Dinamarca celebra cada
dos años unas elecciones en las que los alumnos de entre 13 y 15 años votan a
los partidos políticos para introducirse en el sistema democrático. Durante
tres semanas, los alumnos debaten unos temas propuestos por el Consejo de
Juventud Danés (DUF), como si se tratara de una campaña electoral. Finalmente,
se celebra un día de votaciones en los centros escolares de todo el país, que
culmina con una noche electoral en el Parlamento que es retransmitida por la
televisión pública DR. Un simulacro que sirve para que los alumnos se interesen
y familiaricen con el sistema político democrático.
Pero, este año, según
cuenta el periodista Óscar Puente, la mesa del Parlamento les ha prohibido
debatir sobre el reconocimiento del Estado palestino. Lo que ha indignado a los
alumnos y a los centros escolares. Los argumentos de la mesa del Parlamento
para justificar el veto son que el conflicto entre Israel y Palestina es un
tema “demasiado complejo y sensible” para ser debatido por los estudiantes, a
pesar de ser un tema de actualidad. La medida fue respaldada por cuatro de los
cinco partidos con más presencia en el Parlamento y que forman parte de la
mesa, con mayoría del partido socialdemócrata y del partido liberal Venstre.
El presidente de la mesa,
Søren Gade (liberal), defendió la decisión alegando que el tema de Palestina se
puede debatir en algunas escuelas sin problemas, pero en otros centros corre el
riesgo de poner a jóvenes de grupos minoritarios en una situación muy incómoda:
“No se puede tener un debate adecuado sobre este tema con el poco tiempo que
duran las elecciones escolares, pero, en cambio, sí que puede incendiar un
aula”, dijo. Gade también señaló que “hay riesgo de que el debate divida más a
los alumnos en vez de unirlos en un diálogo democrático”, que es el objetivo
final de las elecciones.
En elecciones escolares
anteriores, los alumnos habían abordado temas como la acogida de refugiados, el
endurecimiento de las penas de prisión o la deportación de inmigrantes en el
país nórdico, pero ninguno de ellos levantó tanta polémica como el
reconocimiento de Dinamarca a un Estado palestino y nunca se había decidido
vetar un tema de las elecciones. Y, desde los partidos de la oposición, la
presidenta de las juventudes Rojas-Verdes, Sarah Abildskov, calificó el asunto
como “un problema democrático del Parlamento”. “No debería haber nada de lo que
no podamos hablar en la escuela danesa, eso no debería pasar en una
democracia”.
Otros directores de
escuelas han señalado que hace tiempo que, en sus aulas, ya discuten sobre la
guerra en Gaza, como por ejemplo Helle Mønster, directora de Ellehøjskolen de
Aarhus, donde el 90% de los alumnos tienen un origen étnico diferente al danés:
“Hemos hablado del conflicto en Gaza durante toda la guerra sin que la
discusión explotara. Si queremos educar a nuestros jóvenes para participar en
democracia, no servirá de nada imponer la censura, en vez de eso, tenemos que
garantizar un marco y unas reglas para que no surjan conflictos durante el
debate”, decía Mønster.
El redactor jefe de
Politiken, Christian Jensen, afirmaba en una columna editorial que, con el veto
del Parlamento, “la censura se disfraza de protección a los jóvenes” y acusaba
a los diputados de “subestimar gravemente las capacidades de la juventud
danesa”. Finalmente, Jensen se preguntaba si “lo que no les gusta realmente a
los partidos de la mesa del Parlamento es la actitud de los jóvenes daneses
frente a la guerra en Gaza y lo que cada día más gente cree que se aproxima a
ser un verdadero genocidio”.
El Ejecutivo, formado por
una coalición entre socialdemócratas, liberales y moderados, apoyó el pasado
mes una revisión de las relaciones entre la Unión Europea e Israel, pero no impuso
sanciones contra el Estado de Israel. En cambio, el Gobierno de la primera
ministra, Mette Frederiksen, ha permitido que los fabricantes de armas daneses,
de forma directa o indirecta, continúen suministrando piezas para los aviones
caza F-35 con los que Israel bombardea la Franja.
A diferencia de sus
países nórdicos vecinos, Dinamarca no ha reconocido la soberanía de un Estado
para Palestina, mientras que Suecia lo reconoció en el año 2014 y Noruega lo
hizo en el año pasado junto con España e Irlanda.
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