martes, 7 de abril de 2009

El SADAE no perdona.


Me acaban de pasar el siguiente E.Mail, tutilado “Síndrome de Atención Deficiente Activado por la Edad (SADAE)”. El texto explica cómo se manifiesta:
“Decido lavar el auto. Al ir al garaje, veo que hay correo en la mesita de la entrada. Decido revisar las cartas antes de lavar el auto. Dejo las llaves del auto en la mesita, voy a tirar los sobres vacíos y las propagandas en el tacho de basura y me doy cuenta de que está lleno. Decido dejar las cartas –entre las que hay una factura – en la mesita, y sacar la bolsa de basura afuera.
“Entonces pienso que, ya que voy afuera, puedo pagar la factura con un cheque y echarlo en el buzón que está a 10 metros de la puerta. Saco del bolsillo la chequera y veo que queda uno solo.Voy al escritorio a buscar otra chequera y encuentro sobre la mesa la coca cola que me estaba tomando y se me había quedado olvidada. Saco la lata para que no se vuelque sobre los papeles y me doy cuenta que se está calentando, por lo que decido llevarla a la heladera.
“Al ir hacia la cocina me fijo en que el jarrón de flores de la cómoda de la entrada está sin agua. Dejo la coca cola sobre la cómoda y descubro los anteojos de cerca que estuve buscando toda la mañana. Decido llevarlos a mi escritorio y, después, poner agua a las flores.
“Llevo los anteojos al escritorio, lleno una jarra de agua en la cocina y, de repente, veo el control remoto del televisor. Alguien se lo olvidó en la mesa de la cocina. Me acuerdo que anoche lo estuvimos buscando como locos. Decido llevarlo al living, donde debe estar, en cuanto ponga el agua a las flores.
“Echo un poquito de agua a las flores y la mayor parte se derrama por el suelo. Por lo tanto vuelvo a la cocina, dejo el control remoto sobre la mesa y agarro unos trapos para secar el agua. Voy hacia el hall tratando de acordarme qué es lo que quería hacer con estos trapos...
“Al final de la tarde el auto sigue sin lavar, no pagué la factura, el tacho de basura está lleno, hay una lata de coca-cola caliente en la cómoda, las flores siguen sin agua, sigue habiendo un solo cheque en mi chequera, no consigo encontrar el control remoto de la tele ni mis anteojos de cerca, hay una fea mancha en el parquet de la entrada y no tengo ni idea de dónde están las putas llaves del coche.
”Me quedo pensando cómo puede ser que, sin haber hecho nada en toda la tarde haya estado todo el tiempo a los saltos y esté tan cansado.
“Y no te rías, porque, si aún no te pasó, ¡ya te va a pasar!”
Confieso que, a mis 66 años, a menudo me ocurre algo parecido. Tengo tantos temas en la cabeza, tantas cosas interesantes que hacer, tanto que leer y que escribir, tantos debates y actos en los que me gustaría participar, tantos correos que me gustaría contestar… que me siento en esta misma positura. Lo peor del caso es que, pese a mi situación de jubilado, no tengo suficiente con las 24 horas del día en las que incluso robo horas al sueño. Y cada jornada que pasa, siento que el tiempo de mi vida se me va acortando y que nunca podré hacer todo lo que me apetece.
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El escolta de Castro. Capítulo IX. La vida privada de Castro, contada por uno de sus escoltas privados más próximos.

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