martes, 17 de noviembre de 2015

“El rey ya rompió España hace 40 años”.


David Bollero publicaba el pasado viernes el artículo que sigue en Público.es: “Todo el mundo anda estos días preocupado, diría incluso que alarmado, por la posible ruptura de España. Las luces rojas se han encendido ante el intento de independencia por parte de Artur Mas y los suyos y se agitan las fantasmas del pasado, asegurando que España se enfrenta a su mayor reto desde la Transición. Ayer mismo, sin ir más lejos, el rey Felipe VI afirmaba que ‘el pueblo español no está dispuesto a que se ponga en cuestión su unidad’. Lo cierto es que ignoro de qué pueblo habla y, sobre todo, por qué se apropia de nuestra voz si somos muchos los que no le elegimos, los que, de hecho, preferiríamos que no estuviera donde está -y mucho menos que sea nuestro portavoz.

“Lo peor de todo es que Felipe VI oculta un hecho a ese pueblo español del que se erige vocero: su padre, Juan Carlos I, ya rompió la unidad de España hace 40 años. El 14 de noviembre de 1975, el Borbón lideró la firma de los Acuerdos de Madrid, también llamados Acuerdos Tripartitos, por los que regalaba una provincia española: el Sáhara Occidental. Es cierto que era príncipe todavía, pues Juan Carlos I no fue coronado hasta ocho días después de la firma, ya muerto el dictador, pero desde el 31 de octubre ya asumía la Jefatura de Estado. Con aquella firma, el monarca rompió la unidad de España y los españoles estaban tan preocupados y –alegres– porque al fin se moría Franco que a nadie pareció importarle, aunque la fractura estaba hecha y cientos de miles de ciudadanos españoles de la noche a la mañana quedaban a merced de un invasor, de Marruecos, que violaría así el Derecho Internacional con la connivencia de la Comunidad Internacional, culminando definitivamente la tropelía en febrero de 1976.

“Desde entonces, una guerra, un alto el fuego auspiciado por la ONU que promovió una misión para preparar el referéndum de autodeterminación que Marruecos sistemáticamente ha impedido, 650 saharauis desaparecidos, torturas, asesinatos  –de españoles, incluso, aunque a ministras como Trinidad Jiménez le diera igual–, expolio de los recursos naturales saharauis… y nada parece importar. 170.000 saharauis expulsados en los campamentos de refugiados y otros cientos de miles en los Territorios Ocupados reprimidos y, ¿qué más le da a Felipe VI, que con su corona también ha heredado la desvergüenza de pertenecer a la estirpe que rompió España? El Sáhara Occidental continúa siendo el último territorio de África que, jurídicamente, está pendiente de su descolonización y España, de hecho, sigue siendo su potencia administradora”.

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