“Nunca fue la nuestra, lengua de imposición, sino de encuentro; a nadie se obligó nunca a hablar en castellano: fueron los pueblos más diversos quienes hicieron suyos, por voluntad libérrima, el idioma de Cervantes”. Estas frases, pronunciadas por el Rey hace seis años, cuando el Gobierno estaba dominado por el PP, en el discurso de la entrega del 25º Premio Cervantes a Francisco Umbral, dio la vuelta a España, seguidas de las protestas más virulentas y, por otra parte, esperadas. Parece increíble que un Jefe del Estado, que es capaz de dedicar hasta 18 horas para posar, junto a la Reina, ante la cámara de un fotógrafo para plasmar sus nuevos retratos oficiales, se hubiera dejado embaucar por unas palabras escritas en su discurso sin que hubiera sopesado las reacciones que podría desencadenar.
Entre las oleadas de protestas levantadas en torno a esta intervención de la Corona, alguien le llegó a exculpar, alegando que “es el propio Gobierno quien le ha hecho cometer un error”. Cualquiera hubiera dicho que, con esta fácil excusa, Xavier Trías le acaba de hacer la cama. Por su parte, Jordi Pujol puntualizó: “Personalmente, y como presidente de la Generalitat, lamento estas palabras del Rey que no responden a la realidad histórica”. Y Pascual Maragall advirtió: “Espero que lo dicho por el Rey no tenga que ver con la ofensiva del PP para reducir las cuotas de autogobierno. No se puede hacer decir al jefe del Estado lo contrario de lo que la Constitución establece”. Josep Lluis Carod Rovira, secretario general de Esquerra Republicana (ERC), arguyó que “es un ataque a la memoria y una falsedad”. “Ante una Monarquía ignorante, analfabeta e inculta –añadió, indignado–, nos sentimos cada día más partidarios de la República ilustrada, culta y plurilingüe”. Y Rafael Ribó, de Iniciativa-Verds, declaró que el discurso del Rey “oculta e ignora” que, tras cada poder colonizador, ha ido siempre una imposición lingüística.
Recuerdo que Manuel Vázquez Montalbán, quien moría el 18 de octubre del 2003, se atrevió a pedir la condena a cadena perpetua para quien escribiera el discurso del Rey. “Lamentablemente –señaló Javier Marías– el castellano se ha impuesto por la fuerza, y no hace demasiado tiempo. Si se refería a la implantación en América, a partir de del Siglo de Oro, hubiera tenido que especificarlo. Pero yo, que viví en Barcelona entre los años 1974 y 1977, recuerdo cómo las fuerzas represivas, cuando escuchaban a alguien hablar en catalán, le decían eso de que hablara en cristiano”. Y Enrique Mila-Matas dedujo: “La frase empleada es contundente y, como tal, equivocada en su composición. Ni siquiera en el caso de que estuviera referida a América Latina, pues allí el castellano también se impuso a sangre y fuego”.
También en el País Vasco la frasecita real despertó rechazos fulgurantes. El portavoz parlamentario del PNV, Iñaki Anasagasti, no dudó en declarar que “el Gobierno está utilizando de mala manera al Rey” para hacerle realizar declaraciones y participar en actos “inaceptables”. Lo peor, según él, no es decir esas cosas, sino que alguien se las crea. Y criticó la labor del Rey tanto en el discurso de la entrega del Premio Cervantes como en la participación real con el exilio cubano en Miami, en su última visita a EEUU. “Si él toca estos asuntos –concluyó–, los tocaremos todos, incluida la propia transición, y quién fue quien nombró al Rey”.
Entre las oleadas de protestas levantadas en torno a esta intervención de la Corona, alguien le llegó a exculpar, alegando que “es el propio Gobierno quien le ha hecho cometer un error”. Cualquiera hubiera dicho que, con esta fácil excusa, Xavier Trías le acaba de hacer la cama. Por su parte, Jordi Pujol puntualizó: “Personalmente, y como presidente de la Generalitat, lamento estas palabras del Rey que no responden a la realidad histórica”. Y Pascual Maragall advirtió: “Espero que lo dicho por el Rey no tenga que ver con la ofensiva del PP para reducir las cuotas de autogobierno. No se puede hacer decir al jefe del Estado lo contrario de lo que la Constitución establece”. Josep Lluis Carod Rovira, secretario general de Esquerra Republicana (ERC), arguyó que “es un ataque a la memoria y una falsedad”. “Ante una Monarquía ignorante, analfabeta e inculta –añadió, indignado–, nos sentimos cada día más partidarios de la República ilustrada, culta y plurilingüe”. Y Rafael Ribó, de Iniciativa-Verds, declaró que el discurso del Rey “oculta e ignora” que, tras cada poder colonizador, ha ido siempre una imposición lingüística.
Recuerdo que Manuel Vázquez Montalbán, quien moría el 18 de octubre del 2003, se atrevió a pedir la condena a cadena perpetua para quien escribiera el discurso del Rey. “Lamentablemente –señaló Javier Marías– el castellano se ha impuesto por la fuerza, y no hace demasiado tiempo. Si se refería a la implantación en América, a partir de del Siglo de Oro, hubiera tenido que especificarlo. Pero yo, que viví en Barcelona entre los años 1974 y 1977, recuerdo cómo las fuerzas represivas, cuando escuchaban a alguien hablar en catalán, le decían eso de que hablara en cristiano”. Y Enrique Mila-Matas dedujo: “La frase empleada es contundente y, como tal, equivocada en su composición. Ni siquiera en el caso de que estuviera referida a América Latina, pues allí el castellano también se impuso a sangre y fuego”.
También en el País Vasco la frasecita real despertó rechazos fulgurantes. El portavoz parlamentario del PNV, Iñaki Anasagasti, no dudó en declarar que “el Gobierno está utilizando de mala manera al Rey” para hacerle realizar declaraciones y participar en actos “inaceptables”. Lo peor, según él, no es decir esas cosas, sino que alguien se las crea. Y criticó la labor del Rey tanto en el discurso de la entrega del Premio Cervantes como en la participación real con el exilio cubano en Miami, en su última visita a EEUU. “Si él toca estos asuntos –concluyó–, los tocaremos todos, incluida la propia transición, y quién fue quien nombró al Rey”.
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