sábado, 3 de noviembre de 2018

Vox: ¿un Ku Klux Klan ultra católico?


El presidente de Vox, Santiago Abascal, en un mitin de la formación ultra.

Antonio Gómez Movellán. Presidente de Europa Laica

Lejos de desaparecer con la secularización social, las religiones persisten en la vida pública por su inmenso poder corporativo. Así lo explica Antonio Gómez Movellán, presidente de Europa Laica en Público en un artículo así titulado.

“En Estados Unidos y en Latinoamérica, los evangélicos, en sus diversas corrientes, han impregnado la vida política influyendo en la promoción de ciertos candidatos electorales. En Brasil, la denominada bancada evangélica ha condicionado las decisiones políticas por décadas. Actualmente, el ascenso del neofascista Bolsonaro ha estado apoyado en la movilización evangélica, pero de igual forma que, en las elecciones de 2002, el apoyo de los evangélicos a Lula fue crucial para su victoria. En otros países latinoamericanos, el evangelismo y también el catolicismo condiciona fuertemente la vida política (…) En nuestro país, la injerencia de la iglesia católica en la vida política es muy fuerte y en cierta medida esta incrustada en el propio sistema político por los Acuerdos con la Santa Sede de 1979.  Su presión sobre la voluntad de los legisladores ha sido evidente… Si en se ha retrasado tanto una ley de aborto libre y si aún hoy no está claramente asumido por la sanidad pública es por esa razón; pasa lo mismo con la ley de eutanasia y la ley restrictiva del divorcio o el matrimonio homosexual. Además, la Iglesia católica ha influido en la vida política para mantener y ampliar sus privilegios como corporación. Pero también la iglesia católica y sus sectas han trabajo directamente en el interior de los partidos políticos. (…) Solo hace falta ver diariamente las páginas de nuestro observatorio laicismo.org donde políticos socialistas se dan codazos con los del partido popular para ocupar las primeras filas en las procesiones y fiestas religiosas y pese a ello el partido socialista se viene declarando, en los últimos años, un partido laicista con responsables de laicidad en sus ejecutivas.

“Las presiones informales desde el episcopado han sido permanentes y sectas católicas han penetrado fuertemente en las estructuras de sus partidos políticos y en sus gobiernos. En tiempos de Aznar, por ejemplo, en su Consejo de ministros eran numerosos los miembros del Opus Dei o de los Legionarios de Cristo. En los partidos nacionalistas, la influencia de la iglesia católica es muy notoria, siempre intentando legitimar el nacionalismo político con un halo católico. La influencia en la política regional, por parte de algunas sectas católicas, es llamativa en Navarra con el Opus Dei o en la Comunidad de Murcia con los Kikos. La influencia de las sectas católicas en la magistratura y en el alto funcionariado tiene un gran impacto en la política.

“En la novísima ultraderecha emergente, la influencia del catolicismo se plantea desde dos perspectivas:  la primera es que Vox se constituye como partido confesional católico y pretende identificar la Nación y el Estado con el catolicismo. De ahí la fervorosa defensa que realizan del Valle de los Caídos. Además, identifican los valores occidentales y de Europa con el cristianismo, haciendo destacar esta errónea apreciación en todo su argumentario xenófobo, al calificar el islamismo como una religión atrasada y violenta. El discurso ultra reaccionario contra las políticas de igualdad de hombres y mujeres y contra la igualdad de derechos de homosexuales y transexuales les entronca con una defensa de los movimientos pro vida y en defensa del modelo familiar católico.  Gran parte de su base activista proviene de estos movimientos y de organizaciones como Hazte Oír; según algunos, existen conexiones con otros grupos como Abogados Cristianos y similares o medios de comunicación como Intereconomía o fundaciones como la Fundación Denaes…

“Algunos obispos españoles ya han alertado, en varias ocasiones, sobre el peligro de infiltración de esta secta en los movimientos populares católicos y, pese a los desmentidos que ha realizado el líder de Vox. Santiago Abascal, algunos periodistas como Francisco Quevedo y Carlos Dávila, involucrados durante años en empresas periodísticas ultraconservadoras, han relacionado directamente a Vox con la secta el Yunque. Pero a diferencia de la influencia de los evangélicos en la política de Latinoamérica, esta versión ultra católica reaccionaria que representa Vox, no parece que pueda desarrollarse, por el momento, más allá de los lindes de la ultraderecha acompañada de ciertos sectores del movimiento ultra católico. Paradójicamente, Vox parece favorecer a la izquierda ya que su irrupción en el mercado electoral erosiona y fragmenta el voto de derechas; pero también cumple una función: derechizar aún más a la derecha española que tiene, ahora, que competir con este lenguaje neofranquista, ultracatólico y ultraliberal”.

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