Pepe, “el del Popular”, desapareció en marzo de 1991.
Un personaje de la banca que
prometía elevados intereses y daba créditos sin hacer preguntas, desapareció
después de un desfalco de 36 millones de euros. Era asturiano y se llamaba José
Pérez Díaz –conocido por “Pepe, el del Popular”–. Pepe dirigía la sucursal
número 1 del Banco Popular de Santander y multiplicó los beneficios de clientes
que acudían a esta oficina de la elitista zona de Puertochico. Olga Agüero nos
recuerda en Eldiario.es su rocambolesca historia: “Excitados por el boca a boca
del milagro de los panes y los peces, el nombre de Pepe 'el del Popular' se
hizo muy conocido por su gran amabilidad. Pero, sobre todo, por otras virtudes,
como dar mayores intereses al abrir una cuenta en otras oficinas del propio
banco, blanquear dinero negro o dar créditos con extraordinaria ligereza sin
hacer muchas preguntas. En las libretas de los clientes, que se utilizaban
entonces para apuntar los movimientos, solo figuraban sus iniciales. Pero pese
a los sospechosos indicios, todos guardaban silencio porque salían notablemente
beneficiados. Todo el mundo hizo la vista gorda. La oficina de Pepe era como la
consulta del médico: todos los clientes querían tratar personalmente con él y
esperaban horas hasta que les recibía. Trabajaba hasta los domingos. Dicen que
era un encantador de serpientes, un hombre inteligente, extremadamente amable y
persuasivo, que se ganó la confianza de las personas adineradas e influyentes
de Santander. ‘Uno era el último de la clase si no tenía libreta con él’,
testificó en el juicio un acusado. Hasta que el 28 de febrero de 1991, José Pérez Díaz recibió una llamada de un directivo
del banco, anunciándole una inspección que se produjo a principios de marzo. El
día antes Pepe acudió al velatorio de un compañero, el cajero de la oficina con
el que protagonizó una comentada anécdota. Juntos, dos años antes, habían
impedido un robo en la oficina de Puertochico y colaboraron en la detención del
atracador que iba armado con una escopeta. Después, desapareció. Cuando al día
siguiente el director regional del Banco Popular entró por la puerta de la
sucursal, el responsable ya no estaba allí para darle explicaciones. Pero dejó
una pista. Dos cartas en el buzón del abogado Antonio Sarabia y una abultada
documentación con anotaciones manuscritas que la mujer de Pepe, Esperanza
Murillo, hizo llegar al abogado”.

Pepe, el del Popular, volvió por unas horas a Santander.
En una de las misivas,
José Pérez escribió que todo empezó cuando una empresa de Gijón debía cuatro
millones de pesetas al Banco Popular. Como la operación la había firmado él
cuando estuvo destinado en Asturias, le hicieron volver para encargarse de cobrarlo.
Pepe lo resolvió pagando la deuda con dinero de otro cliente. El banco quedó
satisfecho y él recibió una palmadita. Entonces a Pepe se le ocurrió montar el
banco paralelo que prometía más intereses y que daba dinero a los que lo
necesitaban. Si un cliente estaba en números rojos, le hacía un ingreso con
dinero de otro cliente para superar la mala racha. Si otro necesitaba un
crédito, se lo concedía sin más requisitos. De esta forma iba tapando agujeros.
