Nadia Anjuman fue una poeta y periodista afgana nacida en 1980 y fallecida en el 2004, Herat, a causa de heridas causadas por su marido, Farid Anjuman. Para los talibanes, incluso si un padre le enseñaba a escribir a su hija, sería condenado a la pena de muerte. Las mujeres tenían prohibido trabajar, estudiar y reírse en voz alta. Solo se les permitía coser y bordar. Anjuman y sus compañeras estudiaban a escritores prohibidos como William Shakespeare, Honoré de Balzac, Fiódor Dostoevsky, Charles Dickens, León Tolstoy, James Joyce y Nabokov. Si hubieran sido atrapadas, el régimen talibán las hubiera condenado a ser ahorcadas. Nadia fue asesinada por su marido, Farid Anjuman y los familiares de éste, al considerar que la publicación de su libro de poemas “deshonraba” a la familia. Su poesía describía la opresión que sufren las mujeres afganas. Un fragmento de uno de los poemas de Nadia Anjuman dice:
“Estoy enjaulada en esta esquina
llena de melancolía y pena…
mis alas están cerradas y no puedo volar…
Soy una mujer Afgana y debo lamentarme”.
El 4 de noviembre de
2005, la policía encontró su cuerpo en su casa, en la ciudad occidental de
Herat. Poco después, el funcionario superior de la policía, Nisar Ahmad Paikar,
indicó que su esposo había confesado haberla golpeado, pero no haberla
asesinado. Él sostuvo que la joven se habría suicidado. Se informó que Nadia
murió como resultado de un corte en la cabeza. La sangre que vomitó podría
ayudar a determinar la causa de su fallecimiento, publicó la agencia de noticias
Pajhwok. Los familiares de Nadia Anjuman ―los mismos que, junto con su esposo,
son sospechosos de la golpiza― lograron impedir que se llevara a cabo la
autopsia correspondiente.Su suegra y su esposo fueron encarcelados.
Desde la prisión, el
esposo de Anjuman insistió en que él no era culpable del asesinato: «No he
matado a Nadia. ¿Cómo iba a matar a alguien a quien yo amaba? Tuvimos una
pequeña discusión y solo le di una bofetada en el rostro, una sola vez. Se fue
a otra habitación y cuando volvió me dijo que había tomado veneno. Me dijo que
me perdonaba por abofetearla y me suplicó: “No le digas a nadie que tomé
veneno; diles que morí de un ataque al corazón”». Maria Bashir, fiscal de la
ciudad de Herat, se muestra escéptica: «Una de las razones por las que se
sospecha del esposo es que no la llevara al hospital sino hasta cuatro horas
después de darle una paliza».Además, tanto su marido como otros familiares de
Anjuman no permitieron que los médicos llevaran a cabo una autopsia, pese a
presentar una gran herida en el cráneo, impidiendo así averiguar la causa de la
muerte de la escritora.
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