martes, 4 de marzo de 2008

4 de marzo. Socialistas y populares se sienten ganadores.


Requerido por un Rajoy necesitado de sentirse vencedor, Aznar ha apoyado públicamente a Rajoy en su discurso. Algo “bueno para el PSOE –escribe Antonio Casado en El Confidencial–, malo para el candidato del PP”. El ex presidente pide el voto a populares. Aunque "igual no se entusiasman con Mariano", reconoce en un alarde de sinceridad. Por su parte, Gabriel Elorriaga desvela en el Financial Times la estrategia básica de su partido de cara a las elecciones del 9-M. "Sabemos que nunca nos van a votar, pero si logramos crear suficientes dudas sobre la economía, la inmigración y los nacionalismos, los votantes socialistas quizás se queden en casa. Nosotros –aclara el secretario de comunicación del PP en el diario londinense– estamos diciéndoles que su Gobierno no está aportando soluciones a sus problemas. El resultado electoral depende del impacto de ese mensaje". Pero el mismo día, el viernes pasado, en que aparecían estas declaraciones en uno de los periódicos más prestigiosos del Mundo, la oficina de información del PP las desmentía. Posteriormente, la periodista Leslie Crawford, autora de la entrevista, se ratificaba en lo publicado y Elorriaga, preguntado por esta cuestión, añadía: “No me atrevo a jurar que, a lo largo de una hora y media, no lo dijera”.

Declaraciones y desmentidos habituales en tiempo de elecciones. Todo se dice y se promete en mítines y en la pequeña pantalla, en la que se intenta convencer a un electorado, ávido de promesas. Luego, periódicos, radios y canales televisivos los interpretarán a su modo. Así, los dos grandes debates televisivos en los que sólo se invitó a representantes del PSOE y del PP, dejando a parte a IU, PNV y el CiU que presentaron recurso al Supremo y éste lo rechazara. Ambos debates fueron presentados como definitivos para ganar las elecciones. En el primero, un Rajoy especialmente agresivo se ganó el aplauso de los suyos. Pero el PSOE se sintió victorioso. En el segundo, el candidato del PP hizo catastrofismo sin aportar soluciones, acusó repetidas veces a Zapatero “de mentir a los españoles”, de estar falto de credibilidad, de que “no tiene ninguna idea de España”, de “estar fuera de la realidad”. Pero el Barómetro de la Sexta y el diario Público aseguran que el 42’2 por ciento del público se inclinaron por Zapatero y el 29’8 por ciento, por Rajoy. Según la Cuarta, un 44 por ciento, por Zapatero y un 29 por ciento, por Rajoy. Pero, en sus cuarteles generales cada uno celebró su triunfo a su manera. “Ganó Rajoy, exclamó Acebes, exultante, mientras Zapatero perdió los papeles”. “Zapatero se ha impuesto a Rajoy”, aseguró Caldera, contestando con rotundidad y firmeza las "graves acusaciones" y "mentiras" que pronunciara el candidato popular.

Antonio Casado, en “La derecha sin complejos: una estrategia suicida del PP”, sostiene que, con la campaña, el PP decidió suavizar el tono: “Rajoy era el hombre tranquilo que mira al futuro, mientras que el PSOE, paradójicamente, elaboraba un guión más agresivo para movilizar a sus electores e inducir la participación mediante la ‘tensión’. Entonces se produjo el debate televisado Pizarro-Solbes y la estrategia del PP saltó por los aires. La dinamitaron los promotores de la ‘derecha sin complejos’. La flojera de Pizarro pareció intolerable. Toda una advertencia para Rajoy. Era preciso a sacar el látigo contra Zapatero y sobreponerse al repaso de Solbes”. Desde este momento, el PP recuperó su discurso bronco en los dos debates televisivos. Y sacó de la chistera los consejos de Aznar quien hizo oír su voz en los mitines.

El PSOE prosiguió con su "tensión" y el PP con su “crispación”. Pero éste era acusado por los socialistas de no lograr atraer votos suficientes de un electorado del centro ni de izquierdas. No consiguió ni un voto más por llamar mentiroso a Zapatero o declararle enemigo de las víctimas del terrorismo, como Elorriaga confesaba. Tampoco parece haber conseguido una abstención lo suficiente alta para lograr su victoria. Y la estrategia del PP no mina la credibilidad del PSOE.

Financial Times recuerda que Mariano Rajoy "es un líder apagado", que no ha sabido sacudirse la sombra de Aznar y que "ha conspirado en una campaña de la Iglesia católica para cuestionar la legitimidad del Gobierno". En cambio, el periódico califica a Zapatero de “aburrido”. Destaca su política social orientada a crear un sociedad "decente y tolerante", aunque critica la baja productividad y elevado déficit. "Con la debilidad económica como telón de fondo y una fuerte corrección del mercado inmobiliario, los contendientes parecen estar intentando o asustar o sobornar a los votantes españoles". Pero tanto socialistas como populares están convencidos de que el 9-M ganarán las elecciones.

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