viernes, 19 de agosto de 2022

¿Cómo afecta la música a nuestra salud?

 



Varios investigadores de la Erasmus University Medical Center de Róterdam y del Instituto Neerlandés de Neurociencia hicieron una revisión sistemática de los estudios en relación a los efectos de la música en la estructura cerebral y neuroquímica, el comportamiento, la inmunología y la fisiología de roedores, concluyendo una mejora en el aprendizaje espacial y auditivo, además de una mejora en la estructura cerebral y neuroquímica. En esta línea trabajó un estudio publicado en Frontiers in Psychology que destaca el papel de la liberación de la dopamina en el aprendizaje por refuerzo. Tal y como señala este estudio, cada vez hay más pruebas que relacionan el disfrute de la música con áreas del cerebro implicadas en la emoción y el sistema de recompensa dopaminérgico.

Otra investigación de la Universidad Northwestern de Illinois en Estados Unidos, liderada por la profesora Nina Kraus especializada en Otorrinolaringología y Cirugía de cabeza y cuello, estudió cómo la formación musical influye en el desarrollo del cerebro, concluyendo que la música tiene efectos positivos en las habilidades de aprendizaje de los menores: los adolescentes que formaron parte del estudio mostraron cambios biológicos en el cerebro tras dos años de participar en actividades constantes de creación musical. Y un estudio de 2013 de la Universidad de Canberra en Australia coincide con los resultados de la investigación de Nina Kraus: el equipo liderado por Anita Collins estudió la función cerebral de personas clasificadas como músicos y no músicos, señalando una gran cantidad de beneficios de la educación musical, incluidos mejoras en la memoria, la adquisición del lenguaje, la función ejecutiva y la plasticidad cerebral, refiriéndose esta última a la capacidad del sistema nervioso para cambiar su estructura y funcionamiento a lo largo de la vida.

También son numerosos los estudios que vinculan a la música en el tratamiento de enfermedades neurológicas, destacando sus numerosos beneficios. Un reciente estudio publicado este mismo año en Reviews in the Neurosciences señala cómo las pruebas clínicas de 15 años precedentes han demostrado los beneficios inducidos por la música a nivel cognitivo, conductual, motor y psicosocial en cerebros lesionados y desordenados y producto de trastornos neurológicos. A este respecto, la musicoterapia podría mejorar la expresión, la comunicación y las interacciones sociales, reduciendo la ansiedad y la agitación, así como mejorando la calidad de vida de pacientes con alzheimer o párkinson, y con desórdenes del espectro autista. 

Otro estudio de la Universidad de Nara también se refiere al “efecto Mozart”, una hipótesis del otorrinolaringólogo Alfred Tomatis convertida en mito popular: sugiere que escuchar música, principalmente a Mozart, “aumenta la inteligencia”, consiguiendo beneficios cognitivos en bebés, niños y niñas en edad temprana, hasta el punto en que se recomienda poner música del compositor austriaco a embarazadas. La investigación sugiere que la línea melódica y las estructuras armónicas, ritmo y motivos de la música del compositor austriaco se ajustarían a los ritmos de la función fisiológica del cerebro, así como con sus ondas cerebrales y pulso del flujo sanguíneo cerebral. Pese a ello, todavía “tenemos mucho que aprender de los estudios sobre la música y la función cerebral” como para concluir que escuchar a Mozart vuelve a los nonatos más inteligentes…

Un estudio publicado en 2010 y realizado en dos grandes centros médicos de la ciudad de Kaohsiung, en Taiwán, con 126 pacientes hospitalizados con dolor oncológico concluyó que tan solo 30 minutos de música proporcionaron un 50% de alivio en el 42% del grupo de análisis que escuchó música. Así las cosas, la música se articula como un método complementario en el alivio de dolores crónicos o graves producto de enfermedades como el cáncer.


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