domingo, 24 de noviembre de 2019

El chapucero golpe de Estado boliviano, con la Biblia y la espada. (Notas para entender la crisis política y social del país)


El pasado día 10, Evo Morales anunciaba su renuncia a la presidencia de Bolivia después de que el Ejército le “sugiriera” que se marchase. El golpe de Estado se consumó y Morales tuvo que exiliarse a México mientas que la senadora opositora, Jeanine Áñez, se autoproclamaba presidenta en una sesión del Parlamento sin quorum alguno. El jefe del Ejército, Williams Kaliman, le colocó la banda presidencial y la “presidenta interina” enarboló una Biblia gigantesca por ser “un acto de fe”. La autoproclamada presidenta pertenece al Movimiento Demócrata Social, un partido que, en las últimas elecciones, apenas tuvo un 4% de los votos, consiguiendo 4 diputados del total de 130 y 1 senador de 36. Una circunstancia que recuerda a Venezuela, donde el autoproclamado presidente de este país, Juan Guaidó, forma parte de un partido (Voluntad Popular) que sólo tiene 20 de los 167 diputados en la Asamblea Nacional. Pero el chapucero golpe boliviano se llevó la palma gracias una sanguinaria represión ejercida, a las noticias falsas inventadas y a un “levantamiento popular masivo” expandido por la red, a través de miles de cuentas de perfiles falsos, creadas para multiplicar su efecto. “Contra el bueno de Evo –escribe Andrés Piqueras en Público– no se podían inventar monstruosidades. Su acción gubernamental no daba ocasión para fabricarle protestas. Al revés, había subido todos los indicadores sociales, el salario mínimo aumentó en al menos un 127% y el PIB en un 400%; después de haber sido el país más pobre de América del Sur, redujo la pobreza del 34 al 15% y la desigualdad entre ricos y pobres disminuyó de 168 a 60 veces; creó por primera vez pensiones para los mayores de 65 años, potenció la sanidad pública a límites desconocidos, así como el transporte y las infraestructuras; se asfaltaron más de 13.000 km de carreteras...,  y, en el gobierno de Morales, la mitad de los cargos públicos fueron ocupados por mujeres, de las cuales el 68% eran indígenas. Todo ello se había conseguido con gran respeto para el capital, que siguió obteniendo sus réditos porque no se tocaron las bases de su ganancia. Con estas condiciones, a EEUU y a la oligarquía nacional no les quedó otra que inventarse un fraude electoral”.


Lo contaba recientemente Antonio Pérez, miembro de La Comuna. “Los golpistas milico-evangélicos quieren que Bolivia retroceda a principios del siglo XX, cuando poseían el país los llamados ‘reyes del estaño’. Esos mismos golpistas quieren repetir la mecánica de la Invasión, incrustando el cristianismo en las almas bolivianas. El objetivo principal del golpe de Estado era adueñarse del petróleo del siglo XXI: el litio. O, dicho de otra forma, expulsar de Bolivia a las empresas chinas que cuasi monopolizan este componente básico del almacenamiento eléctrico. Por ello, la cotización de Tesla empresa gringa especializada en coches eléctricos y cohetes estratosféricos– mejoró vertiginosamente desde el mismo día del golpe. Dentro de la más estricta ortodoxia golpista se impuso como sucesora de Evo a una fundamentalista evangélica. Todo ello supuso un retroceso de cien años en lo que respecta al extractivismo minero y de 500 años en lo que atañe a la evangelización del pueblo boliviano. Simón I. Patiño (1860-1947) fue el más famoso de los tres reyes del estaño boliviano –el litio de antaño. Durante el primer tercio del siglo XX, fue uno de los hombres más acaudalados del planeta con sus métodos propios del capitalismo salvaje: controló los gobiernos y explotó a sus mineros mediante una esclavitud pura y dura. Junto con los otros dos ‘reyes’, Hochschild y Aramayo, estuvo protegido por el ejército y por la iglesia –como sucederá mañana, si el pueblo no lo impide, con los magnates del litio–. Patiño amasó tal fortuna que su hijo Antenor se casó con María Cristina de Borbón y Bosch-Labrus, una Borbón que invernaba en Davos, Suiza. Hasta que, se les acabó el tiempo y, en 1952, los bolivianos se alzaron en armas, tumbaron al gobierno títere y nacionalizaron las minas. Quinientos años antes llegaban a este país latinoamericano los evangélicos, los fundamentalistas, los obsesos, psicópatas o talibanes de la Cruz. Y hoy una de las más fanáticas es, sin duda, Jeanine Áñez Chávez, la autoelegida presidenta, la niña mimada de los medios de desinformación. 

