viernes, 27 de junio de 2025

Cristo se paró en Boadilla.


Imagen del Corcovado dee Boadilla, con 37 metros de altura

David Torres cuenta bajo este título en Publico que, en 2007, se celebró una votación entre internautas para escoger las nuevas Siete Maravillas del mundo contemporáneo. Donde no hubo discusión posible fue en el espanto que supuso la inclusión del Cristo Redentor de Río de Janeiro, una estatua muy grande y asombrosamente fea que parece un ambipur gigante o un Cristo de los chinos visto con una lupa.

“Lo del Cristo grande ande o no ande no es una exclusiva de los brasileños, ya que en México, Bolivia, Polonia y Colombia hay Cristos más grandes todavía, aunque desde luego no tan famosos. En cuestiones religiosas, se conoce que el tamaño sí importa. O tienes un Cristo de treinta metros de altura y un millar de toneladas en las afueras o eres un ateo del carajo. Sin embargo, lo que hace impresionante al Cristo Redentor de Río de Janeiro no son sus dimensiones ni su estética sino su localización: plantado a 700 metros sobre el nivel del mar, en el Cerro de Corcovado, el Cristo abre sus brazos sobre la bahía y en las fotografías aéreas da la impresión de que realmente estuviera abrazando al mundo.

“Madrid, que ya cuenta con los torreznos más sabrosos del planeta, las residencias de ancianos más imprevisibles y un Cañón del Colorado mejor aún que el original, compite ahora por hacerse con el disputado puesto del Cristo más grande del mundo. En cuanto a altura, el proyecto rebasa en siete metros al de Río de Janeiro y en uno al de Swiebodzin, en Polonia (que, con su corona de oro, parece más bien un Rey Mago buscando su camello), pero donde no tendrá rival es en la ubicación elegida: un islote entre la M-50, la M-501 y la Ciudad Financiera. Si me lo visten de picoleto y le ponen un silbato y una gorra podría ponerse a dirigir el tráfico. 

“Lo que llama la atención, frente al Cristo brasileño y al polaco, es la desnudez con que pretenden mostrar este dispendio multimillonario: los bocetos de la figura con los brazos abiertos recuerdan a Cristiano Ronaldo celebrando un gol, pero los escultores deberán andarse con mucho ojo, no vaya a salirles un Cristo calcado a Pablo Iglesias con coleta. Se calcula que, entre unas cosas y otras, el importe total de la construcción rondará los 17 millones de euros, tirando por lo bajo, un dineral que se pretende que salga únicamente de donativos populares y que no tendrá coste alguno para las arcas públicas. O sea, más o menos igual que los 300 millones que se fundieron en la ruina de la Fórmula 1 en Valencia y que vamos a repetir en Madrid punto por punto gracias a Ayuso y Almeida.

“Dudo mucho que un profeta que predicaba la caridad, la austeridad y la pobreza hubiese consentido este homenaje ciclópeo a mayor gloria de una urbe con un complejo de inferioridad galopante y una presidenta atacada de delirios de grandeza. Con los millones que va a costarnos este sindiós bien podrían arreglarse buena parte de los problemas de vivienda en la capital, los sueldos de los profesores y el desastre de la sanidad madrileña, pero todo sacrificio es poco a la hora de mostrar un ombligo visible a varios kilómetros de distancia. A lo mejor, gracias a esta exhibición de egolatría sin precedentes, Boadilla se convierte en un centro de peregrinación mundial para ver el chorro de automóviles de la M-50 fluyendo bajo un par de sobacos. De momento Boadilla es famosa por su piscina municipal, en cuyo merendero servían un conejo al anillo memorable. Probablemente, el mejor conejo al ajillo del planeta”.

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