domingo, 15 de octubre de 2017

Los ocho segundos de Catalunya republicana independiente.


La jornada catalana del martes pasado, comenzó con una calma rara. Europa entera miraba hacia Barcelona. Más de 1.000 periodistas acreditados observaban cuanto iba aconteciendo en el Palau de la Generalitat mientras unos helicópteros seguían desde el aire a las multitudes que abarrotaban la calle. La Delegación del Gobierno estaba vallada desde hacías días por furgones de policía, y sus agentes vigilaban, armados con metralletas. A mediodía, una caravana de tractores, convocados por la Unió de Pagesos, el sindicato mayoritario en el campo catalán, había irrumpido por la Diagonal, repleta de esteladas en medio de una ciudad aparentemente ajena a todo. A las seis de la tarde, el pleno de la Generalitat debía dar comienzo, se aplazó una hora. En Madrid, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, había mantenido el último rifirrafe con el portavoz del PDeCat, Josep Lluís Cleries. “Están ustedes a tiempo de tomar una decisión justa. Apelo a su conciencia”, dijo Santamaría. El senador nacionalista cerró su intervención sin responder a la vicepresidenta, con un “Visca Catalunya llibre”. “Desde sus redes sociales, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, reclamó a Puigdemont no volar el último puente hacia el diálogo.  “Era –escribió Jose Precedo y Yeray S. Iborra en Eldiario.es– como si todo el mundo, lejos del movimiento independentista, tratase de impedir in extremis que Puigdemont llevase a cabo su plan anunciado, el mismo que acometió junto a Esquerra y la CUP, en septiembre de 2015. El Govern mantuvo sus planes en secreto hasta el final. La misma mañana, su portavoz y consejero de presidencia, Jordi Turull, ni siquiera había anticipado nada a la prensa durante la comparecencia para informar de la reunión del gabinete. ‘Las deliberaciones son secretas’, se limitó a responder… El canal 24 horas de TV3 retransmitió su salida en directo con la solemnidad de una jornada histórica. Amplificaron su señal dos pantallas gigantes instaladas por la Asamblea Nacional Catalana en la explanada del Arc del Triomf, muy cerca del Parlament… Un grupo de jóvenes portaban botellas de cava para ‘brindar por la independencia’. Si asoma la imagen de Mariano Rajoy en la tele, la muchedumbre silbaba. Si era el presidente valenciano, Ximo Puig, pidiendo no declarar la independencia, más abucheos…” 

      Una multitud, congregada en el paseo Lluís Companys, siguiendo, en una pantalla gigante, la comparecencia de Puigdemont.

Sobre las siete de la tarde, estalló otra ovación para la presidenta de la Cámara catalana, Carme Forcadell, quien había leído una declaración institucional contra la violencia machista, que se ha había cobrado la vida de tres mujeres en Catalunya, durante el último mes. Al fin, Puigdemont, pasó a la tribuna y, en medio de aplausos de aclamación, tras una larga exposición, pronunció: “Asumo presentarles los resultados del referéndum, el mandato del pueblo de que Catalunya se convierta un Estado independiente en forma de república. [...] Las urnas, el único lenguaje que entendemos, dicen sí a la independencia y este es el camino que estoy dispuesto a transitar”. Segundos más tarde, la euforia se cambiaba por signos de decepción, incredulidad y desaliento con la continuación del president: “Proponemos suspender durante unas semanas la declaración de independencia para entrar en una etapa de diálogo”.  La  pitada se hizo general y la tristeza se dibujó en los rostros de una mayoría. Había sido la independencia más corta de la historia. Ocho segundos de reloj. Al menos, la de Lluís Companys, en 1934, duró 10 horas, lo que tardó el Ejército español en entrar a detenerlo. Puigdemont continuó todavía hablando pero el número de caras de incomprensión seguían aumentando. Cuando concluyó, pareció recibir más aplausos que abucheos, pero la multitud salió en estampida. Y, entre los que se quedaron, hubo voces que abroncaron a la portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimadas. La decepción se había apoderado de los que aún aguardan. “Si llegan a declarar la independencia –comentó un empresario–, nos mandan a los militares. Lo hemos dejado en manos de terceros que medien y me parece bien”.

      Carles Puigdemont anunció la declaración de unilateral de independencia…, inmediatamente suspendida.

