayuso y aprovechó la oportunidad para hablar de política nacional, comparando el impacto de la mascletà con los San Fermines. La presidenta atacó a Bildu, pidiendo que expliquen “que están en contra de los San Fermines por cuestiones animalistas, que yo lo vea”.
Pese a la resaca por las elecciones gallegas, Susanna Griso introdujo este asunto de conversación en la mesa de debate de 'Espejo Público'. Mientras que se abordaba la celebración de esta festividad importada en Madrid Río. Y salieron a relucir las graves consecuencias en los animales. “Pues no sé. Qué necesidad había de hacerla ahí, de verdad”, comenzó asegurando. Eso sí, ha querido hacer énfasis en un hecho que debía tenerse en cuenta: “las serias dudas que había por parte de las asociaciones ecologistas”. Y añadió: “A mí me encantan las mascletàs, pero podía hacerse en otro lugar”.
Gonzalo Miró rechazó la mascletà.Gonzalo Miró, habitual en las tertulias televisivas, no dudó en atizar al regidor popular por convertir la mascletà en un acto “ideológico”. El programa de La Roca, presentado por Nuria Roca en LaSexta, dedicó buena parte de su tertulia política a debatir sobre la controvertida iniciativa implementada por el Ayuntamiento de Madrid. La conductora del espacio, natural de Valencia y amante de las Fallas, reconoció que le iba a costar no pronunciarse sobre esta cuestión. De hecho, aseguró que nadie que sea valenciano y le guste la mascletà “se le ocurriría pensar que una mascletà tiene ideología”. “Una mascletá, dijo, no tiene ideología, pero esto se ha convertido en algo ideológico. Otra cosa es que esté bien hecho o que sea necesario, pero es inaudito que sea ideológico. No obstante, Gonzalo Miró, uno de sus contertulios aportó una visión completamente distinta. rechazó el argumento de Nuria Roca, afirmando que, efectivamente, el debate de la mascletà madrileña tiene un matiz ideológico por “el lugar en el que se ha realizado”. Con una postura crítica respecto al Partido Popular, subrayó que al alcalde capitalino “le da igual” toda cuestión que tenga que ver con el medio ambiente “desde que se presentó en campaña”. El tertuliano recordó que el leitmotiv electoral del regidor era “quitar Madrid Central”. En este sentido, puntualizó que había ubicado la mascletà en “el lugar donde más especies de aves hay en todo Madrid. Donde más va a hacer daño”, resumió. Varios colaboradores del programa compartieron su visión sobre la mascletà, a excepción de Juan del Val, que se ha abonado a la opinión de su mujer.
El que fue mano derecha de Ábalos, Koldo García, fue detenido junto a su mujer y un hermano por corrupción en la compra de mascarillas. El muchacho ya venía con antecedentes penales que, por cierto, de algún delito fue indultado por el PP de Aznar. Mucha vista la que tiene José Luis pá fichar. (Skakeo FanZine).
Un tuitero que muestra cómo se extendió el fuego en València.El edificio fue construido
por Fbex entre 2005 y 2008 y contaba con 138 viviendas de lujo en la época del
boom inmobiliario, aunque por problemas diversos no cumplió las expectativas.
El humor en la prensa de esta semana: Forges, El Roto, Peridis, Vergara, Eneko, Manel F., Enrique, Riki Blanco, Asier y Javier, Flavita Banana, J. M. Nieto, Kap, J. R. Mora, Harca..
Julián Assange puede ser
extraditado esta semana desde Londres a los EEU, por haber dado a conocer
documentos no desclasificados de Wikyleaks y podría ser condenado a más de cien
años de cárcel. Lo que supondría su muerte por el hecho de informar y un aviso
para los periodistas de investigación.
Pep Roig, desde Mallorca, en Última Hora:
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