viernes, 5 de abril de 2019

J. A. Pérez Tapias: “Hay que saber resistir en este contexto cínico que nos hace tragar con todo”.


Pérez Tapias, un socialista autocrítico.

Manu Garrido, en un artículo titulado “El sacrificio de Pedro Sánchez fue una operación de Estado”, escribe en Público “La insoportable contradicción de una democracia cínica”, una recopilación de textos en los que José Antonio Pérez Tapias, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, y analiza y contextualiza, desde la izquierda, la situación política de nuestro país y la europea. ¿Se encuentran los sistemas democráticos en un punto de no retorno? Es la primera pregunta que se hace Pérez Tapias contestando: “Están en un momento crítico, crucial. Estamos viendo cómo en muchísimos países se está dando una crisis de representación política, con una distancia muy grande entre la ciudadanía y sus representantes. Y esa distancia es un síntoma claro de que algo está fallando en los sistemas democráticos. Por tanto, es ahí donde urge encontrar esas soluciones que vayan en el camino de una democracia más participativa, donde esa conexión entre ciudadanía y representantes sea mucho más viva y fluida, y donde, además, la participación democrática no quede restringida al momento electoral”.

Perez Tapias llega a decir que, como proyecto político, la Unión Europea está muerta. “Lo que la mantiene hasta ahora es el euro. Por conservar el euro, la propia Unión Europea está autodestruyéndose, con políticas económicas que van en una dirección muy contraria a las demandas y necesidades de la ciudadanía”… Hablando sobre el papel de España en este contexto, recuerda: “Está en esa posición, no solo económica sino geopolítica, que ocupamos los países del sur de Europa. Y el sur está en una posición en la que sufre un neocolonialismo interno de la misma Unión Europea. Los países del sur, a los que hace unos años se les aplicó el acrónimo de PIGS (Grecia, España, Italia y Portugal), están en una posición subalterna en el seno de la Unión Europea, con unas determinadas funciones asignadas y con controles muy fuertes establecidos desde fuera por instancias económicas y sin atender a otros mecanismos de legitimación democrática. España está acomodándose bajo esas presiones que le vienen de fuera y que responden a un patrón colonial interno, en este caso la gran metrópoli es Alemania. ¿Y qué constatamos? Pues que las reformas necesarias, tanto económicas como sociales y políticas, no las puede hacer un país ni ninguna fuerza política en solitario. Hay que coordinar las políticas europeas también en este sentido. Y ahí hay un vacío notable y una carencia importante de recorrido colectivo que hacer en este sentido”.

Entre otras preguntas y repuestas de calado, habla del clima social que lo contamina todo. “Este cinismo político penetra por todos los poros de las organizaciones y por eso nos encontramos cosas que, para cualquier observador externo o interno, son muy chocantes, si no escandalosas. Vemos constantemente que, en un partido político, se pide juego limpio por quienes a todas luces no lo han practicado. Lo vemos constantemente, en el caso del PSOE, en el caso del Partido Popular y en el caso de otras formaciones políticas. Esgrimir la estabilidad o esgrimir la responsabilidad política o la razón de Estado para dar cobertura a ciertas prácticas, sean determinadas formas de configurar un gobierno o sea saltar por encima de casos de corrupción y de dignidad política, para resolver otras cuestiones, responde a esos mismos parámetros de cinismo político”.

Advierte de que hay que estar muy vigilante y ejercer importantes dosis de autocrítica para que estas situaciones no se produzcan y saber encauzarlas, tanto en los partidos nuevos como en los viejos. Cree que ni los partidos tradicionales están a punto de fenecer (aunque alguno puede verse en un descalabro próximo), ni los partidos nuevos están en una posición absolutamente inocente e incontaminada. “Cada cierto tiempo se va planteando el tema de la nueva y la vieja política porque hay que ajustar las instituciones y las organizaciones a los nuevos contextos democráticos, sociales y económicos… Yo creo que la izquierda lo que debe hacer es definirse como izquierda y salir de las trampas del populismo. Trampas que llevan a un discurso que, pretendiendo transversalidad, pierde de vista las desigualdades sociales y la complejidad de una sociedad que políticamente es muy plural, en la que no se va a dar esa confluencia de todos los que quieren cambio social en una fuerza política omniabarcante que dé lugar a ciertas confusiones en torno al pueblo que convoca”.

Pérez Tapias termina recordando que “el poder económico y el capital tienden al monopolio, y lo único que lo puede frenar es una democracia de verdad. Insiste en que salir de este contexto cínico donde nos hacen tragar con todo. Y concluye que no estamos dispuestos a tragar con nada que no corresponda a principios de dignidad, de libertad, justicia e igualdades. “Ahí es donde la ciudadanía tiene que hacer valer sus derechos y su empuje, y así salvar la democracia y a nosotros mismos”.

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