“Las botellas de cava de la fiesta del independentismo estaban descorchadas, pero medio llenas o medio vacías, y, no acabadas, no dio tiempo a completar el brindis –comenta Sato Díaz en Cuartopoder–.  Los miles de independentistas concentrados en el Paseo Lluís Companys, convocados por la ANC y Òmnium, pasaron del cielo a tierra firme, del sueño a la dura realidad, en cuestión de segundos, los que duró esa Catalunya independiente que quedó suspendida en favor de una solución dialogada y acordada con el Estado. Ocho segundos hasta que fue suspendida. Según la Wikipedia, Catalunya fue el estado independiente más efímero de la historia. Tras el Pleno, los diputados de la mayoría independentista, JxSi y CUP, firmaron una declaración en la que se decía explícitamente: ‘Constituimos la República catalana, como estado independiente y soberano, de derecho, democrático y social’. Los representantes independentistas habían prometido que el referéndum del 1-O sería vinculante y, por lo tanto, tenían que darle una salida airosa a los más de dos millones de votos por el ‘sí’, depositados en las urnas durante una jornada violenta marcada por la brutalidad policial. Un número de votos que, a ojos de muchos, no eran suficientes para proclamar la independencia. Aun así, nadie celebró ninguna proclamación de la República Catalana y la frustración abrazó a un gran sector de la población que, durante las últimas semanas, estuvo en pie, en las calles, al lado del Govern, defendiendo el referéndum, sus resultados, las instituciones y la independencia catalana. Condenando los recortes en derechos y libertades impuestos por el Gobierno de Rajoy en su intento de frenar el referéndum. No hubo celebración, porque el subtexto era claro, no hubo ninguna declaración de independencia por el momento. Juego retórico, escenificación política dirigida por Carles Puigdemont. El president intentó ganar tiempo, abrir paso a la negociación y a la mediación política. Puigdemont no declaró la independencia en el Pleno y, antes de que eso ocurriera, la suspendió”.

      Carles Puigdemont, asediado por las cámaras,  firmando el documento en el que se compromete a impulsar una república catalana.

“Asumo el mandato del pueblo de que Catalunya se convierta en un Estado independiente en forma de república”, esas fueron las palabras de Puigdemont, seguidas de una interrupción de ocho segundos. La teatralización estuvo, al parecer, motivada por una importante llamada de última hora. En el diario La Vanguardia, Enric Juliana habló de que la llamada que ayudó al president a frenar fue la del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. La CUP mostró su descontento. Y, en un acto de serenidad y contención, aunque contundente, sus miembros advirtieron: “La confianza en el Govern ha quedado tocada, pero no rota”. Pidieron plazos a Puigdemont para que el diálogo y la mediación se materializase. Quim Arrufat, exdiputado e integrante del Secretariado Nacional de la CUP, advirtió de que, en caso de que Puigdemont les fallara, tenían herramientas para presionar por la república: la huelga, la misma que paralizó Catalunya el pasado 3 de octubre, y la movilización en forma de Comités de Defensa del Referéndum, los mismos que hicieron posible la consulta del 1-O con el Estado enfrente, intentando mediante todos los medios, desarticularla. Si Rajoy seguía por el camino escogido hasta ese momento, podría agarrarse al artículo 155 y crear una verdadera lucha a muerte contra los independistas catalanes. Se había llegado a momentos límites de tensión política. La extrema derecha y su discurso tenían cada vez más presencia en España, tal y como se observaba en acciones violentas, después de la manifestación del domingo, en Barcelona, o del lunes, en Valencia. Y una proclamación clara de la independencia por parte de Puigdemont habría llevado a una espiral de una tensión difícil de predecir. El choque político y social parecía imparable. Puigdemont había cortado, por el momento, con esa espiral y así se interpretó en el extranjero. Pero Rajoy quería volver a entrar en ella. ¿Intentaría el presidente del Gobierno alargar la tensión con Catalunya y, de esta manera, tapar la relación del PP con la corrupción? La alcaldesa, Ada Colau, pidió a Puigdemont que no declarara la independencia y éste, al parecer, le escuchó. Miquel Iceta, primer secretari del PSC, también tuvo un tono conciliador, sobre todo, comparándolo con las declaraciones de José Luis Ábalos, secretario de Organización de Organización del PSOE, quien  veía decepcionante y deshonesta la declaración de Puigdemont y se alineó con el Gobierno. El PSOE se aproximó mucho al PP, aunque las discrepancias internas eran muy grandes. Pero Rajoy recogió el guante o prefirió la confrontación. Y, tras los segundos de la declaración de Puigdemont, llegó el coitus interruptus para una gran parte del independentismo.

        Anna Gabriel, se rebeló contra Puigdemont por haber “suspendido la voluntad de dos millones de catalanes”.

