jueves, 20 de agosto de 2020

¿Por qué tenemos que soportar el anacronismo de la monarquía?



Pedro Casas, miembro de la Asamblea Republicana de Carabanchel, se pregunta en Público por el descrédito en que Juan Carlos de Borbón ha sumido a la institución que representó durante 39 años.  “Es de tal magnitud que el debate sobre el futuro de la monarquía está abierto de par en par. Hay quienes consideran que, al tratarse de una institución divina, los humanos poco tenemos que opinar al respecto (rey por la gracia de Dios, como el Caudillo). A estas alturas de la historia realmente suena a chiste, aunque no les falte cierta coherencia a quienes sostienen tales tesis, porque desde el punto de vista humano, la monarquía es insostenible. Otros comentaristas menos divinos han creado la teoría de la conspiración, afirmando que todo obedece a una conspiración chavista-podemita, cuyo origen se encuentra en aquella famosa frase de Juan Carlos a Hugo Chávez ‘Por qué no te callas’, en una cumbre iberoamericana. Según ellos, Chávez habría organizado desde aquel momento su venganza, regando de dinero a las jóvenes promesas podemitas, que ahora estarían encabezando la conspiración contra la monarquía, forzando la fuga de Juan Carlos. La ficción da para estas cosas. Ojalá que la izquierda tuviera ese poder”.

Por otro lado, las y los comentaristas del sistema critican y lamentan profundamente los desmanes de Juan Carlos, pero se afanan, más que el propio Felipe VI, en separar al padre del hijo, o a la persona de la institución. “Merece la pena detenerse un poco en estos argumentos, dado que el propio gobierno (o una parte de él) se ha abonado a esta tesis. Empezando por el propio presidente del Gobierno, que sostiene que hay que separar la institución (monarquía) de la persona que la ostenta. Pues dígame cómo hacemos esto, en una institución que es propiedad de la persona que la ostenta, sin posibilidad de arrebatársela, que dispone de ella a su antojo y que la deja en herencia a su hijo o hija. Y compara la monarquía nada menos que con el sistema de partidos, en el sentido de que, si alguien es corrupto, no por ello el sistema es corrupto”.

Pedro Casas apunta que en España hay demasiada corrupción, y, desde luego, algo falla en el sistema que tanta corrupción produce, con mecanismos que la favorecen, o débiles frenos que no la evitan. “El sistema puede aparecer corrompido, aunque no corrupto per se, porque en cualquier caso las urnas pueden dejar fuera a las personas o partidos que se aprovechan de su cargo para robar al pueblo. Esa es la gran diferencia con la monarquía; si el monarca es corrupto, implica necesariamente la institución que preside y posee, sin posibilidad de cambio, pues no existe mecanismo de cambio democrático al margen de la voluntad del soberano (que para eso lo es)…

“La Monarquía forma parte de la historia de las desigualdades e injusticias. No existe razón democrática ni de los derechos humanos que justifique mantener una institución así, y ha llegado el momento de plantearlo abiertamente, de frente. El pueblo español es temeroso, pues las dos experiencias republicanas acabaron con golpes militares (la segunda con guerra civil y dictadura sanguinaria como complemento). Es normal que tenga miedo de que la historia se vuelva a repetir.

“Este proceso –termina Casas considerando– está en marcha, no parece haber dique que lo frene, pues es la propia monarquía la que hace aguas por muchos de sus muros. Las características del sistema que lo sustituya estarán influidas por la correlación de fuerzas que se vayan configurando por parte de los sectores que lo impulsen; de ahí la gran importancia de dejar de ser espectadores del desmoronamiento, y pasar a ser parte activa del derribo y del necesario proceso constituyente que se abrirá a continuación”.

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