viernes, 10 de enero de 2014

(Y IV) Annus horribilis.

 La Reina está muy afectada; el Rey, enfadadísimo”, comentó una fuente de la Casa real.
 La infanta Cristina, imputada.
 El juez, José Castro.
Bajo el título de “El mensaje del Rey doliente”, Fernando Jáuregui expresa la impresión que le dejó “un hombre extenuado, forzado a permanecer de pie ante un atril, desgranando unas palabras que obviamente no eran las suyas y que respondían a un guión apresurado y descomprometido”. Para él, no convenía someter al Monarca a más esfuerzos de los ya realizados con el mensaje de la pasada Nochebuena, “realizado en un ambiente más propicio y mucho más manejable”. La impresión causada por las imágenes y palabras reproducidas en la televisión, no le ayudó lo más mínimo en levantar su imagen. Y comenta, desalentado: “Jamás vi, aunque fuese por este medio, algo tan desangelado, tan tenso, tan preocupante. Tanta angustia en tantos rostros. Era como el pistoletazo de salida de un año que, evidentemente, va a ser un Vía Crucis para un Rey que merece pasar a la Historia con mejores galas y más gratos recuerdos… Quisiera que quede claro que no pienso que el Rey esté acabado, aunque sí que debe iniciar pasos para una progresiva abdicación en el Príncipe, a punto de cumplir cuarenta y seis años. Una crisis de identidad que, para gente como yo, que cree en la Monarquía, necesita a alguien que, situado por encima de las rencillas partidarias, ponga paz, orden y equilibrio entre las gentes, los territorios y las coyunturas concretas... La pregunta que alguien como yo se hacía, en la mañana de este lunes festivo, viendo a la gente, agolpada a las puertas del Palacio de Oriente, aplaudir a una institución, es si este 'statu quo' podrá mantenerse mucho más. Sé que muchos piensan lo contrario; son los mismos que creen que no hay que abrir el melón de la Constitución, porque nunca se sabe hasta dónde llegará la cata y prueba. Respetando profundamente estas opiniones, yo temo que el melón llegue a pudrirse”.
                                                                                                 
Fruto o no del nerviosismo reconocido por todos, la Casa Real, en su web de estos días, publica un área infantil con ilustraciones y juegos para “acercar la monarquía a los niños”. Y recuerda el concurso de la Fundación Institucional Española (Fies) “¿Qué es un rey para ti?”, para que los alumnos “se acerquen al monarca y la Corona y conozcan el papel que la Constitución reserva a la primera de las instituciones españolas”. Los niños pueden presentar su opinión del rey mediante canciones, vídeos o presentaciones Power Point, pero los ciudadanos más fieles de la monarquía comienzan a dudar seriamente de ella, hartos de los escándalos de la Casa Real. Como el que acaba de protagonizar la infanta Cristina, imputada por presunto delito fiscal y de blanqueo.

 El día siguiente de haber visto por televisión las imágenes del “mensaje del Rey doliente”, el juez José Castro citaba a declarar para el 8 de marzo (Día de la mujer trabajadora) a la infanta Cristina. Curiosamente, sólo el sindicato Manos Limpias, que ejerce la acusación popular, se declaraba favorable a Castro, mientras que la Fiscalía Anticorrupción, la Abogacía del Estado y las representaciones procesales de Iñaki Urdangarín, Diego Torres y la propia Cristina se manifestaban contrarias a la imputación. El juez considera que la hija del Rey participó en una estructura “opaca” al fisco con la intención de evadir el pago de impuestos a Hacienda y asegura que “esos ingresos [procedentes del reparto de dividendos fiscalmente opacos] nunca los tributó en sus declaraciones del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas [IRPF]”. El magistrado aprecia indicios de delito de blanqueo de capitales y de fraude fiscal porque la cantidad presuntamente defraudada supera los 120.000 euros, delitos que conllevan penas de más de 11 años de cárcel. El juez valora la doctrina que le reclama “especial cuidado” en la imputación para asegurar que en estas circunstancias no cabe distinguir entre quienes pueden tener diferentes “repercusiones sociales” ya que “nunca se debe propiciar una diferencia en el trato judicial, siendo los personajes públicos quienes están llamados a observar ese especial cuidado para no situarse en órbitas que pudieran resultar cuando menos comprometedoras”.

