Imagen del Corcovado dee Boadilla, con 37 metros de altura
David Torres cuenta bajo
este título en Publico que, en 2007, se celebró una votación entre internautas
para escoger las nuevas Siete Maravillas del mundo contemporáneo. Donde no hubo
discusión posible fue en el espanto que supuso la inclusión del Cristo Redentor
de Río de Janeiro, una estatua muy grande y asombrosamente fea que parece un
ambipur gigante o un Cristo de los chinos visto con una lupa.
“Lo del Cristo grande
ande o no ande no es una exclusiva de los brasileños, ya que en México,
Bolivia, Polonia y Colombia hay Cristos más grandes todavía, aunque desde luego
no tan famosos. En cuestiones religiosas, se conoce que el tamaño sí importa. O
tienes un Cristo de treinta metros de altura y un millar de toneladas en las
afueras o eres un ateo del carajo. Sin embargo, lo que hace impresionante al
Cristo Redentor de Río de Janeiro no son sus dimensiones ni su estética sino su
localización: plantado a 700 metros sobre el nivel del mar, en el Cerro de
Corcovado, el Cristo abre sus brazos sobre la bahía y en las fotografías aéreas
da la impresión de que realmente estuviera abrazando al mundo.
“Madrid, que ya cuenta
con los torreznos más sabrosos del planeta, las residencias de ancianos más
imprevisibles y un Cañón del Colorado mejor aún que el original, compite ahora
por hacerse con el disputado puesto del Cristo más grande del mundo. En cuanto
a altura, el proyecto rebasa en siete metros al de Río de Janeiro y en uno al
de Swiebodzin, en Polonia (que, con su corona de oro, parece más bien un Rey
Mago buscando su camello), pero donde no tendrá rival es en la ubicación elegida:
un islote entre la M-50, la M-501 y la Ciudad Financiera. Si me lo visten de
picoleto y le ponen un silbato y una gorra podría ponerse a dirigir el
tráfico.
“Lo que llama la
atención, frente al Cristo brasileño y al polaco, es la desnudez con que
pretenden mostrar este dispendio multimillonario: los bocetos de la figura con
los brazos abiertos recuerdan a Cristiano Ronaldo celebrando un gol, pero los
escultores deberán andarse con mucho ojo, no vaya a salirles un Cristo calcado
a Pablo Iglesias con coleta. Se calcula que, entre unas cosas y otras, el
importe total de la construcción rondará los 17 millones de euros, tirando por
lo bajo, un dineral que se pretende que salga únicamente de donativos populares
y que no tendrá coste alguno para las arcas públicas. O sea, más o menos igual
que los 300 millones que se fundieron en la ruina de la Fórmula 1 en Valencia y
que vamos a repetir en Madrid punto por punto gracias a Ayuso y Almeida.
“Dudo mucho que un
profeta que predicaba la caridad, la austeridad y la pobreza hubiese consentido
este homenaje ciclópeo a mayor gloria de una urbe con un complejo de
inferioridad galopante y una presidenta atacada de delirios de grandeza. Con
los millones que va a costarnos este sindiós bien podrían arreglarse buena parte
de los problemas de vivienda en la capital, los sueldos de los profesores y el
desastre de la sanidad madrileña, pero todo sacrificio es poco a la hora de
mostrar un ombligo visible a varios kilómetros de distancia. A lo mejor,
gracias a esta exhibición de egolatría sin precedentes, Boadilla se convierte
en un centro de peregrinación mundial para ver el chorro de automóviles de la
M-50 fluyendo bajo un par de sobacos. De momento Boadilla es famosa por su
piscina municipal, en cuyo merendero servían un conejo al anillo memorable.
Probablemente, el mejor conejo al ajillo del planeta”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario