Existen municipios
rodeados completamente de suelo extranjero, islas de territorios de una
comunidad dentro de otra y localidades que han modificado el lado de la frontera
en que caían en diversas ocasiones. Sin embargo, no hay caso alguno como el de
Os de Civís, una pedanía ilerdense a la que no se puede entrar desde España. La
pequeña población del Pirineo leridano es la protagonista de una historia sin
igual. Os de Civís, también denominado Aós de Civís, posee el rango de entidad
local dependiente de Valles del Valira, en Lleida. Se trata de un enclave único
por su condición geográfica: el único acceso que tiene se realiza desde Sant
Julià de Loria, ciudad situada en el Principado de Andorra.
Situado en la coma del
Seturia y cuna del río Aós, que se genera por la unión de los ríos Setúria y
Salòria, se sitúa en el valle homónimo. Este, pese a pertenecer a la vertiente
andorrana, siempre ha sido considerado territorio español. Así, la única manera
de acceder al resto de municipios vecinos españoles es mediante una pista
terriza que asciende hasta el Collado de Conflent, a 2150 metros de altitud, y
que habitualmente está cubierta de nieve en los meses de invierno y primavera.
Durante la crisis del
coronavirus en la primavera de 2020 una persona fue denunciada al tratar de
utilizar dicha ruta, para acceder desde Francia hasta Barcelona. Debido a ello,
los propios vecinos trataron de evitar la propagación de contagios en su
entorno mediante la colocación de carteles que restringían el acceso únicamente
a los propietarios. Muy próximo al pueblo se encuentra el Pic del Salòria, una
montaña de casi 2800 metros que domina todo el valle. También corona el Parque
Natural del Alto Pirineo, el mayor espacio natural de toda Cataluña. Para
llegar al pueblo hay que pasar previamente por Bixessarri, un pequeño pueblo
andorrano de 40 habitantes que se suele incluir en las rutas turísticas del
entorno debido a su belleza. Bañado por el río Aós, cuenta con una iglesia
románica y sus casas, de pizarra negra, respetan la arquitectura pirenaica.
Os de Civís tenía, hace
tres años, 79 habitantes censados, pero sus calles se llenan de turistas con el
buen tiempo. Cuenta con casas rurales, restaurantes y un hotel. Además, gran
parte de las casas, varias de ellas medievales y de arquitectura típica
pirenaica, han sido reformadas para poder acoger a una población que estuvo a
punto de desaparecer. Unas inmensas
riadas en el año 1982, la falta de electricidad y la de teléfono produjeron una
amplia migración de vecinos a otros puntos con más recursos. Tal tendencia se
invirtió gracias a una campaña de promoción puesta en marcha por los vecinos
del pueblo. Constituidos como asociación, lograron dinamizar el pueblo y
reformarlo gracias a la llegada del turismo. La iglesia de San Pere i Santa
Margarida, de arquitectura románica y ubicada sobre un antiguo castillo, cuenta
con privilegiadas vistas a los paisajes circundantes. Un privilegio capaz de
atraer a gran cantidad de visitantes, principalmente franceses.
La situación geográfica
ha supuesto que los habitantes de este pequeño pueblo, pese a ser españoles,
tengan una estrecha relación con Andorra. Los jóvenes del pueblo se forman en
escuelas andorranas. Al tiempo, las instituciones vecinas sustentan el
mantenimiento y limpieza de la carretera o financian el servicio de recogida de
basuras. En cambio, las votaciones electorales o temas judiciales se resuelven
en municipios vecinos españoles y la seguridad ciudadana corresponde a los
Mossos d’Esquadra. Para acceder al pueblo necesitan de una autorización
especial y lo hacen escoltados por la policía del principado. El suministro
eléctrico lo aporta una productora eléctrica de la comarca catalana de Urgell.
Según una vieja leyenda,
los prados del Valle de Aós estaban en disputa entre los pastores catalanes y
los andorranos. Para solventar su titularidad, se organizó una pelea entre los
mejores luchadores de ambos bandos, que se celebró en el Coll de la Botella. La
liza se saldó con el luchador catalán como vencedor. Todos los pastos en
disputa pasaron a pertenecer, desde entonces, a la parroquia de Aós, y más
tarde a España. En ningún momento se ha puesto en duda la legitimidad del
acuerdo.
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