Un golpwe que huele a litio.

“La cruz y la biblia se presentaron súbitamente, resguardadas por las armas. Y la Historia se repitió al pie de la letra: puesto que Evo se negaba a entregar Bolivia como rescate, había que ‘neutralizarlo’. El golpe de Estado ensombreció Bolivia, causando no sólo decenas de asesinados indígenas en su mayoría– con quemas de librerías al grito de ‘¡Dios no necesita libros, sólo la Biblia!’, sino que comenzó días atrás con un intento de magnicidio concretado en el accidente del helicóptero que trasladaba a Evo y a su séquito. Clásico método de los gringos a los que les salió bien en los casos del Roldós (Ecuador) y Torrijos (Panamá) pero no con Evo quien, mal que bien, sobrevivió a la ‘avería técnica’. No cabe olvidar que Bolivia reproduce el infinito ejemplo de las calamidades que acarrea a los países empobrecidos el hallazgo de algunas especialísimas materias primas. El litio es lo más codiciado en este país latinoamericano, que atesora un 70% o más del existente en el mundo. Su Salar de Uyuni guarda bajo la sal unos 20 millones de toneladas del preciadísimo metal alcalino, estratégico para la transición energética, lo que supone casi el 70% de las reservas mundiales. Evo comenzó su perforación y su explotación masiva. Poseyendo la mina a cielo abierto de hierro más grande del mundo –el Mutún–, y con generosas reservas de gas, con el añadido del litio, Bolivia podía despegar. De hecho, Evo presidió durante 14 años el país latinoamericano que más creció, el que más disminuyó la desigualdad y un largo etcétera que ahora querrán censurar y ningunear. Pero los gringos son insaciables… y temerosos de los chinos. China había firmado sustanciosos proyectos extractivistas con Evo y eso era más de lo que Trump podía soportar. Por ello, en septiembre 2019, su hija Ivanka viajó a Jujuy (provincia argentina limítrofe con Bolivia) para anunciar que ponía 400 millones de US$ para articular una ‘ruta del litio’. Esa era la tapadera de una reunión con Luis Fernando, el autotitulado Macho Camacho, un narco-fascista de Santa Cruz de la Sierra, con un pavoroso historial de gravísimos delitos. Este separatista cruceño, católico oficial y evangélico real, quintaesencia del racismo, intentará ahora mantener el poder detrás del trono de la fanática rubia cruceña”.

 Policías, patrullando las calles de la Paz (Bolivia).

El viernes, 15 de noviembre se registraron, en la entrada de la ciudad de Cochabamba, duros enfrentamientos entre grupos cocaleros, la Policía y el Ejército. Evo Morales sostenía que la única salida para la crisis y para pacificar Bolivia era celebrar una reunión nacional con todos los actores políticos, con o sin mediación internacional. Bolivia vivió entonces la jornada más dura desde que se registraban las protestas tras las elecciones del 20 de octubre. Miles de personas provenientes de varias provincias del departamento boliviano de La Paz marcharon nuevamente en las ciudades de La Paz y El Alto y se registraron incidentes con la Policía y el Ejército que usaron gases lacrimógenos. En 26 días de manifestaciones, la situación se había agudizado tras las elecciones en las que Evo Morales había sido reelegido para un cuarto mandato consecutivo. Pero, el pasado domingo, Morales renunció a la Presidencia y, al día siguiente, viajó a México, no sin antes pedir a sus bases condenar el “golpe de Estado”, que “se consumó” después de que Jeanine Áñez asumiera la Presidencia interina de Bolivia. Nelson Cox, representante en Cochabamba de la Defensoría del Pueblo de Bolivia, confirmó a Efe que “penosamente, tenemos cinco [muertos] en Sacaba, por heridas de bala”. Desde el domingo hubo “una escalada desproporcional de intervenciones de las fuerzas conjuntas, policiales y de las Fuerzas Armadas”. La nueva gobernadora del Departamento de Cochabamba, Esther Soria, señaló que se iba a conformar una comisión integrada por la Iglesia católica, la Defensora del Pueblo y demás autoridades para instalar un diálogo con las partes en conflicto e hizo una llamada urgente a la pacificación. Evo Morales, desde México, a donde se tuvo que exiliar para evitar más derramamiento de sangre, condenó la represión contra los grupos cocaleros y llamó a las Fuerzas Armadas y a la Policía Boliviana a “que paren la masacre”. El exmandatario boliviano lamentó las muertes ocurridas, señalando que una de las razones por las cuales dimitió fue para evitar la violencia y las muertes en Bolivia.

