Qué lejanos quedan aquellos tiempos en que las tres lumbreras del PP (Mariano Rajoy, Francisco Camps y Ricardo Costa), con idéntica sonrisa a flor de labios y el pantalón blanco-amarillento, aplaudían a rabiar las palabras del orador de turno y explotaban de gozo al presentir el triunfo de las próximas elecciones, tras un supuesto batacazo de Zp, incapaz de llegar incólume hasta el final de su etapa. Sobre todo cuando la aparición del sumario de la “trama Gürkel”, hace sólo unas semanas, parece haber desbaratado todos sus planes. De pronto, Rajoy, tras un punto y aparte impuesto por las circunstancias, pide la cabeza del secretario general del PP valenciano. Pero éste, avergonzado de sus conversaciones en los papeles de la Gürkel, no quiere presentar su dimisión y el presidente de la Generalitat y del PPCV, se ve obligado a desprenderse de su brazo derecho. Todo sucedió en cinco días, desde el viernes, nueve de octubre, al martes y trece, día negro para el PP. Ricardo Costa se mostró como una víctima y se resistió a dimitir. Dejaba bien claro que “nunca he actuado al margen de las directrices del partido y, aunque algunos casos hayan sido difíciles desde el punto de vista personal, siempre he antepuesto mi compromiso con Camps y Rajoy a cualquier otra consideración”. Ric Costa insistió en que no quería ser ni chivo expiatorio ni cabeza de turco y en que, voluntariamente, no iba a dimitir, pues creía que tenía derecho a exigir explicaciones. “Cuando se hizo pública la trama Gürtel –puntualizó Ric Costa–, se dejaba de trabajar con Orange Market. Pero la decisión de trabajar con ella es anterior a cualquiera de mis responsabilidades en el partido. Nunca tomé esa decisión y nunca la dirección nacional del PP nos pidió que dejáramos de trabajar con dicha empresa. Y, si la dirección nacional tenía otro criterio, nunca se materializó en una instrucción, porque, si así hubiera sido, la hubiéramos cumplido”. Aquel martes y trece, Costa, desafiante, defendió su imagen, su honor y honradez de forma pública y dijo que la fiesta del PP no se acaba nunca. El presidente de la Generalitat congeló durante toda la tarde la orden emanada desde la madrileña calle de Génova de destituir al secretario general del partido, a la espera de que fuera éste el que anunciase su propia dimisión. Y Ric Costa leerá su informe ante los miembros del Comité.
Más que una celebración lo que se vivió en las filas conservadoras fue toda una ceremonia de confusión que dejaba en muy mal lugar a Mariano Rajoy. El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, había prometido proponer la destitución del secretario general del PP valenciano por su implicación en el caso Gürtel. Pero del encuentro, salió una auténtica rebelión frente a las órdenes de Génova. Camps se olvidó de exigir a Costa el “cese temporal” y se negó a sustituirle como portavoz en Les Corts. Y, por si fuera poco, se permitió el lujo de emitir a última hora de la noche un comunicado, lamentando “el malentendido provocado” por la versión oficial que había ofrecido minutos antes el PP nacional y que daba por supuesta la destitución de Costa en todas sus funciones. En la reunión, Camps defendió en público a su mano derecha. “Lo que tenemos que hacer –sentenció– es no decir nada, no votar nada y estar unidos”. Salvo Camps y Costa, no intervino ningún otro miembro de la dirección. A la salida, el presidente de la Diputación de Alicante, José Joaquín Ripoll, mostraba su enfado por ello. El dirigente del sector zaplanista explicó que él llevaba un discurso preparado pero que no pudo leerlo. “Nos han pedido no intervenir y que aplaudiésemos. Unos lo han hecho y otros no. Yo no he aplaudido”, indicó. Los dirigentes conservadores asistieron con “perplejidad” al desarrollo de los acontecimientos y a las versiones contradictorias con las que les iban bombardeando.
Pero las órdenes de Génova habían sido tajantes y ese mismo día, María Teresa Fernández De la Vega, vicepresidenta primera del Gobierno, ante las cámaras de TV3, había pedido a Rajoy una posición “clara y contundente”. “No parece razonable que el presidente del PP, Mariano Rajoy, no dé una explicación, no diga nada y mire constantemente a otro lado. Creo que debería dar una explicación. Si quiere tener la mínima legitimidad para gobernar España, primero, tiene que gobernar su casa; debe limpiar su casa y pronto”.