La diputada de la CUP, Anna Gabriel cargó en su intervención del martes contra el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, por haber “suspendido la voluntad de 2 millones de catalanes”. Después del Pleno en la cámara, la CUP admitió que la declaración firmada no tenía validez jurídica y anunciaba que dejaba el Parlament: “Creíamos que hoy tocaba proclamar solemnemente la república catalana, y quizás, hemos perdido una oportunidad histórica. Pero esta proclamación solemne de la república no ha llegado, y lo hemos sabido una hora antes del pleno, y por eso, no podemos aceptar la suspensión”. Así comenzaba Anna Gabriel su discurso, lamentando no haber podido realizar lo que tenían pensado. La CUP quería proclamar de forma coral con sus diputados, en 10 idiomas diferentes, la independencia de Cataluña, después de que lo hiciera el president. Pero no pudo hacerlo, al pedir Puigdemont al Parlament suspender los efectos de la declaración de independencia. “Nosotros –declaró Gabriel– no somos un actor principal en la historia de este país; lo es la gente. Delante de esta gente, la vía para conseguir las libertades es la desobediencia, y no podemos aceptar la suspensión de nada”. La diputada de la CUP le reprochó al president haber pedido diálogo y una mediación. “Mediación y negociación, ¿con quién? ¿Con el Estado, que sigue persiguiéndonos y amenzándonos, que despliega sin vergüenza cuerpos policiales y militares? Ni nosotros ni mucha gente vamos a renunciar. No hay derrota que valga. Estamos dispuestos a defender la república catalana. En el nombre de las personas que llevan un nuevo mundo en el corazón, seguiremos luchando por la república”. Tres días más tarde, la CUP remitía una carta al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en la que le exigía “la proclamación de la república”. “Si pretenden seguir aplicando las previsiones del artículo 155 de la Constitución española, que lo hagan con la república ya proclamada”, continuaba el texto, que emplazaba a responder al requerimiento del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, situándose en el ejercicio del derecho de autodeterminación. La CUP consideraba que responder al requerimiento de cualquier otro modo supondría “avalar todas y cada una de sus amenazas, su menosprecio y su represión”, y volver a la legalidad constitucional que, según la formación, una mayoría de catalanes decidió romper. “Permanecer inmóviles a sus amenazas, sus negaciones y su autoridad, no nos permitirá existir como pueblo, no nos permitirá gobernarnos ni avanzar en la consecución de más derechos y libertades”, argumentaban, y finalizaban que, aunque una eventual república catalana no cuenta con el apoyo de otros Estados y mercados, sí que contaría con el apoyo de la gente.
La diputada de la CUP, Anna Gabriel cargó en su intervención del martes contra el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, por haber “suspendido la voluntad de 2 millones de catalanes”. Después del Pleno en la cámara, la CUP admitió que la declaración firmada no tenía validez jurídica y anunciaba que dejaba el Parlament: “Creíamos que hoy tocaba proclamar solemnemente la república catalana, y quizás, hemos perdido una oportunidad histórica. Pero esta proclamación solemne de la república no ha llegado, y lo hemos sabido una hora antes del pleno, y por eso, no podemos aceptar la suspensión”. Así comenzaba Anna Gabriel su discurso, lamentando no haber podido realizar lo que tenían pensado. La CUP quería proclamar de forma coral con sus diputados, en 10 idiomas diferentes, la independencia de Cataluña, después de que lo hiciera el president. Pero no pudo hacerlo, al pedir Puigdemont al Parlament suspender los efectos de la declaración de independencia. “Nosotros –declaró Gabriel– no somos un actor principal en la historia de este país; lo es la gente. Delante de esta gente, la vía para conseguir las libertades es la desobediencia, y no podemos aceptar la suspensión de nada”. La diputada de la CUP le reprochó al president haber pedido diálogo y una mediación. “Mediación y negociación, ¿con quién? ¿Con el Estado, que sigue persiguiéndonos y amenzándonos, que despliega sin vergüenza cuerpos policiales y militares? Ni nosotros ni mucha gente vamos a renunciar. No hay derrota que valga. Estamos dispuestos a defender la república catalana. En el nombre de las personas que llevan un nuevo mundo en el corazón, seguiremos luchando por la república”. Tres días más tarde, la CUP remitía una carta al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en la que le exigía “la proclamación de la república”. “Si pretenden seguir aplicando las previsiones del artículo 155 de la Constitución española, que lo hagan con la república ya proclamada”, continuaba el texto, que emplazaba a responder al requerimiento del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, situándose en el ejercicio del derecho de autodeterminación. La CUP consideraba que responder al requerimiento de cualquier otro modo supondría “avalar todas y cada una de sus amenazas, su menosprecio y su represión”, y volver a la legalidad constitucional que, según la formación, una mayoría de catalanes decidió romper. “Permanecer inmóviles a sus amenazas, sus negaciones y su autoridad, no nos permitirá existir como pueblo, no nos permitirá gobernarnos ni avanzar en la consecución de más derechos y libertades”, argumentaban, y finalizaban que, aunque una eventual república catalana no cuenta con el apoyo de otros Estados y mercados, sí que contaría con el apoyo de la gente.
CaixaBank tralada su sede a Valencia y la Fundaciòón bancaria La Caixa y Criteria a Palma.