     Simpatizantes del expresidente boliviano, Evo Morales marchan en La Paz (Bolivia).

Para entender lo que está sucediendo en Bolivia desde hace algo más de 3 semanas hay que remontarse al 21 febrero del 2016. “Ese día escribe Mario Santacruz en Cuartopoder– se llevó a cabo en el país un referéndum para aprobar o rechazar el proyecto de modificación del artículo 168 de la Constitución Política del Estado (CPE) que impedía al presidente Evo Morales y al vicepresidente Álvaro García-Linera volver a postularse en más de una ocasión de manera consecutiva. Por una diferencia de 2,6 puntos porcentuales (51,3% vs 48,7%) los bolivianos le dijeron no al presidente Morales. Desde el 2002, cuando el todavía candidato presidencial quedó segundo por detrás de Gonzalo Sánchez de Losada del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Evo no perdía una consulta en las urnas a nivel nacional. A pesar de esta derrota, desde el oficialista Movimiento Al Socialismo (MAS) Evo siempre mantuvo la tesis de que su figura era fundamental para dar continuidad al denominado ‘proceso de cambio’. En ese sentido y alegando que la derrota en el referéndum fue “por un margen muy estrecho”, desde el MAS se presentó un recurso ante el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) contra la limitante a los mandatos consecutivos, argumentando que los ‘derechos políticos’ reconocidos por Bolivia como parte del Pacto de San José estaban por encima de la propia CPE del país. Finalmente, en noviembre del 2017, el TCP falló a favor de la postura del MAS, habilitando a cualquier autoridad boliviana a postularse de manera consecutiva de forma indefinida. Dicho fallo generó que, desde finales del 2017 hasta poco antes del 20 de octubre de este año, día de las elecciones nacionales, Evo tuviera que lidiar con las mayores movilizaciones opositoras en sus más de 13 años en el poder bajo la ya famosa consigna: Bolivia dijo NO”.

     Luis Fernando Camacho, utilizó formas que hacen recordar a Jair Bolsonaro, el presidente de Brasil.

El domingo, 20 de octubre se llevaron a cabo las elecciones nacionales para elegir, entre otros cargos, al presidente. En esta ocasión, bajo el argumento de “transparentar” el proceso y “dar a conocer, en el menor tiempo posible, los resultados preliminares, aunque no oficiales de cada una de las mesas”, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) implementó el sistema TREP (Transmisión de Resultados Electorales Preliminares) con el compromiso de tener un escrutinio preliminar en torno al 80% a las 20 horas del mismo domingo y al 90% a las 22 horas. Se publicaron los primeros resultados preliminares que, con un escrutinio del 83,79%, otorgaban una importante victoria a Evo Morales frente al candidato presidencial Carlos de Mesa de Comunidad Ciudadana (45,28% para el MAS vs 38,16% para CC), pero insuficiente para evitar la segunda vuelta. Desde ese momento, el conteo a través del TREP se detuvo sin que el TSE arguyera razón alguna para ello. Cuando, 23 horas después el mismo, se reanudó con un escrutinio del 95,30%, la diferencia entre ambos partidos había aumentado de la siguiente forma: 46,86% para el MAS frente al 36,72% de CC. Más de 10 puntos porcentuales a favor del oficialismo, suficiente para no necesitar el balotaje. Este “sorpresivo cambio en la tendencia electoral”, según declaraciones de la misión de la OEA, generó casi de manera automática que cientos de miles de personas en todo el país se echaran a las calles esgrimiendo el argumento del “fraude electoral”. A medida que los días pasaban, la tensión fue en aumento y los Comités Cívicos de Santa Cruz y Potosí, con su líder, Luis Fernando Camacho Vaca, abogado, empresario y dirigente cívico boliviano, ultraconservador y ferviente católico, personaje que recurre siempre a Dios y a la Biblia para justificar sus acciones, afirmó que no pararía hasta que “Evo renunciara y la Biblia volviera al Palacio de Gobierno”. Hasta que, el 9 de noviembre, Williams Kaliman Romero, comandante de las Fuerzas Armadas, dio una rueda de prensa en la que, literalmente, sugirió “al presidente su renuncia” esgrimiendo el argumento de la pacificación del país. Y el domingo 10, a primerísima hora de la mañana, la OEA emitió un informe preliminar, sin presentar prueba alguna, en el que decía haber identificado “diversas irregularidades en el proceso electoral del 20 de octubre” por lo que recomendaba la celebración de nuevas elecciones.

