jueves, 25 de julio de 2019

76 años de peregrinaje.



Soy consciente de que vivo cada vez más cerca de mi muerte que de mi nacimiento. Éste  me llegó, hace hoy 76 años, en El Terreno (Palma de Mallorca), pero eso no me inquieta.  Lo que, en realidad, me preocupa es vivir sin comprender muchas de las contradicciones y sinsentidos de esta vida que se acerca más a un mundo caótico dominado más por las fuerzas del mal que las del bien. Tal vez habría que preguntarse qué es el bien y que es el mal o qué entendemos por el bien y por el mal.

Mi vida está condensada en 76 años de peregrinaje. Primero, llegó mi nacimiento en Mallorca, a la que conocí en los años de mi infancia; luego pasé a Ibiza, en la que crecí y viví hasta los 19; tres años más en París, y el retorno a Mallorca, en la que pasé de 1969 a 1985; y mi estancia definitiva en Madrid, hasta hoy. A lo largo de este tiempo me casé, hace cincuenta años, cohabitando con mi amada y con la que tuve tres hijos.

Por eso, celebro hoy un año más de vida y esperanza. Y cuanto más larga parece ser la primera, más encanto y expectativas tiene la segunda. Aunque sé que llegará el momento en que ni vida ni esperanza alcancen a llenar mis horizontes. Así que, mientras pueda y sea consciente de ello, seguiré cumpliendo años y disfrutando de la vida de la manera que más me llena: tocando la trompeta y escribiendo y rellenando hojas de experiencias que un día, lo sé, se agotarán. Y el momento en que ya no pueda seguir, dejaré de crear y me limitaré a vivir como buenamente pueda.

¿Cuál es, pues, mi deseo de este año? Que lo que tengo ya hecho, escrito, caminado  o acumulado en mi mochila, salga al fin a la luz y pueda ser leído y compartido por otros, sin problemas ni cortapisas de ninguna clase.

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