La Editorial Planeta anunció hace unos días que cambiaba su sede fuera de Catalunya, sumándose a un relevante listado de empresas que ya han dado pasos en esa dirección. De las 7 compañías catalanas que cotizaban en el Ibex, sólo queda ahora una, Grifols, la cual también está meditando su marcha de la región catalana. Las últimas en marcharse de Cataluña en cuanto a cambio de domicilio social han sido Catalana Occidente, eDreams e Indukern. Este mismo miércoles AXA Seguros confirmaba que también se apuntaba a este éxodo. Los cambios de sede comenzaron con la salida de CaixaBank y Sabadell. Gas Natural Fenosa, Aguas de Barcelona, Colonial, Abertis, Cellnex e Idilia Foods –propietaria de Cola-Cao y Nocilla– adoptaron la misma decisión. Otras empresas que ya ha hecho efectivo su traslado de sede son las aseguradoras Segur, Caixa, Adeslas y Vidacaixa (a Madrid) y MGS (a Zaragoza); las gestoras de fondos Trea Asset y GVC Gaesco (que, según apunta ABC es propiedad de la familia Vallbé, vinculada a Òmnium Cultural) y otras como San Miguel, Torraspapel, MRW o Lleidanet.

Una estelada preside la  Plaça del Diamant, en Grácia.

“Gràcia es –según explica Antonio Pascual, en ElConfidencial–, en cierto modo,  un pueblo de 50.000 habitantes con las calles en damero, como el Eixample, pero sin sus grandes avenidas, y varias placitas donde los vecinos de toda la vida conviven con modernos de variado pelaje en aparente armonía. Hay tiendas de tatuajes, barberías y ese tipo de negocios que proliferan en los 'barrios instagram', como Dalston en Londres o Lavapiés en Madrid, con una salvedad: no puedes pasear cinco minutos sin encontrarte de frente con una alusión a la independencia. Las paredes están empapeladas de carteles rojos que dicen ‘Sense desobediencia no hi ha independecia’, una llamada al desacato que se toma con mucha naturalidad en el barrio. Mientras fotografío uno, en un cubo de basura, una mujer espera paciente con la bolsa a que termine. ‘Están por todo el barrio, los puedes encontrar más bonitos’, me dice. Se llama Adela, tiene 53 años y trabaja como comercial en una aseguradora médica. Siempre ha vivido en Gràcia. Me señala el fondo de la plaza, donde hay pintada una 'estelada' gigante en el acceso del ascensor de un aparcamiento subterráneo, en la Plaça de la Revolució: ‘Y ahí tienes más parafernalia para hacer fotos, cada día nos pintan algo nuevo’, dice… Gràcia es un distrito con tradición progresista y un tejido asociativo fuera de lo común. La que más peso político tiene es Endevant, a la que pertenece la diputada Anna Gabriel. ‘Solo te diré una cosa: si Puigdemont nos traiciona, o nos termina de traicionar, desobedeceremos a este y a los gobiernos que vengan’, afirma un treintañero en la Plaça de la Vila, debajo de la Torre del Reloj, donde el jueves por la noche se reunieron decenas de vecinos en asamblea para aunar fuerzas. Los reunidos, erigidos en el Comité de Defensa del Referéndum, decidieron continuar pase lo que pase hasta alcanzar la República Catalana”.


“Aunque el mensaje es radical –prosigue Antonio Pascual–, de desobediencia a las autoridades, la rebelión de Gràcia es muy tranquila. Las de los bares terrazas están a rebosar y los turistas corren en cueros porque la zona ha ganado fama internacional en materia de despedida de solteros. Mientras unos australianos corren en calzoncillos por la plaza, Montse, una vecina de 39 años, controla a sus hijos, que juegan al fútbol en la Plaça de la Vila. ‘¿Sabes lo que dicen en Barcelona de nosotros, no?, explica. Que en Gràcia somos lo que más de Barcelona en todo. Si interesa el feminismo, somos los más feministas. Si interesa el independentismo, los más independentistas’, dice la barcelonesa entre risas. ‘Ahora más en serio, la sensibilidad de Gràcia es distinta con respecto a otros barrios. Por estas calles paseaban las parejas de lesbianas cuando eso no se veía más que en Suecia’, sostiene, ‘así que es importante lo que sucede en el barrio, porque la historia nos dice que los demás distritos suelen venir después’. En cualquier caso, apunta el relato de varios vecinos, el barrio da por sentada la independencia, si bien no las formas. Montse discute cada día con su marido y su hermano en casa, ambos partidarios de una desconexión radical y ajenas a las autoridades, ‘ciudadana’, dice, pero ella aboga por el consenso: ‘Yo llevo cantándole a mi familia eso del 'Despacito, suave, suavecito’, para que entiendan que no se puede ser tan bestia, pero cada vez hay más gente que piensa como ellos en Gràcia, que ve cerca un objetivo de muchos años y se quiere lanzar de cabeza. Sinceramente, espero que si la independencia sale adelante, y estoy convencida, se haga bien, pactada, y, si no, mejor guardarnos la ocasión para cuando pueda hacerse”