Víctimas de los disturbios registrados cerca de una refinería de gas, en el templo San Francisco de Asís, en El Alto (Bolivia).

Nueve días después de la renuncia forzada de su presidente constitucional, se registran en Bolivia una treintena de muertos y 750 heridos por bala. La mayoría de las víctimas —todas o casi todas— es gente pobre. La defensa popular se activa el mismo día del primer motín policial en contra de Morales, durante el cual varios uniformados queman la wiphala —la bandera indígena— o la arrancan de sus uniformes. Soledad Domínguez en “Relato de un golpe racista cocinado durante meses” resume lo sucedido en CTXT.es. “Aquella quema, tan real como simbólica, resultó profundamente ofensiva para los indígenas: el día del golpe, el máximo dirigente cívico de Santa Cruz introdujo en palacio de gobierno una biblia y una bandera boliviana, poniendo de manifiesto su desprecio por la actual Constitución (que señala tanto el carácter laico del Estado como la coexistencia en la nación de una pluralidad de pueblos indígenas). Encima de ello, propició que policías con el rostro cubierto arriaran la wiphala de la plaza de armas y la arrancaran con violencia del frontis del palacio. El viernes, 8 de noviembre, la policía comenzó a amotinarse en favor del movimiento cívico, opositor a Evo Morales. La tarde del 10, las fuerzas armadas conminaron al presidente a renunciar. Acorralado por las fuerzas de coerción estatal, Morales renunció al cargo hacia las cinco, a través de un mensaje televisado. Como antecedente de este suceso está la huelga cívica que, desde el 22 de octubre —dos días después de las elecciones generales— asfixiaba con un paro y bloqueo de caminos e instituciones públicas las ciudades de Bolivia. Dicha medida contó con la participación activa, entusiasta y muchas veces furiosa y racista de las clases medias y los estudiantes universitarios... El viernes 8 de noviembre empezó el motín policial. Al día siguiente, el gobierno y sus instituciones ya estaban sin protección alguna. Desde la oposición –tal vez para acelerar el golpe– se insinuaba que el presidente podía sacar a las fuerzas armadas. Pero el gobierno se negaba a convocarlas. A esas alturas, el ejército dio un paso al frente para anunciar ‘que no iba a salir a reprimir a su pueblo’. La OEA hizo conocer su veredicto sobre la auditoría, anunciando que las elecciones habían sido fraudulentas –posteriormente, expertos internacionales han dado a conocer que la auditoría misma fue la que estuvo amañada–. Horas después, el presidente de Bolivia anunció que la Asamblea Legislativa, anularía las elecciones, destituiría a las autoridades electorales, elegiría otras y convocaría a una nueva elección. Pero esa mañana las huestes furiosas de la oposición ya no le dieron tregua. Salieron en Potosí a quemar casas y agredir a los familiares de un ministro y de asambleístas plurinacionales. Lo mismo pasaba en Cochabamba y otros lugares. Esa noche, grupos que aún no han sido investigados intentaron asaltar la embajada de Venezuela. Por la madrugada, otros grupos, tampoco investigados ni identificados hasta hoy, quemaron enteramente la flota de modernos autobuses de la alcaldía de La Paz, los Pumakatari. En El Alto, se dice que los pobladores asaltaron algunas tiendas, que tumbaron la antena de un canal de televisión afín a los cívicos y saquearon la alcaldía, afín a la derecha”.

