“Si el sábado te fuiste a
dormir a una hora prudente -recordaba ayer Juanlu Sánchez-, el domingo
amaneciste con unas imágenes difíciles de creer. Te confieso que lo primero que
pensé fue: inteligencia artificial. Pero no. Era realmente Donald Trump con un
reguero de sangre en la cara, alzando el puño entre una multitud de agentes de
seguridad que lo sacaban en volandas del escenario de un mitin. Una imagen para
la historia, que podría haber sido radicalmente diferente, imprevisible en lo
político además de trágica en lo personal, si esa bala hubiera pasado dos
centímetros más acá. Estados Unidos, el país que lleva una década jugando con
fuego en la cima del mundo, ha estado a dos centímetros del magnicidio, del
asesinato de un candidato a presidente. Y no un candidato cualquiera.
Un francotirador abrió
fuego desde un tejado a unos 120 metros desde donde Donald Trump se dirigía a
sus seguidores en una localidad de Pensilvania. Pudo realizar varios disparos
antes de ser abatido por otro francotirador, el del servicio de protección de
Trump. Una de las balas rozó la oreja del candidato republicano, causándole una
herida leve y dejando al mundo en vilo durante los segundos que pasaron entre
que Trump se tiró al suelo y se levantó por su propio pie. Menos suerte tuvo
una persona del público, que murió en el acto por el impacto de una bala, y dos
hombres más que resultaron heridos graves.
El expresidente de
Estados Unidos Donald afirmó el domingo durante una entrevista con el New York
Times que “se supone” que debo “estar muerto” después de sobrevivir al intento
de asesinato durante un mitin en Pensilvania, calificado de “experiencia muy
surrealista”, según recogió Europa Press. Trump llevaba durante la entrevista
un vendaje blanco que le cubría la oreja y el personal insistió en que no le
tomaran fotografías. “Se supone que no debo estar aquí, se supone que debo
estar muerto”, subrayó, antes de señalar que lo estaría si no hubiera girado
ligeramente la cabeza hacia la derecha para leer un cartel. El magnate aseveró
que mientras los agentes del Servicio Secreto le sacaban del escenario, él
quería seguir hablando con sus simpatizantes, pero le dijeron que no era seguro
y que tenían que llevarlo a un hospital.
Por otro lado, aprovechó
la ocasión para agradecer a los agentes que le protegieron y abatieron al
tirador. “Le mataron de un tiro entre los ojos. Hicieron un trabajo fantástico.
Es surrealista para todos nosotros”, añadió. “Mucha gente dice que es la foto
más emblemática que han visto jamás. Tienen razón y no morí. Normalmente hay
que morir para tener una foto emblemática”, agregó al comentar la emblemática
fotografía en la que sale levantando el puño mientras decía 'Lucha' varias
veces.
En otra entrevista con el
periódico Washington Examiner, el exmandatario aseguró haber reescrito por
completo su discurso para la convención con el objetivo de abordar este momento
y abogar por la unidad del país. El ataque, en el que resultó herido leve en su
oreja derecha después de que la bala la rozara, se saldó con la muerte de un
simpatizante y con otros dos heridos, que fueron hospitalizados. El atacante,
identificado como Thomas Matthew Crooks, de 20 años, fue abatido segundos
después por un francotirador del Servicio Secreto en el tejado desde el que
efectuó los disparos.
Joe Biden obviamente ha
condenado el hecho, como políticos de todo el mundo, desde Milei a Maduro, de
Macron a Pedro Sánchez.
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