Tras unos párrafos
introductorios del tema a tratar, David Torres continúa en Público: “El caso es
que estos días he visto unos videos de Tamara Falcó en la tertulia de El
Hormiguero y he comprendido lo contraproducente que puede ser para el
espectador que lo agobien con citas filosóficas y recomendaciones de libros.
Tal vez Falcó sea el ejemplo perfecto de aquel concepto de ligereza que Italo
Calvino predicaba como una de sus propuestas esenciales para este milenio. En
un momento dado, Nuria Roca comentaba que algo hay que hacer para solucionar la
guerra en Ucrania, cuando han fallado tanto el apoyo militar como la vía
diplomática, y entonces Tamara Falcó dijo: ‘¿Puedo proponer una cosa? El papa
ayer convocó un rosario y nosotros lo rezamos en mitad de la sierra y todo eso.
Ya sé que puede que haya mucha gente que no se lo crea, pero bueno, es una
opción. Igual que hay que probar’.
“Lo de rezar el rosario
para zanjar los conflictos armados es un recurso que viene de antiguo, del
Concilio de Trento por lo menos, pero expuesto con la gracia y la sencillez de
Falcó parece sencillamente maravilloso. A fin de cuentas, en la OTAN, en la
ONU, en la Casa Blanca, y en la práctica totalidad de los gobiernos
occidentales tampoco es que estén haciendo mucho más por detener el genocidio
en Gaza y la invasión del Líbano, una masacre con carta blanca que cualquier
día puede desembocar en la Tercera Guerra Mundial o en la Cuarta, a poco que
nos descuidemos. Sin embargo, el peligro de esas oraciones colectivas es que no
suelen ser unánimes y vete a saber cuántos cristianos no se pondrían a rezar
por el neonazi de Netanyahu.
David Torres concluye que
no se podía esperar más frivolidad de una tertulia incrustada en el vertedero
catódico de Pablo Motos. “El siguiente paso es que Tamara Falcó pegue el salto
de analista política y autora de libros de cocina a novelista, un terreno en el
que me temo que ya tiene el campo abonado. Fijo que más de un grupo editorial
ya se lo está pensando. Anthony Burgess, uno de los grandes escritores del
pasado siglo, advertía que no es bueno que un novelista sea demasiado
inteligente, aunque quizá lo de Falcó ya sería pasarse de frenada. Tengo que
releer una vez más ‘Seis propuestas para el próximo milenio’, de Italo Calvino,
porque estoy casi seguro de que no se refería a esto”.
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