Toma de posesión del Gobierno por Jeanine Añez, el 14 de noviembre.

Soledad Domínguez prosigue con la entrega del proceso democrático boliviano a las fuerzas más reaccionarias y antidemocráticas, oscurantistas y racistas del espectro político, lo que motivó las multitudinarias marchas, los bloqueos y manifestaciones populares que, pese a los muertos, centenares de heridos y presos, no cesan en toda Bolivia. “El 19 de noviembre se registra el asedio a la estación de hidrocarburos de Senkata, desde donde se distribuye todo el combustible de ciudad de La Paz. El pasado 12 de noviembre la senadora Jeanine Añez, en calidad de vicepresidente de la Cámara de senadores, se autoproclama presidenta de Bolivia basándose en la ausencia de gobierno. A la par, hizo correr la voz de que la bancada mayoritaria del Movimiento al Socialismo se negaba a presentarse para sesionar en la Asamblea Legislativa —aunque luego se supo que la mayoría de los representantes nacionales del Oficialismo estaba amenazada, y que muchos no pudieron llegar por el bloqueo cívico que se prolongó hasta poner a Añez en el gobierno. Inmediatamente, con el fundamentalista Camacho a su costado, sosteniendo una biblia de aspecto medieval, y ante una pequeña tropa de policías, militares, periodistas y sacerdotes que la observaban desde la plaza Murillo, Áñez anunció que el suyo sería un gobierno provisional y se dedicaría a convocar prontamente a elecciones. Al día siguiente, nombró parte de su gabinete de ministros, y empezó a ejecutar acciones agresivas en política internacional, a ordenar la caza de subversivos mediante su ministro de gobierno, a amedrentar a la prensa extranjera y nacional mediante su ministra de comunicación. Y dictó un decreto, eximiendo al ejército y a la policía de responsabilidades penales en caso de generar muerte entre civiles. Sacó toda la represión a la calle dotándola de impunidad. Entre tanto, la intelectualidad en las ciudades se manifiesta por redes sociales, o se mantiene en la clandestinidad, temerosa de represalias. Todo ocurre en medio de un cerco mediático de casi todos los periódicos impresos del país, los canales televisivos, y una gran cantidad de radioemisoras que dejaron de informar con la ecuanimidad y proporción necesarias sobre los sucesos”. 

      Agentes de policía patrullando las calles de la Paz (Bolivia), durante una la protesta de defensores del MAS.

En un informe preliminar del proceso electoral, la OEA publica el 10 de noviembre que “Evo Morales impulsó un fraude electoral en Bolivia”. La noticia es, instantáneamente, amplificada por los medios de comunicación opositores y por una campaña en redes sociales construida a tal efecto. Los acontecimientos que siguen a la publicación del informe son de sobra conocidos: pronunciamiento militar y policial, juramentación de Camacho en el palacio de Gobierno, asunción de una senadora opositora como presidenta al margen del procedimiento constitucional recogido en el artículo 169.1, prohibición de acceso a los diputados y senadores electos del MAS a las sedes parlamentarias y, por supuesto, reconocimiento de la nueva presidenta por parte de Donald J. Trump y Juan Guaidó. A la vista de la lectura de las actuaciones, informes y declaraciones en el caso boliviano, resulta evidente a los ojos de cualquier observador imparcial que la OEA –o su secretario general Luís Almagro retorció los datos para inducir una deducción falsa. La OEA elude considerar la posibilidad de que se hayan intentado falsear actas. Y evita informar de que el muestreo de las actas sobre las que se realizó escrutinio de firmas no es un muestreo estadísticamente representativo y que la muestra se ha escogido obviando los procedimientos recogidos en sus propios manuales de observación electoral. La OEA, ya sea intencionalmente o por falta de solvencia y capacidad, obvia en todo su informe la realidad objetiva del país analizado, y el efecto de distorsión en la carga de datos del ámbito rural y urbano.

     Lula da Silva, protestas en Chile y Evo Morales.