Charlie Hebdo se burla del procés.  Los catalanes, más tontos que los corsos, según la revista Mongolia.

El semanario francés Charlie Hebdo ha dedicado su portada de su último número, publicado el miércoles 11 de octubre, a la situación que se vive en Catalunya, después de que el president del Govern, Carles Puigdemont, asumiera “el mandato del pueblo para la declaración de independencia, pero la suspendiera unas semanas para entrar en una etapa de diálogo”. Bajo el titular “Les catalans plus cons que les corses” (Los catalanes, más tontos que los corsos), la revista satírica francesa presenta una viñeta en la que aparecen tres independentistas encapuchados y armados, en una mesa con un mantel blanco en el que se ve una cabeza de moro de color negro portando una banda blanca en la frente. Es una escenografía que recuerda a las de los movimientos terroristas que reivindican la secesión de la isla francesa, como el Frente Nacional de Liberación de Córcega. “Exigimos un debate”, afirma uno de los encapuchados en un bocadillo. En su editorial, la revista satírica realiza un duro alegato contra las intenciones independentistas catalanas que atribuye a motivos económicos: “Catalunya reclama la independencia porque no quiere seguir pagando a otras regiones de España menos ricas que ella (...) La lengua, la cultura, las tradiciones están bien para las postales, pero el dinero está mejor”, asegura. El semanario dice que, “si todas las regiones de Europa que poseen una lengua, una historia y una cultura originales, empezaran a reclamar la independencia, el viejo continente se haría pedazos”, y asegura que, con las 200 lenguas que hay en Europa, “¿por qué no proclamar tantas declaraciones de independencia como vinos y quesos hay en Europa?”. La publicación asegura que una independencia solo es legítima “cuando supone la liberación contra la tiranía y la opresión”, pero duda de que Cataluya tengan hoy “un destino trágico” del que deban liberarse. Charlie Hebdo también critica en su editorial que cierta izquierda europea se haya postulado del lado catalanista y se pregunta “por qué la identidad cultural reivindicada por los catalanes tendría que ser tenida en cuenta y no la identidad cristiana defendida por los xenófobos europeos”. Y reflexiona: “La independencia de Catalunya no tiene como objetivo liberar a esta región de una tiranía que ya no existe, ni permitir a su economía tener una prosperidad que ya tiene, y menos aún tener el derecho de hablar una lengua autorizada hace mucho tiempo”. La revista la encuadra en la “obsesión identitaria que se extiende por Europa” y que se traduce en un “nacionalismo de derechas y de izquierdas que tienen un punto en común: el nacionalismo”.


Y ¿cómo ve la prensa extranjera la movida catalana? “Puigdemont apuesta por el apaciguamiento; la independencia tendrá que esperar”, titula el parisino Le Figaro. “Europa respira, no habrá revuelta en Barcelona”,  titula el Bild, el diario más difundido de Alemania. “Puigdemont frena el impulso de la secesión y seca potencialmente el tenso enfrentamiento político con Madrid”, escribe en su primera página la edición europea del  Wall Street Journal. El editorial del  Suddeutsche Zeitug abunda en esas ideas y va más allá: “Puigdemont ha elegido el camino de la razón. Rajoy tendría que seguirle. La crisis está aún lejos de ser resuelta pero una solución política es posible. España no debe humillar a los secesionistas derrotados” dice uno de los diarios más respetados de Alemania. Otro de ellos, el Frankfurter Allgemeine, además de titular que la independencia ha quedado suspendida, no ve precisamente las cosas fáciles: “Los separatistas ahora no tienen plan y el gobierno se ha negado a permitir cualquier diálogo”, escribe en su editorial. Le Soir, el primer periódico de Bélgica, conservador, afirma: “Proponer el debate es un deber de estado. Existen buenos argumentos contra la secesión de Catalunya. Pero no basta con referirse a la constitución. Las constituciones deben ser siempre objeto de debate”. Aparte de reseñar que el euro se ha reforzado esta mañana, tras conocerse la suspensión de la independencia catalana, el  Financial Times se muestra poco optimista al respecto de que se abra enseguida una negociación: “La posibilidad de un diálogo inmediato con Madrid es muy pequeña. La gran cuestión en estos momentos es cómo va a reaccionar el Gobierno español. Y podría decretar el artículo 155”. Otros diarios europeos se hacen preguntas como “¿Ha habido presiones extranjeras sobre Puigdemont para que modificara su postura?”.  El Bild cree, sin dudas, que sí. “Hubo diplomacia secreta hasta el último minuto”, afirma el diario alemán. ¿Y debe haberla? El Suddeutsche opina sin ambages que sí: “Sería mejor que Rajoy siguiera la parábola del hijo pródigo, pero, si eso no ocurre, Europa debe interferir”. Por el momento, ningún diario cita la posibilidad de que también La Moncloa esté recibiendo peticiones de moderación.


