miércoles, 24 de octubre de 2012

Protestas dentro y fuera del Congreso.



Concentración de ayer, en la plaza de Neptuno, frente al Congreso de los Diputados,  durante el pleno que celebró la Cámara Baja sobre los Presupuestos.

Mensajes, alternativas y quejas quedaron plasmados en cientos de carteles que colgaban en las vallas del Congreso. AFP

La protesta “Rodea el Congreso” coincidió ayer con el inicio del debate de las once enmiendas de totalidad, donde todos grupos parlamentarios opuestos al Gobierno presentaron sus disconformidades con los Presupuestos Generales del Estado para 2013. Y el ministro Montoro, aseguraba que eran “los presupuestos más sociales de la historia de la democracia”. A la misma hora, los manifestantes se acercaron a Las Cortes clamando contra el bipartidismo, la banca y los recortes. Para los “indignados” manifestantes, las cuentas públicas que se debatían a escasos metros de sus críticas sólo generaban “opresión y miseria”.

Isaac Rosa, en un artículo publicado en Diario.es el pasado día 18 de octubre, aconsejaba no olvidarse de una lista de cosas en las próximas manifestaciones: “Además del silbato, la pancarta y el móvil, no te olvides de llevar apuntada la lista de todas las cosas que debes tener en cuenta al protestar: no hagas fotos a los policías, no convoques por Internet, no te manifiestes sin autorización de la delegación del Gobierno, no ofrezcas resistencia ni siquiera pasiva, no hagas asambleas en los parques, ten cuidado con los ‘compañeros’ infiltrados, no te acerques al Congreso… Y otras que irán surgiendo de aquí a entonces, que cuando uno se pone a modular manifestaciones, le coge el gusto y no hay quien le pare…

“Aparte de quedarte en casa –seguía Rosa aconsejando, a la vista de la dureza policial–, pocas opciones van a dejar si siguen por este camino, porque lo próximo puede ser una limitación horaria a las manifestaciones, prohibición de superar cierto nivel de decibelios, u obligación de llevar la identificación cosida al pecho (para los ciudadanos, no para los policías, claro). Cualquier cosa es posible en esta pendiente punitiva por la que se deslizan las autoridades, tanto más deprisa cuanto más prende el descontento en la calle. La magnitud de la crisis socioeconómica no se mide ya por el número de parados, la caída del PIB o la prima de riesgo. Los mejores indicadores de hasta dónde están llegando el empobrecimiento y la desigualdad los encontramos en la dureza policial, la persecución del disidente, el endurecimiento de penas, las actuaciones preventivas, las portadas de prensa criminalizadoras, el blindaje de las instituciones y la presencia permanente de ‘lecheras’ como parte del paisaje en las ciudades”.

A las seis y media, los congregados, no dispuestos a arrodillarse ante las medidas de este Gobierno, desarrollaron una asamblea en la plaza de Neptuno, no lejos de los leones que flanquean la puerta principal del Congreso, sobre los presupuestos, la deuda y los recortes. Pero ni se produjeron cargas policiales, ni hubo detenidos. La violencia, ausente por parte de los ciudadanos indignados y de la Policía, no hizo acto de presencia y unos 600 agentes antidisturbios que rodeaban Las Cortes, perfectamente preparados parar defenderlas a las buenas o a las malas, se limitaron a vigilar y a hacer identificaciones.

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