Meritxell Freixas escribía a mediados de noviembre en Eldiario.es que, en un solo mes, el mapa geopolítico de América Latina cambió sustancialmente, en un terremoto que sigue haciendo temblar las instituciones de varios países. “La última sacudida, entre octubre y noviembre de 2019, ha puesto punto final, dicen algunas voces progresistas, al ciclo político conservador que empezó en 2015 con el triunfo de Mauricio Macri en Argentina y que se coronó con la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil el pasado mes de enero. Octubre empezó con las protestas desatadas en Ecuador tras la eliminación de los subsidios a los combustibles a sugerencia del Fondo Monetario Internacional, medida que finalmente fue retirada. Luego, llegó el turno de Chile, donde las movilizaciones se mantienen desde hace un mes y desembocarán en un probable proceso constituyente en el país. Entre toda esta convulsión regional, Alberto Fernández ganó las elecciones en Argentina y el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva fue liberado gracias al veredicto del Tribunal Supremo de Brasil. Nos adentramos en noviembre y, en Bolivia, las elecciones para revalidar a Evo Morales acabaron entre sospechas de fraude; después de un golpe de Estado disfrazado de renuncia y promovido por el ultrarreligioso Luis Fernando Camacho, Morales tuvo que abandonar el país, rumbo a México, algo que no frenó los enfrentamientos entre partidarios y detractores del exmandatario. Falta un mes para que Alberto Fernández asuma la Presidencia de Argentina, pero el futuro mandatario ya se ha convertido en uno de los actores clave de la crisis boliviana. El argentino no titubeó a la hora de calificar los hechos de golpe de Estado y negoció con los gobiernos de la región para facilitar la llegada de Evo Morales a México. Ese paso le permite empezar a construir su liderazgo regional sin haber puesto un pie en la Casa Rosada. El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador y Alberto Fernández ya se han reunido hace unos días por otros asuntos, y el encuentro no pareció dibujar una alianza demasiado contundente, pero la operación Evo dejó la puerta abierta para un nuevo eje argentino-mexicano que encabece la oposición al eje dominado por Bolsonaro y Trump”. 

      Evo Morales es declarado huésped distinguido de la CDMX. (Graciela López).

Al ser declarado huésped distinguido de la Ciudad de México, Evo Morales, expresidente de Bolivia, ofreció su primera conferencia de prensa en la que expresó que su “delito” era ser el primer presidente indígena de su país, aplicar programas para los más humildes y reducir la pobreza. Agradeció la distinción que, dijo, “es un gran aliento para mi pueblo”, además de inédito e histórico, por lo que la dedicó a sus “hermanas y hermanos” que se siguen movilizando en defensa de la democracia y de sus derechos. E insistió en un diálogo nacional para pacificar a Bolivia. “Sólo se garantiza la paz cuando hay justicia social; sin ella, no va a haber paz… La paz no se garantiza con intervenciones militares, estamos convencidos”, dijo, recordando que, en la Organización de las Naciones Unidas, los presidentes de Estados Unidos hablan mucho de esa palabra. Tras destacar los logros de su gobierno, expuso que, por esas políticas y programas sociales, la derecha y los grupos que ostentan el poder económico “no nos perdonaron”. “Mi delito es ser el primer presidente indígena de Bolivia, que ha implementado programas para los más humildes, logrando una reducción impresionante de la extrema pobreza. En lo económico, nacionalizamos. En lo político, redistribuimos la riqueza y creamos programas para los más pobres”. Morales recalcó que no renunció a la presidencia de su país por cobardía, sino para salvar la vida de los bolivianos. “Lo que más me duele es con qué sacrificio, con qué esfuerzo, con qué compromiso hemos construido la nueva Bolivia y ahora empiezan a destruirla. Con tantos paros en las ciudades lamentablemente están destruyendo la economía”. Evo Morales acusó a OEA de servir al ‘imperio norteamericano’.

Jorge Ramiro Tapia Sainz deja su cargo como embajador de Bolivia en España.