El martes, en un “cara a cara” con Daniel Cohn Bendit durante la Feria del Libro de Frankfurt retransmitida por varias televisiones, Emmanuel Macron rechazó varias veces la mediación extranjera que pedía su interlocutor. Pero éste insistió y, finalmente, al presidente francés se le escapó esta frase: “Por ahora, no”. Le Monde publicó un análisis sobre este asunto y sobre la postura de Macron: “¿Por qué el asunto catalán fascina tanto al resto de Europa?” se pregunta el texto. “Porque más allá de las fronteras de España se ha instalado el sentimiento de que no es una crisis puramente catalana o simplemente española, sino profundamente europea”. Y sobre la posibilidad de una intervención, añade: “Catalunya ofrece un caso práctico ideal para conciliar las virtudes de “los fragmentos de Europa”, “los encantos de la diversidad” y “la suerte inédita del multilingüismo” con una “Europa soberana, unida y democrática”. (Los entrecomillados son frases textuales del discurso sobre su proyecto de reforma de la Unión Europea que hace cuatro días pronunció el presidente francés). Los principales medios internacionales recogen la comparecencia del presidente catalán en el Parlament y destacan la suspensión de la declaración de independencia. The New York Times,  periódico estadounidense. destacaba en su titular que el presidente catalán manifestó que Cataluña “se ha ganado la independencia, pero hace una llamamiento al diálogo con Madrid”. El diario The Guardian dice que “el presidente catalán, Carles Puigdemont, ha sacado a la región del borde de un enfrentamiento sin precedentes con el Gobierno español al anunciar que suspenderá una declaración de independencia para proseguir las negociaciones con la esperanza de resolver la peor crisis política de España durante 40 años”.
El francés Libération subraya claramente las intenciones finales de la Generalitat, al destacar las palabras de Puigdemont: “Catalunya será independiente en forma de una República”. En su noticia, el diario explica que el presidente catalán ha “aplazado” su declaración. En su portada, se incluye el titular “Barcelona juega en tiempo de prórroga”, junto a una foto en la que aparecen independentistas concentrados en el exterior del Parlament con caras de decepción. El Financial Times señala la llamada al diálogo, mientras Le Monde afirma que “Puigdemont temporiza”, en medio de una gran “ambigüedad”. El diario francés completa la cobertura de la noticia con un directo con lo que acontece en España. 

     Según Jordi Évole, el guionista del Porcés trabajo con Hitchcock.

La comparecencia de Carles Puigdemont el pasado martes en el Parlament, donde suspendió la declaración de independencia en busca de un mayor diálogo, generó opiniones de todo tipo. Una de las que más recorrido tuvo en redes sociales fue la vertida por Jordi Évole. El presentador de ‘Salvados’ dedicó varios tuits a analizar el último giro dado por el conflicto catalán. En opinión del periodista, el guión del procés parecía el propio de una película del rey del suspense, Alfred Hitchcock. “El guionista del procés –escribió Évole–  trabajó con Hitchcock”. Siguiendo en clave audiovisual, Évole cree que la declaración de independencia interruptus del presidente catalán supone un punto y aparte en esta historia, como si del final de una serie de televisión se tratara. Y que “el show debe continuar”. Asegura también, hablando ya en materia puramente política, que existe “la sensación de que había algunos no independentistas con más ganas de DUI (Declaración Unilateral de Independencia) que algunos independentistas”. Añade que “hubiese sido un error” tanto aprobarla como que el Gobierno apostara por decretar “el 155”.  Por tanto, “sigue el procés” y Évole apela a que haya “diálogo” y “menos tensión” entre las partes implicadas en el mismo.

