jueves, 10 de septiembre de 2009

Alcalde de Pozuelo: “Los energúmenos no son de aquí”.


Batalla de Pozuelo.

Juan José Martín, alcalde socialista de Pinto, aseguraba hace varias semanas que los altercados que se produjeron durante el pregón de inicio de las fiestas, en las que se protestó contra su decisión de suprimir las corridas, fueron provocados por “un grupo de jóvenes que venían movilizados” y que no eran “ni tan siquiera” de la localidad, pero que estaban dispuestos a romper el pregón. Dichos jóvenes procedían de la derecha, a juzgar por las manifestaciones de apoyo del PP, dispuesto a seguir defendiendo las corridas, principal motivo alegado, “aunque tuvieran que pagarlas con el dinero de sus bolsillos”.

Un mes más tarde, vuelve a haber disturbios en vísperas de fiestas, esta vez en Pozuelo de Alcorcón, un pueblo tranquilo, con bajas tasas de delincuencia y altas de renta per cápita, lo que produce aún más perplejidad. El saldo negativo de los mismos era evidente: veinte detenidos –siete de ellos, menores de edad–, 10 policías heridos, coches oficiales quemados, mobiliario urbano destrozado… Unos incidentes que saltaron inmediatamente a Youtube y que el alcalde, Gonzalo Aguado, del PP, se apresuró a criticar. “Se trata –sentenció– de un grupo de energúmenos llegados de fuera con la intención de reventar las fiestas”.

Como siempre, tanto para los socialistas como para el PP, la culpa es de los de fuera. “Lo malo es que los pijos de la sierra madrileña –escribe Antonio Casado, en El Confidencial– pueden haber descubierto que lo del último sábado, en el recinto ferial y frente a la Comisaría de Pozuelo, es bastante más divertido que el botellón… La secuencia empieza en Pozuelo de Alarcón y termina en Las Rozas, a finales de septiembre, y antes pasa por Majadahonda y Villaviciosa de Odón, ciudades gobernadas por el PP. Dicho sea sin ninguna connotación política aplicable a los sucesos que nos ocupan y no deben repetirse. Podrían estar gobernadas por el PSOE y nada hubiera sido diferente respecto a lo ocurrido”.

Unos muchachos, no afectados por la exclusión social, se enfrentaban, cargados de alcohol, a la Policía, quemando sus coches e intentando atacar una comisaría cercana. Gonzalo Aguado exculpa a sus vecinos de toda participación de los altercados, basándose en que, de los 20 detenidos, sólo dos residían en la localidad. Para él los “energúmenos” eran de los pueblos limítrofes. Los “energúmenos” también venían de Madrid, y entre ellos, “podrían haberse colado agitadores profesionales a sueldo de oscuros intereses –según apunta sarcásticamente Moncho Alpuente, en El País–, dispuestos a aguarles las fiestas a Aguado y a los ‘pacíficos’ habitantes de este próspero pueblo de la Comunidad de Madrid que vota ordenadamente al PP (ahí está la madre del cordero)”.

Dicen que el origen de todo fue la presencia policial en el recinto para atender a un herido. Lo que provocó el resto de incidentes y la alarma de las autoridades. La presidenta de la Comunidad no deja de llevarse las manos a la cabeza. El Defensor del Menor culpa a la televisión de parte del problema. Y el arzobispo de Madrid, Rouco Varela, se pregunta: “¿Qué pasaría si las familias de Madrid y Pozuelo de Alarcón rezasen todos los días el Rosario de la Virgen? Estoy seguro de que no habría ocurrido lo que pasó el fin de semana pasado”. El resto de autoridades se han apresurado en la aplicación del remedio, acudiendo a la represión: más policías, más control. Lo que significa no sólo que no han entendido nada sino que no tienen ni puñetera idea.

1 comentario:

  1. Por fin leo algo sensato sobre el tema de Pozuelo. Parece que nadie ha entendido nada.

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