 Por su parte, el Rey, padre de la infanta imputada y suegro de Urdangarín, no ha logrado romper la mala racha estrenada el 14 de abril de 2012 en que se rompió la cadera, en una sonada cacería en Botsuana. Los rumores sobre su posible abdicación tras los ingresos hospitalarios y las críticas por el oscurantismo de la institución monárquica completaron la receta de annus horribilis de Juan Carlos. Para desterrar los bulos sobre su abdicación, el portavoz de la Casa Real afirma que el monarca recuperará, en 2014, su agenda internacional. En la primera mitad del año, posiblemente sólo hará viajes cortos (Lisboa y París están sobre la mesa), pero, para el segundo semestre, podría hacer desplazamientos más largos, como un posible viaje a Arabia Saudí. Otro de los ejes del lavado de imagen orquestado desde Zarzuela es la transparencia. Spottorno ha asegurado que la institución cumplirá con la “letra y el espíritu” de la nueva Ley que ha entrado recientemente en vigor y que afecta a la Corona, aunque sigue otorgándole privilegios. El jefe de la Casa Real confía en que la norma permita acabar con la imagen “injusta” de opacidad que tiene la institución. En ese sentido, Spottorno recalca el papel que el monarca juega como “moderador”, más que árbitro, en el funcionamiento institucional. Aunque, en los casos de corrupción que salpican a la hija y al yerno del monarca, afirma que la fase de instrucción del caso Nóos ha supuesto un “martirio” para la institución, urgiendo al juez Castro a concluir el sumario.  Finalmente, la Casa del Rey se ha limitado, según el portavoz de Zarzuela, a expresar su “respeto a las decisiones judiciales” tras conocer la decisión del juez José Castro de imputar a la Infanta Cristina por un presunto delito fiscal y de blanqueo.

La JER (Junta Estatal Republicana), en un comunicado hecho público ante el auto dictado por el juez Castro, muestra “satisfacción” por la imputación de la Infanta Cristina de Borbón, hija del Rey de España, en el caso Noos, ”por delitos fiscales y blanqueo de capitales ilegales obtenidos por los negocios sucios de su esposo, Iñaki Urdangarín” . Y resalta que, entre numerosas consideraciones, el  titular del juzgado número 3 de Palma de Mallorca, indica que “como a los responsables no les bastó con los pingües beneficios obtenidos de las contrataciones públicas, se decidieron a incrementarlos a costa de la defraudación fiscal”. La JER califica de “impecable” el trabajo del juez Castro, del que subraya su valentía, y valora el auto judicial como “muy sólido, bien argumentado y preciso”, aunque apunta que “cualquier otro ciudadano hubiera sido imputado muchísimo antes” de lo que lo ha sido la infanta Cristina.

 “Qué duda cabe –reconoce Fernando Jáuregui– de que la principal institución de la nación, que es la Corona, vive sus peores momentos en casi cuatro décadas, y que la decadencia física del Rey es un hecho…”. También para este monárquico convencido “ni una Infanta, y menos aún su marido, son pilares del Estado. Pero toda la debacle moral y de ideas con la que ha amanecido este 2014 sí puede horadar los fundamentos de un gran país que tiene que seguir sintiendo tal grandeza. Que un juez de provincias pueda imputar a una hija del Rey, que un juez discreto pueda ordenar el registro de la imponente sede de la formación gobernante, me parece que son datos que solo pueden fortalecer la seguridad jurídica y, por tanto, el Estado de Derecho. Y los pilares pueden, confío, salvarse”.



Fernando Jáuregui analiza e informa en pleno corazón de Madrid, de la cara más crítica de la actualidad. En esta ocasión el director de Diariocrítico.com habla de la imputación de la infanta y de otros temas monárquicos.


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