       Rajoy sobreactuará, y se equivocará.

“Rajoy sobreactuará, y se equivocará”, anuncia Juan Laborda en Vozpópuli. “Se cumplió la hoja de ruta diseñada por quienes han trazado como objetivo la independencia de Cataluña. Olvídense de la CUP, que acabará finalmente cediendo ante Junts per Sí, y recuerden el artículo publicado en Ara, el día 2 de octubre, por Andreu Más Colell, ‘El primer dia del que ve després’. Les refresco su propuesta: ‘suspensión activa y temporal de la unilateralidad’. No es ahora cuando los independentistas realmente querían declarar la independencia, que sabían que era imposible, sino en 2019. Según su relato, por esas fechas, se darán las condiciones perfectas, los astros entonces sí que estarán alineados. Por un lado, el cuento separatista ganará adeptos allende nuestras fronteras, porque consideran que el ejecutivo de Rajoy sobreactuará. En palabras de Mas Colell, los movimientos de Rajoy permiten ganar adeptos a la causa dentro y fuera de Cataluña. Con cierta sorna los sediciosos braman que ‘Rajoy es un infiltrado de la CUP’. Además, por esas fechas, habrá una recesión económica global, que, en el caso de España, será de aúpa. Si Rajoy sobreactúa, el ínclito monclovita les estará sirviendo en bandeja de plata la independencia. Es una hoja de ruta maquiavélica, muy bien estructurada. En realidad no quieren dialogar sino ganar el tiempo suficiente para que la manzana caiga del árbol por su propio peso. La paciencia como arma, y los errores del contrario como estrategia”. Laborda parte de una premisa. El diálogo propuesto por los independentistas es un falso señuelo. Aspiran en realidad a cumplir con su épica final, la independencia. A partir de esta conjetura, ¿cómo debería actuar el ejecutivo central? Con tremenda inteligencia emocional, encaminada a desinflar sus apoyos aquí y allá, en Cataluña, Europa y el resto del mundo. La aplicación del artículo 155 ahora sí que sería contraproducente. Hace varios meses era la solución, en el momento actual es un error de bulto. “Ya saben mi opinión –concluye Laborda–. Se necesita una refundación del Estado, una enmienda a la totalidad de nuestra querida España. Ello pasa por un proceso constituyente amplio de regeneración. El problema de Cataluña y del resto de España es el de una desigualdad autodestructiva, fruto de ciertos privilegios que aportan beneficios, riqueza y poder. Esos privilegios se han ganado en base a favores, a la actuación de lobbies, de rentistas, con la connivencia del entramado institucional. Basta ya de subsidiar a grupos de presión o a ciertos grupos electoralmente influyentes. Basta ya de leyes que benefician a oligopolios y monopolios patrios. Basta ya de que los ciudadanos españoles no seamos iguales ante la ley. Basta ya de tanta corrupción. Aquellos que aspiren a dirigir la España democrática, incluida Cataluña, tienen la obligación de someter a la consideración del pueblo español sus proyectos para refundar el Estado. Si se actúa así, el independentismo se desinflará como un suflé. Sin embargo, nada de eso pasará. Los nacionalismos tienen eso, enarbolarán cada uno su bandera, y no habrá regeneración alguna. Puede incluso que sobreactúen. Y al final, en plena segunda fase de la Gran Recesión, todo terminará enconado y, ahí sí, los independentistas separatistas plantearán de verdad la DUI”.

José Sanclemente.