Hasta que la cosa se complicó al no haber dinero ni para los descubiertos ni
para pagar los elevados intereses que prometía. Todo se precipitó por un
agujero negro de enormes dimensiones. Y, cuando empezaron a analizar las
anomalías detectadas en la auditoría se destapó un desfalco mayúsculo. Fue
costoso saber qué estaba pasando en la sucursal. De hecho, un equipo de 23
ejecutivos del Banco Popular trabajó durante tres meses hasta que desentrañaron
aquella estructura piramidal. Pepe había creado un banco paralelo. De los 2.000
clientes que tenía la sucursal seleccionó a 300, los más exclusivos, a los que
ofreció una remuneración más elevada de lo normal, un 12%, cuando lo normal era
un 10%. Las cartillas de los clientes VIP eran en realidad libretas B que
registraban movimientos de ingresos y pagos al margen de la contabilidad
oficial del banco. De esta forma se descubrió que se habían esfumado 6.000
millones de pesetas (aproximadamente 36 millones de euros) y que había más de
250 perjudicados, entre empresarios, inversores e instituciones y entidades
como la Cámara de la Propiedad Urbana de Cantabria, el Casino de El Sardinero,
el Igualatorio Médico Quirúrgico, la Mutualidad de Previsión Social o la
Asociación de la Prensa de Cantabria. Y Pepe
desapareció aquel día de marzo de 1991 tras salir del velatorio de su
compañero y se perdió su rastro durante 18 años. Su esposa, Esperanza Murillo,
tenía la obligación de presentarse en el juzgado cada 15 días, pero huyó de
Santander un año después. Desde entonces, no se sabe nada de ella. Al parecer,
el matrimonio solo se vio una vez en México, según confesó el propio Pepe, y
continuaron caminos diferentes.

“Pepe –sigue Olga Agüero contando– nunca había llamado la
atención. Tampoco parecía llevar una vida ostentosa. Residía en un piso de
alquiler, desde que le trasladaron de Asturias a Santander, y se acababa de
comprar un chalet adosado. Un terreno y un puñado de acciones eran todo su
patrimonio. Ni rastro de lujo. Paradójicamente, poco antes de desvelarse el
fraude, Pepe acababa de recibir un homenaje como
empleado del año, por los buenos resultados de su sucursal. Así que, ante
la situación y para evitar un mayor escándalo, el banco se vio obligado a dar
por buena la contabilidad B y acabó pagando a los afectados por el fraude las cantidades
que tenían anotadas en cartillas sin registrar en el banco y en su mayoría sin
nombre, identificadas solo por iniciales. No obstante, también hubo
reclamaciones. Seis años después, un juzgado condenó al Banco Popular a pagar a
un arquitecto los 226 millones de pesetas que alegó tener depositados en dicha
entidad. Pese a la ausencia de los principales imputados, la Audiencia de
Cantabria celebró un juicio en 2004 sobre el desfalco en el Banco Popular en el
que se juzgó a seis personas por su presunta complicidad con Pepe. Solo una de
ellas fue condenada a un año de cárcel: Eduardo Álvarez. El tribunal declaró
probado que, entre 1986 y 1991, Pepe montó un banco paralelo a través del cual
conseguía depósitos millonarios de numerosos clientes que, en parte, se apropió
y, en parte, desvió al empresario Eduardo Álvarez para financiar sus empresas
familiares. Según la sentencia, cobró más de 1.000 millones de pesetas con
cheques bancarios de otras personas y solo devolvió a Pepe la mitad y ni
siquiera a los clientes de cuyas cuentas habían salido los fondos. Según se
hizo público en aquel momento, Álvarez dijo en el juicio que los abogados de
varios clientes afectados por el fraude ofrecieron al banco facilitar la
dirección de Pepe a cambio de un millón de dólares, pero que a la entidad no le
interesaba que apareciese”.
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Diana
Ortega Romero (i), esposa de José Pérez Díaz, alias "Pepe el del
Popular", (d) llora mientras su esposo camina durante su liberación.
Cuando estalló el
escándalo, Pepe tenía 39 años, mujer y cuatro hijos. Se fugó a México y se
convirtió en Roberto García Gómez. Allí se ganaba la vida trabajando, primero
de contable en una pequeña empresa y después de comercial de pinturas y de
materiales de construcción. Lo extraño es que él no vivía como un millonario.
Lo qué pasó con el dinero que desapareció es una incógnita. En alguna ocasión
dijo que llegó a Veracruz con 750.000 pesetas y un cheque de 3.000 dólares que
cobró un mes después como José Pérez Díaz sin ninguna complicación. En otras declaraciones
afirma que se fue sin dinero. Se publica que un empresario le dio diez millones
de pesetas antes de subirse a un avión en Barajas rumbo a México. Lo cierto es
que Pepe fue alternando varios trabajos y conoció a una mujer con la que
consolidó una relación con el nacimiento de un hijo al que bautizan con el
nombre falso del padre: Roberto. Se casan en 1995. Durante 18 años vive como un
prófugo refugiado en una identidad falsa y lleva una nueva vida tranquila y
discreta. Todo salta por los aires el día que la empresa de construcción para
la que trabajaba se empeña en enviarle a una feria profesional en Chicago.
