Hay gente cuyo único objetivo en la vida es demostrar que están vivos. Para ello, celebran con todo el esplendor posible los aniversarios del nacimiento, aunque la natalidad sea el acto menos consciente y voluntario que existe. Uno no nace cuando quiere ni como quiere, sino cuando le dejan o empujan para que lo haga. Pero nadie es consciente de este acto. La conciencia de sí mismo nace mucho después, con el uso de la razón. Y ¡cuántas razones pueden permanecer hoy en día sanas en un mundo tan lleno de contradicciones e injusticias!
Hay quien celebra su vida como si ésta pudiese ser elegida. Cuando es la vida la que elige a cada uno. Pero, incluso en el caso de escoger uno la propia vida, sale ésta con más cosas torcidas que enderezadas y rectas. La sola elección que el hombre es capaz de aceptar con toda dignidad es el propio camino y ¡cuántos de ellos llevan rumbos equivocados!
En cuanto al momento para morir, casi nadie lo conoce con certeza. Es la propia muerte quien viene al encuentro de uno y sólo los suicidas eligen la cita cuando desean. En este sentido corroboro lo dicho por La Bruyère cuando escribe con toda razón: “Il n’y a pour l’homme que trois événements: naître, vivre y mourir. Y ne se sent pas naïtre, il souffre à mourir et il oublie de vivre”.
Hay quien celebra su vida como si ésta pudiese ser elegida. Cuando es la vida la que elige a cada uno. Pero, incluso en el caso de escoger uno la propia vida, sale ésta con más cosas torcidas que enderezadas y rectas. La sola elección que el hombre es capaz de aceptar con toda dignidad es el propio camino y ¡cuántos de ellos llevan rumbos equivocados!
En cuanto al momento para morir, casi nadie lo conoce con certeza. Es la propia muerte quien viene al encuentro de uno y sólo los suicidas eligen la cita cuando desean. En este sentido corroboro lo dicho por La Bruyère cuando escribe con toda razón: “Il n’y a pour l’homme que trois événements: naître, vivre y mourir. Y ne se sent pas naïtre, il souffre à mourir et il oublie de vivre”.
LA TARTA.
ResponderEliminarPensamos, que hay una tarta. Y pensamos que hay niños.
Todos tienen hambre y necesitan comer.
Entre los niños hay uno, que tiene más fuerza, brazos más largos, es más egoísta, es màs voraz, más ávido, y más listo. Mientras los demás niños intentan comer lo que les corresponde, éste niño muy egoísta se saca la mayor parte de la tarta para si mismo aunque ya no puede comer, siendo atestado ya hasta arriba. Y se saca más. No le importan los demás. El sigue sacandose más y más de la tarta para las proximos 100 guerras y los proximos 1.000 años.
Pensamos, que la tarta no es una tarta, sino una isla.
Pensamos, que los niños son las gentes de la isla.
Pensamos, que ésta persona, que se saca más y más y más sigue diciendo, que no hace nada mal. Que sea todo correcto. Y que no hace nada mal. Que es todo correcto. Y que no hace nada mal. Que es todo correcto. Y que no hace nada mal. Que es todo correcto ...
Parece que no hay una ley, que lo impide.
Pero ¿es fair? ¿es razonable? ¿es honorable? ¿es decente? ¿es sano?
Pensamos, que cada negocio más, que hace ésta persona, no puede hacer nadie otro.
¿No es tiempo sacarle la tarjeta roja a esta persona?
Anónimo