viernes, 2 de junio de 2017

Carta a los súbditos del rey.


“¿Tu país tiene un Rey? –se pregunta Gazzetta del Apocalipsis–  ¿Lo ves como algo natural y lógico? ¿No te incomoda su existencia? ¿Te consideras su súbdito? Entonces permíteme que te diga una cosa: eres un ser humano INFERIOR. Debes saberlo; tú eres Inferior. Y no porque quien escribe estas palabras lo considere así, sino porque TÚ así lo consideras. Ahora quizás digas que te falto al respeto. Pero al fin y al cabo eres tú quien te faltas al respeto a ti mismo/a, al considerar que alguien tiene derechos de nacimiento superiores a los tuyos.

“Debes preguntarte una cosa: ¿Respetas a tus padres? No les tienes ni la más mínima consideración. De hecho los desprecias profundamente. Porque, al aceptar que alguien tiene derechos de nacimiento superiores a los tuyos, automáticamente te consideras inferior a esa persona. Y dado que esos derechos superiores a los tuyos se “justifican” vía sanguínea y genética, extiendes esa patética y lamentable falta de auto respeto hacia tus progenitores, a los que, por lo tanto, también consideras seres inferiores como tú. Así es como deshonras a tus padres, deshonras a tus abuelos y deshonras a todos tus ancestros hasta el principio de los tiempos. Y deshonras a tus hijos y a toda tu descendencia futura. Insultas a tu propia sangre y a tus propios genes, porque tú y solo tú has decidido que son inferiores a los de otras personas. Por lo tanto, no solo eres un ser inferior, estimado súbdito del rey. Además eres un ser humano indigno y desagradecido hacia los que te han dado la vida…

“Tal es tu nivel de bajeza. Debería darte vergüenza. Este escrito no trata sobre la figura de la Monarquía, ni sobre el establecimiento de una República. No hablamos de constituciones, leyes, política, ideologías, ni modelos de estado, pues todos esos son elementos superfluos, invenciones abstractas, circunstanciales y a veces incluso absurdas. Esto va mucho más allá. Habla de lo que realmente tiene sentido e importancia, de lo esencial: nuestra naturaleza como seres humanos, nuestra dignidad. Nuestro sentido intrínseco como seres vivos y el sentido de nuestra existencia. Trata sobre ti, sobre cada segundo de tu vida, sobre el valor que le das a cada latido de tu corazón. ¿Cómo puedes tolerar que alguien tenga derechos de nacimiento superiores a los tuyos? ¿Cómo puedes mirarte al espejo cada mañana mientras eso sucede? ¿Cómo puedes aguantar el agravio que eso representa para ti, el agravio que representa para tus padres, para tus abuelos y para todos tus antepasados que hollaron la tierra antes que tú? ¿Cómo puedes soportar que tus propios hijos, nietos y descendientes nazcan con menos derechos que los hijos de otras personas? ¿Cómo puedes tolerar un ultraje de tal magnitud hacia la naturaleza del mismísimo universo?...

“Porque, como te decía, esto no va de Reyes y Monarquía. Poco importa el nombre que les demos. Pueden ser reyes, potentados, clérigos, gobernantes, políticos, tecnócratas, blancos, negros, altos o bajos…el problema nace cuando simplemente toleras que alguien nacido en este planeta tenga más derechos y privilegios que tú. Así, cuando tus hijos no tengan acceso a una “posición” en la vida, cuando no tengan la posibilidad ni tan solo de luchar por sus sueños o de realizar sus proyectos vitales fruto de su talento y su esfuerzo, barrado su camino por mil obstáculos, mientras otros tienen el camino despejado solo por ser hijos de quienes son, avergüénzate de ti mismo si lo aceptas sumisamente. ¡Avergüénzate! Porque entonces eres un mal padre o una mala madre si consientes tal atropello sin rebelarte. No importa que les otorgues una buena educación a tus hijos, que les des un techo, comodidades, una buena alimentación o que les compres mil caprichos. No debes quererles ni respetarles en absoluto si consientes que esto suceda en TU mundo. No deben importarte lo más mínimo si te parece normal, lógico y correcto que otros tengan derechos superiores a los suyos desde que nacen y no te rebelas hasta los más profundo de tus entrañas, si no remueve hasta la última célula de tu cuerpo, si no sacude hasta el más recóndito de tus átomos.

“Seguro que por Navidad o por su cumpleaños, les haces regalos a tus hijos, en forma de objetos de los que tarde o temprano se olvidarán. Pero, ¿quieres hacerles un auténtico regalo a tus hijos? ¿Un regalo de verdad, para siempre, del cual jamás se aburrirán ni guardaran en el fondo de un armario? Regálales dignidad. Dignidad como seres humanos. La dignidad de saber y sentir cuáles son sus derechos por el simple hecho de haber nacido en este planeta. La dignidad de no sentirse jamás inferiores a nadie, sean cuales sean las circunstancias de sus vidas. Aunque ese sentimiento de profunda dignidad les comporte una indeleble rebeldía hacia todo “orden” establecido. Ese es el mejor regalo que puedes hacerle a tus hijos. Un legado de respeto y amor hacia sí mismos, que sabrán extender a sus padres, a sus abuelos, a sus descendientes y por ende a todas las personas que les rodean. Un regalo para que tomen plena conciencia de que solo los seres inferiores y sin dignidad aceptan tener reyes”.

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