Probablemente, fue la solución para acabar con la farsa y recuperar su
identidad. Pepe va a la Embajada de Estados Unidos para solicitar el visado. Y,
al estampar sus huellas digitales se descubre la orden de detención
internacional librada a la Interpol por la Justicia española. Lo detienen allí
mismo y le envían a la prisión de Veracruz. Desde allí hace una llamada
telefónica. Una de las más duras de su vida en la que confiesa a su pareja,
Diana Judith, su verdadera identidad y su pasado en España, después de 13 años
de vida en común mintiendo sobre sí mismo. “Hacía ya tiempo que tenía ganas de
terminar con esta vida que llevaba. No digo que haya provocado la detención,
pero tampoco extremé muchas medidas para que no se diera”, confiesa en una
entrevista con la Agencia EFE en Veracruz.

José
Pérez Díaz vendía azulejos y material para baños en México bajo la identidad
falsa de Roberto García Gómez.
A las dos semanas queda
en libertad. El Juzgado de Instrucción número 3 de Santander estima que los
delitos de apropiación indebida y falsedad documental que se le imputaban y han
prescrito. Nada más salir de la cárcel viaja a España acompañado de su abogado
para acabar de resolver su situación y renovar su caducado carné de identidad.
El viaje se lo pagó Telecinco a cambio de una entrevista en el programa 'Rojo y
negro'. Tuvo tiempo para desplazarse a Asturias y saludar a sus familiares y
para volver a Santander en una visita rápida y en la que desayunó en un hotel
de El Sardinero con un antiguo compañero de la sucursal. El Banco Popular
recurrió la prescripción del caso y el asunto llegó hasta el Tribunal Supremo,
que lo desestimó definitivamente en 2011. A partir de entonces, Pepe se instaló
en Castellón, donde trabajaba como representante para Latinoamérica de una
empresa de materiales de construcción, y más tarde y en paralelo empezó a
gestionar un hotel en la localidad gallega de Barreiros. “A medio camino entre
Bernard Madoff y 'El Dioni', Pepe 'el del Popular' nunca ha admitido haberse
llevado el dinero. “Estaría viviendo en la costa mexicana sin hacer nada y
desde que llegué a México tuve que trabajar para subsistir”, aseguró en una
entrevista. Dice que el dinero se quedó en el banco y en los clientes, “en
pasivos, invertido en créditos y en bonos gubernamentales”. En la versión que
Pepe dio en el programa televisivo dijo que el banco trabajaba con dinero negro
de personas con ahorros que no querían declarar. A estos se les daba una
libreta con un código diferente del resto, firmadas por el director del banco,
y el dinero se invertía. “Con ese dinero se llegaron a financiar importantes
campañas electorales de la época y también puedo decir que los directivos de la
entidad conocían todo lo que sucedía, pero no hicieron nada porque no pensaron
que iba a ser para tanto”, confesó. El protagonista de esta historia sostiene
que el banco siempre supo dónde estaba. Por si a la historia le falta algún
ingrediente, cuando Pepe 'el del popular' era el mexicano Roberto García tuvo
en suerte frecuentar a la gran Chavela Vargas, que mantuvo una estrecha amistad
con su mujer Diana. Hasta tal punto que Televisión Española grabó un reportaje
con la cantante en la casa de Pepe, quien tuvo buen cuidado de no dejarse
grabar porque seguía siendo un prófugo de la justicia. Pero allí estaba,
delante de los ojos de todos los que le buscaban.