“Los catalanes tenemos que hablar”, afirma José Sanclemente en Eldiario.es. Se trata del economista y experto en medios de comunicación. Presidente de Imagina Medi, Sanclemente se dedica a la asesoría de empresas periodísticas. El socio de Rocaeditorial, miembro del comité asesor del Grupo La Información, presidente de Diario de Prensa Digital y editor de Eldiario, declara: “Varios de mis hermanos (somos seis), mis cuñados y sus hijos se declaran independentistas, buena parte de mis amigos también. Algunos de mis colegas de profesión consideran que la independencia de Catalunya es plausible y que jamás estaremos tan cerca de conseguirla como en el día de hoy, a pesar de que Puigdemont la haya aplazado. No suelen emplear argumentos objetivables para su independentismo. Me refiero a que, para ellos, no es relevante lo material, lo económico o lo estrictamente racional. No digo que no valoren las incertidumbres de un futuro inmediato bajo una República catalana. Las valoran, pero prefieren unos años de penurias si el objetivo final es que Catalunya sea un país independiente. Lo identitario y emocional está por encima de cualquier debate sobre la autodeterminación catalana, por ello resulta difícil rebatir sus razonamientos si no tienes una especial sensibilidad nacionalista. No vale para moderar su opinión que las empresas catalanas se domicilien fuera de aquí, ni que se anulen reservas de hoteles como si estuviésemos en guerra, ni que la Unión Europea diga que Catalunya no entrará en su club, nada de eso amilana a mis amigos, familiares y colegas independentistas. En los últimos días esto ha sido más complejo, incluso los no nacionalistas hemos empatizado con algunas de sus tesis emocionales, gracias a la violencia inútil del gobierno español el día del Referéndum, del mazazo que supuso el discurso del Rey e incluso de una parte de la manifestación españolista en Barcelona que representó a algunos catalanes silenciosos, pero también a una España rancia que parecía haber desaparecido hace tiempo (…) Algunos no nacionalistas –a los que suelen llamarnos equidistantes como mucho antes se llamó revisionistas a los militantes de izquierda que se olvidaron de la revolución proletaria y comulgaron con la transición española tras la muerte de Franco– estamos ahora más en contra de la actuación del Gobierno y del consabido Estado de derecho que de la ilegalidad de las leyes emanadas de la mayoría del Parlament catalán, y eso que la ilegalidad no tiene medias tintas.(…) Apelemos al diálogo entre los catalanes con todos los apellidos, los llamados equidistantes y los independentistas, los que lo están pasando mal porque en este proceso se sienten desamparados, los que dudan y los que tienen tan claro que no les importa que el presente de Catalunya sea incierto porque el futuro será mucho mejor. Hay algo en lo que una buena parte de mis amigos, mi familia, mis colegas estamos de acuerdo y es que esto se tiene que arreglar votando en un referéndum legal y transparente, sin represión policial y con urnas transparentes. Es necesario para restaurar nuestra convivencia, a pesar de todo. Ojalá nos dejen los políticos y los medios de comunicación sectarios”.

Las fotomontajes de la semana:

       Tremending. ¡Trata de inpedendizarlo, Carles! Puigdemont declara la independencia en diferido en forma de simulación.
Se queda ‏ @acidoenlared 
        Puigdemont. Bueno, bueno, bueno...  A ver cómo os digo yo esto...
  Puigdemont se hace caca.
       “Ya llega la independencia. Ya llegaa. Yaa lleegaaa. Anacleto Panceto @Xuxipc 
 Independencia interruptus. La decisión de Puigdemont de proclamar la independencia de Catalunya, para, inmediatamente después, suspenderla.
 ¡No hay independencia!... ¡Vuelven los Simpson!
¿Cómo quieres que te pele? 
¿Se ha terminado ya el #2Oct?  @noabraspaz  2 oct.
   Rajoy impone duras sanciones a Puigdemont.
                                              Nuevo El Paquito@padiru48_2
Cambio en la carta.

Así es la camiseta que ha diseñado Andreu Buenafuente, con una de las míticas frases de Mariano Rajoy. El humorista ha escogido una de las citas célebres del autor de “Cuanto peor, mejor” o “¿Y la europea?”. Pero para el momento actual, ha considerado la más oportuna la referente a los catalanes.


El humor en la prensa de esta semana: El Roto, Forges, Peridis, Pat, Manel F., Vergara, Pedropol, Atxe, Ferrán, J. R. Mora, Malagón…






















Pep Roig, desde Mallorca: A medias, Epejismos, Lo imposible, Ni sí, ni no; sino todo lo  contrario, Misión imposible y Sólo la calle es nuestra. 








Los vídeos de esta semana: Puigdemont suspende la declaración de independencia para buscar diálogo (completo)  Ana Gabriel, líder de las Cup, ataca a Puigdemont  Habla Iceta de la declaración de independencia  Xavier García Albiol, presidente del Grupo Popular en el Parlamento de Cataluña BRILLANTE intervención COMPLETA de INÉS ARRIMADAS ante PUIGDEMONT en el pleno de la INDEPENDENCIA Rajoy anuncia el requerimiento a la Generalitat previo a la aplicación del 155 Kase. O pregón fiestas del pilar 2017 | Discurso completo  83 octubres y seguimos igual. En 1934 hubo una insurrección en Cataluña que costó la vida a un centenar de personas y la detención del presidente de la Generalitat. Hoy, en 2017, estamos a punto de repetir la historia? Triste y lamentablemente ésta tiende a repetirse. CATALUÑA | 83 OCTUBRES Y SEGUIMOS IGUAL PODEMOS - El conflicto en CATALUÑA en 2 minutos 
Rajoy: “Me gustan los catalanes porque hacen cosas”

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