El gobierno interino de la autoproclamada presidenta del país, Jeanine Áñez, despide de su cargo de embajador de Bolivia en España a Jorge Ramiro Tapia Sainz, quien espera que “la paz social, el entendimiento y la armonía retornen para el bien de todas y todos los bolivianos”. Tapia Sainz recibió la comunicación del cese en la mañana del lunes. Bolivia vive una profunda crisis con disturbios que han dejado al menos 23 muertos y más de 700 heridos en varios enfrentamientos durante las protestas desde las elecciones fallidas del 20 de octubre, según datos de la Defensoría del Pueblo. Nombrado para el puesto diplomático el 5 de enero de 2018 por Morales, el exembajador Tapia destacó en su mensaje de Facebook el “hondo y sincero reconocimiento que las autoridades españolas” manifestaron hacia el pueblo boliviano en cada una de las reuniones que él tuvo. El embajador, que mantuvo una reunión la pasada semana con el ministro de Asuntos Exteriores español, Josep Borrell, explica “el inmenso reto al que se enfrenta cualquier servidor público en el exterior: representar a su país y velar por los derechos de sus connacionales”. 

      Evo Morales avisó desde México que está dispuesto a volver a Bolivia si el pueblo se lo pide.

David Torres titula el artículo “Bolivia, tan lejos, tan cerca” en el que dice: “Bolivia es un país raro, qué duda cabe. No hay más que ver a esas indígenas que llevan un bombín sobre el moño, visten poncho y fuman cigarros. Para entender Bolivia un poco, se recomiendan diversas estrategias, desde leer ‘Cien años de soledad’ como si fuese el informe anual de una compañía de explotación de litio a ver una película de James Bond en clave realista. Desde tomar un vuelo hasta La Paz a no tomarlo. Quantum of solace se basa en la peregrina idea de un empresario extranjero que quiere hacerse con las riendas del país a través del ridículo y maquiavélico plan de controlar las reservas naturales de agua potable. Esta idea de bombero parecería sacada de un especial de Mortadelo y Filemón si no estuviese basada en hechos reales: en febrero de 2000 la Bechtel Corporation, con sede en Estados Unidos, una de las principales corporaciones de ingeniería del mundo, intentó privatizar el suministro de agua a Cochabamba con el beneplácito del presidente Hugo Banzer. Entre el paquete de medidas de la nueva Ley 2029 se señalaba que los campesinos tenían que adquirir una licencia si querían recoger agua de lluvia. La resolución provocó una monstruosa subida de precios, la declaración de la ley marcial y una escalada de huelgas y protestas con varios muertos y centenares de heridos. Los disturbios desembocaron en una crisis nacional que terminó con la huida del país de los ejecutivos de Bechtel, quienes, finalmente, interpusieron una demanda millonaria al gobierno boliviano que fue retirada varios años después. Con historias como ésta detrás, quizá se explica algo mejor la rocambolesca situación política boliviana, entre un golpe de Estado que, técnicamente, no es un golpe de estado aunque tiene toda la pinta de serlo– y un expresidente que quería perpetuarse en el poder refugiado en México más una senadora recién proclamada autopresidenta sin ningún tipo de respaldo legal”. 

Jeanine Áñez, la autoproclamada presidenta boliviana, quiere “licencia para matar”.

Torres continúa: “En unas declaraciones realizadas en plena efervescencia de señorío, Jeanine Áñez aseguró que había venido a devolver la Biblia al interior del Palacio Quemado, la sede del gobierno boliviano. Y cuando le preguntaron qué quería decir con esta vindicación política del Antiguo Testamento, la flamante okupa presidencial respondió que Evo Morales es ateo y que los socialistas habían impuesto sus ideas a los bolivianos ‘porque tenían los votos en el parlamento’. No como ella, que lo que tiene son unas mechas estupendas... En cuanto a la diversidad racial y cultural de Bolivia, basta repasar este otro tuit de la buena señora, tal vez en referencia directa a su rival, Evo Morales: ‘Sueño con una Bolivia libre de ritos satánicos indígenas. La ciudad no es para los indios, que se vayan al altiplano o al Chaco’. No hay más que visualizar a Jeanine Áñez con un bombín, un poncho y un cigarro, metamorfoseada en cholita, para entender esta nueva versión del clásico de Paco Martínez Soria, ‘La ciudad no es para mí’. No en vano, Bolivia es quizá el único país iberoamericano que tuvo un presidente, Gonzalo Sánchez de Lozada, que apenas sabía hablar en castellano. Y no porque hablara en quechua o en aymara, qué va, sino porque chapurreaba en texano –al estilo de Aznar en sus tiempos de líder mundial plantando los zapatos sobre la mesa, un acento fruto de su infancia en Estados Unidos, el país al que tuvo que volver después de la acusación de genocidio durante su mandato. Porfirio Díaz, el dictador mexicano, siempre se quejaba de que México estaba tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos. Aunque parezca mentira, más cerca aún está Bolivia”.