Otros comentarios,
imágenes, fotos y fotomontajes:
E. Musk evoca el saludo nazi.
Elon Musk, en la toma de
posesión de Donald Trump, hizo un gesto que evocaba claramente el saludo nazi,
un símbolo cargado de un pasado que no necesita interpretación. Sin embargo, el
espectáculo no estuvo en el acto en sí, sino en la cascada de excusas que
emergieron para justificarlo: que si era un “saludo romano”, un malentendido
cultural o, incluso, un gesto descontextualizado. Se evitó a toda costa nombrar
lo evidente: Musk reprodujo un gesto que encarna los valores más oscuros de la
historia reciente. En la Antigua Roma no se hacía ese saludo de manera habitual
o formal. Es una idea que se ha ido construyendo mucho después entre
confusiones e invenciones. El gesto aparece puntualmente en obras artísticas ya
en el siglo XVIII y, como saludo romano, aparece por primera vez en una
película italiana de 1914. En 1919, un grupo armado lo usó por primera vez en
Italia. Empieza a popularizarse y Mussolini lo adoptó como saludo oficial del
Partido Fascista en 1922. Y, literalmente, hasta hoy. La máquina de la
narrativa rápidamente actuó para proteger su imagen. Mientras unos
trivializaban el gesto, otros lo enmarcaban como una provocación inofensiva o
incluso como un acto de libertad de expresión. Pero, detrás de estas
justificaciones, se esconde algo más grave: la normalización de gestos y
símbolos que, en otro tiempo, no habrían dejado lugar a dudas sobre su
significado. La complacencia ante estas acciones no solo blanquea el pasado,
sino que sienta las bases para repetirlo, esta vez con un rostro que lleva el
disfraz de la modernidad tecnológica.

Iker Jiménez defiende a Elon Musk y le llueven
las respuestas: “El que ve caras en las manchas de la pared no ve el saludo
nazi”.
Una
nueva voz autorizada que ha creído necesario aportar su opinión. Nada más y
nada menos que la de un experto en las Caras de Bélmez, el Chupacabras, la
emergencia climática y la DANA de València: don Iker Jiménez. El presentador televisivo
sale en defensa del más débil, el hombre más rico del mundo. Lo hace con el
argumento de autoridad que da usar un documento totalmente independiente: la
biografía de Elon Musk autorizada por Elon Musk. Y defiende el saludo nazi de
Elon Musk: “Ya me gustaría tener a mí su talento”. El músico, Ismael Serrano,
que no pudo resistirse a comentar la ironía de lo que Jiménez ve y lo que no,
comenta: “Son capaces de escuchar con nitidez la voz de un niño rezando el
rosario en forma de psicofonía en una grabación cutre hecha de madrugada en un
cementerio. Pero, por lo que sea, esto no lo ven”. (Tremending)
Sánchez señala a Musk por amenazar la democracia y propone acabar con el anonimato en redes
Pedro Sánchez sorprendió
el pasado miércoles en el Foro Económico de Davos al proponer terminar con el
anonimato en las redes, destapar los algoritmos y crear un frente común contra
los 'tecnooligarcas' que amenazan la democracia, una velada referencia a Elon
Musk, dueño de X. De hecho, el presidente español ha usado una de las frases
más famosas del nuevo presidente de EEUU, Donald Trump, en cuyo gabinete va a
estar Musk afirmando “Let's make social media great again”. El presidente
español ha asegurado que va a proponer tres medidas a los líderes europeos en
el próximo Consejo Europeo: terminar con el anonimato en las redes sociales,
abrir la caja negra de los algoritmos para que existan unas reglas y haya
moderación en el contenido y que los dueños de las redes sociales tengan que
rendir cuentas por el contenido de las mismas. Las redes sociales “están
erosionando el sistema democrático al fomentar la desinformación”, dijo
Sánchez, solicitado responsabilidades a los propietarios de las redes sociales.
(Diariocrítico)


Vox + PP + Junts votaron
ayer contra:
- La subida de las
pensiones.
- Mantener el bono del
transporte público.
-Tramitar ayudas a los
afectados por la DANA.
- Ayudas para la
eficiencia energética.
- Gravar los beneficios
extraordinarios de las Multinacionales Energéticas (con PNV)
Querido currito de
Derechas. Ellos NUNCA trabajarán para ti. Tú nunca serás ellos.
La libertad, presa.
Richard Gere deja los Estados Unidos y se muda a España con su familia, prometiendo no regresar nunca, citando razones relacionadas con Elon Musk.
El humor en la prensa de
esta semana: El Roto, Peridis, Eneko, Vergara, Manel F., Miki y Duarte, Ricardo, Napi, Antón, Flavita
Banana, Tomás…
