lunes, 25 de febrero de 2008

25 de febrero. Sarkozy, enfermo del ego.


Dos semanas después de su matrimonio con la cantante Carla Bruni, la vida privada de Nicolás Sarkozy y su imagen política, en la cima de la popularidad hasta hace poco, declinan peligrosamente. El presidente francés pasa sus peores momentos. Ocho de cada diez franceses considera que su manera de proceder concuerda mal con la idea que tienen de un jefe de Estado. Incluso su propio electorado es escéptico y, según una encuesta, sólo el 35% aprueba su actitud. El inquilino del Elíseo pierde puntos en muchos sectores, hasta el extremo de que más de la mitad de los franceses duda de su capacidad para dirigir el Gobierno. "Los franceses –explica Bruno Jeanbart, director de estudios políticos de OpinionWay– tienen la sensación de que Nicolas Sarkozy se ocupa menos de ellos que de su vida privada".

Estas apreciaciones coinciden con el rechazo del Metro de París de una publicidad de información internacional mantenida por el “Courier International”. El cartel publicitario jugaba con un titular del diario español “El País” sobre el presidente francés. El titular decía: “Visto desde Madrid, Sarkozy, ese gran enfermo”. Metrobús, filial publicitaria del Metro de París, justificó su oposición porque “la regla es que no se pueden generar polémicas desde los muros del metropolitano. Sólo se pueden presentar temas políticos con opiniones cuando eso no suscita controversia”. Philippe Thureau-Dangin, director de 'Courier International', propuso cambiar el título por "Sarkozy, ese enfermo del ego", pero no hubo acuerdo en las negociaciones.

La controvertida imagen del presidente francés se enfrenta a una rara coalición de 17 líderes de diferentes signos políticos, firmantes en el “Marianne” del manifiesto: “Llamamiento del 14 de febrero”. El amplio abanico de personalidades que lo avalan incluye al ex primer ministro gaullista, Dominique de Villepin, al centrista, François Bayrou, y los socialistas, Ségolène Royal y Bertrand Delanoë. El texto anti-Sarkozy está centrado en los puntos más conflictivos del perfil y de las actividades del presidente, aunque no le citan en ningún momento. Los firmantes proclaman su intención de "defender por separado o conjuntamente" los principios fundamentales de Francia, "como siempre se hizo en la historia de la República".

Los firmantes subrayan que se opondrán "a toda deriva hacia formas de poder puramente personalistas, propias de una monarquía electiva". Manifiestan su intención de defender los principios "fundamentales de una laicidad firme y tolerante", y de proteger "la independencia de la prensa". Exigen "una política exterior digna". Todos demuestran su voluntad de combatir a un presidente que, en el fondo, empieza a dar señales de no tener más programa que la propia promoción personal.

Otras anécdotas reflejan el nivel bajo al que el presidente habría llegado. En el último fin de semana, durante la inauguración del Salón de la Agricultura, Sarkozy llamó "gilipollas” a un ciudadano que le negó el saludo con malos modos. Un vídeo recoge la escena con el insulto de Sarkozy, tras haberse introducido en medio de la multitud, mientras saluda con un "buenos días" a los agricultores y ganaderos asistentes y les estrecha la mano, sonriente. De pronto, un hombre le niega el saludo. "No me toques, que me ensucias". Sarkozy replica: "Lárgate, entonces. Lárgate, gilipollas” y continúa estrechando manos sin inmutarse lo más mínimo.

La prensa francesa recuerda el antecedente de un choque verbal del presidente de la República con unos pescadores bretones, ocurrido hace unos meses. En esa ocasión, fue increpado por uno de ellos quien, le echó en cara la diferencia de sus salarios y le vituperó con un insulto de contenido sexual. Entonces Sarkozy se indignó e invitó al pescador a acercarse para decírselo a la cara, pero el marinero no accedió: "Si voy, te pego en la cara, así que mejor que no".

Sólo la política exterior, área por excelencia reservada al jefe del Estado, le da un respiro a pesar de la controvertida visita a París del presidente libio, Muamar el Gadafi, el pasado diciembre. El 58% de los franceses aprueba la manera que tiene Sarkozy de recibir a sus homólogos y el malestar con Gadafi se interpreta como un hecho coyuntural. En todo caso, para que la imagen del presidente se recupere habrá que esperar el resultado de las elecciones municipales del 9 y 16 de marzo, que se anuncian favorables para el Partido Socialista.

El último choque verbal coincide con la publicación este último fin de semana en el "Journal du Dimanche" de un sondeo que confirma la fuerte caída de Sarkozy en las encuestas. Un 6% dice estar satisfecho con su labor; un 32%, bastante satisfecho; un 34%, más bien descontento y un 28%, muy descontento.

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