      Crisis en Bolivia divide al mundo .

La comunidad internacional se divide entre aquellos que denuncian un golpe de Estado en Bolivia, como es el caso de Rusia, Venezuela, Uruguay, México y Cuba, entre otros, y aquellos que celebran la salida de Morales y combaten la narrativa del golpe, principalmente EEUU o Brasil. Entre los dos se halla la Unidad Europea, poniéndose de perfil y limitándose a pedir elecciones y estabilidad. El caso de Rusia es uno de los más peculiares. Aunque califica lo ocurrido como un golpe de Estadogolpe que apesta a litio–, a su vez reconoce a Jeanine Áñez como presidenta interina hasta la convocatoria elecciones. “Está claro que precisamente ella será considerada como mandataria de Bolivia en el período hasta que se elija al nuevo presidente”, señala el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov. Sin embargo, Riabkov añade que Rusia considera “todo lo que precedió al cambio de poder como acciones que de hecho equivalieron a un golpe de Estado”. La portavoz del ministerio ha llegado a aclarar: “No se trata de un reconocimiento de que lo que ha ocurrido en Bolivia ha sido un proceso legal”. En el otro extremo, se halla EEUU. “Seguro que han visto declaraciones de Morales y sus seguidores, afirmando que es una víctima de un golpe, a pesar de que lo que demuestran todos estos acontecimientos es que el pueblo boliviano simplemente ha tenido suficiente de un gobierno que ignora la voluntad de sus votantes”, afirma un alto cargo del Departamento de Estado en una rueda de prensa celebrada el pasado lunes. “[El Gobierno] continuó la agitación para alimentar esta falsa narrativa que simplemente está dañando la democracia boliviana”, añade. Por su parte, Bernie Sanders, candidato demócrata a la presidencia, declara tajantemente: “Al fin y al cabo, fueron los militares los que intervinieron en ese proceso y le pidieron que se fuera. Cuando interviene el Ejército, en mi opinión, eso se llama golpe”. Más tarde, Mike Pompeo, el secretario de Estado, celebró la proclamación de Áñez como nueva mandataria boliviana: “EEUU aplaude a la senadora Jeanine Áñez por dar un paso adelante como presidenta interina”.

Fotomontajes, imágenes y frases sorprendentes de esta última semana:


A la golpista boliviana solo le falta decir que es hija de Donald Trump.


Mujeres de Resistencia. Dioniso Punk.


Ataúdes en medio de la calle y gente corriendo, despavorida, mientras los policías lanzan gases lacrimógenos. Es la imagen de la represión en Bolivia tras el golpe de Estado.




Momento en que una ardilla se detiene a oler una flor en la ciudad de Viena, (Austria) 


La importancia de ser no alineados. (Dioniso Punk).


Amantes del ate.


 Fotos de Francisco José Lerma Martínez, publicadas en Colmenar en Red

El bosque es un estado de ánimo. Gaston Ambriz

El humor en la prensa de esta semana: Forges, El Roto, Peridis, Eneko, J. R. Mora, Manel F., B. Vergara, Atxe, Pedripol, Urodonal…










 Ola reaccionaria.
Oculto entre las palabras. 
 Bases.

Consejos vendo.

Por pedir que no quede.










Pep Roig, desde Mallorca: Quejosos congénitos, Todo mojado, La vuelta de los dinsaurios,  ¡UuuuuuuuuuuH, tiempo de fantasmas, La crisis por categorías, Timo infinito…







Los vídeos de esta semana:
Bolivia: indígenas exigen la renuncia de Jeanine Áñez Partidarios de Evo Morales protestan contra el golpe de Estado en Bolivia Jeanine Áñez advierte a Evo Morales que se verá con la Justicia si vuelve a Bolivia Polònia TV Después del éxito de Vox, como tercera fuerza política, Polònia TV3 presenta la Nueva España, con una versión actual del noticiario NO-NO NO-DO La nueva España

No hay comentarios:

Publicar un comentario