Pasadas las nueve de aquella noche, el PP nacional ofrecía su versión en un breve comunicado, en el que mantenía que Camps le había informado de la decisión de suspender a Costa “temporalmente y a petición propia”. Y explicaba que había dado “traslado” de este “acuerdo” al Comité Nacional de Derechos y Garantías para que, en los próximos días, citasen a Costa y este pudiera explicarse. Pocos minutos después, el PPCV contraatacaba, manteniéndose en sus trece. Camps defendía que se había aprobado “por unanimidad” el respaldo a “la gestión” de Costa así como su “propuesta” de solicitar a la cúpula nacional que, “si tiene la más mínima duda sobre su honestidad, fuera de forma interna investigado”. Sólo en ese caso, y mientras duraba la investigación, el PP valenciano explicaba que “Costa se abstendría voluntariamente del ejercicio de sus funciones”. Y, en una nota final, lamentaba el malentendido provocado por otros comunicados.
Todo daba a entender que Costa había “plantado cara” a Rajoy y había ganado el pulso. Y que Camps, harto de las injerencias de Madrid, había querido demostrarle su apoyo. Los acontecimientos son seguidos minuto a minuto y con gran preocupación desde la sede del PP en la madrileña calle de Génova. La brecha abierta entre la Dirección Nacional del PP y el partido en Valencia es demasiado grande. Algunas fuentes reconocen que Camps “pierde la confianza” de Madrid o, al menos, deja de ser uno de los “barones” de referencia. Otras ven imposible o muy difícil que Camps vuelva a disfrutar del trato preferente que le dispensaba Mariano Rajoy. “Ha jugado con dos barajas –opina alguien– y ha obligado a Génova a tomar cartas en un asunto que tenía que haber resuelto él desde el principio. Ni ha sido leal con Madrid ni con Ricardo Costa. Y eso, inevitablemente, le va a pasar factura, sino ahora, sí más adelante”.
Desde ese momento, la sensación de que Francisco Camps no ha gestionado adecuadamente la crisis provocada por el “caso Gürtel” es compartida en las filas del PP por numerosos cargos. Muchos recuerdan que Mariano Rajoy da manos libres a Camps para que actúe a su manera pero que resolviendo la situación e intentando causar el menor perjuicio posible al partido. Algunos de sus miembros incluso creen que el propio Rajoy pierde la confianza en el presidente de la Generalitat, al que no ha dejado de defender a ultranza durante los últimos meses en todas sus intervenciones públicas. Obligado por el presidente nacional, Camps termina por exigir la dimisión a su pupilo. Y Costa, agotado y desengañado, arroja la toalla y llora como un Boabdil con polo de Lacaste. Fraga dice que es la crisis más grave que ha vivido su partido. Otros, en cambio, se consuelan pensando que gracias a ella, el PP consiguió ese día que otra fotografía de impacto pasara inadvertida: la de Zapatero y Obama en la Casa Blanca.
El jueves, Mariano Rajoy da, por fin, la cara. Después de casi siete meses sin ofrecer una sola rueda de prensa, intenta enviar un mensaje de unidad y autoridad a un partido destrozado por la trama Gürtel en el que comienzan a aflorar claros síntomas de indisciplina procedentes de la Comunidad Valenciana. Lo que no ayuda a despejar las numerosas incógnitas que se derivan del caso. El presidente del PP es incapaz de aclarar el embrollo valenciano. Aquella noche del martes y trece, Rajoy no convenció a Camps de que cortara la cabeza de Costa. Y cuando, finalmente, lo consigue, permite que el destituido aparezca como una víctima ante sus compañeros de partido. Dice que Costa, como secretario general, estaba obligado a mantener una conducta ejemplar y no relacionarse con una trama corrupta. No obstante, no deja de sincronizar con Camps su futuro político. “A mí el señor Camps no me ha mentido y mantengo en él la misma confianza de los últimos años. Tengo en él el mismo nivel de confianza que he mantenido desde que soy presidente del partido”. Sabe que la sentencia al “barón” valenciano hubiera sido un suicidio político. Y hubiera reabierto la guerra de familias en Valencia, en perjuicio de las expectativas electorales del PP. De ahí el que se atreva a acrecentar el nivel de confianza en el líder del PP valenciano y agradezca incluso a Ricardo Costa su labor de ex secretario general, aunque no se vuelva a atrás. “No dudo de su honradez, pero un secretario general tiene un plus de exigencia que no tienen otros militantes del partido”.
Rajoy asegura que no hay trama organizada en el seno del partido, sino “una trama externa que ha tratado de lucrarse a costa de nuestra organización”. Dice que no hay “financiación ilegal, sino corruptos que se aprovecharon del partido”. Que el PP es una víctima del caso Gürtel y que no guarda ningún vínculo con él. Se niega a admitir actividades ilícitas en el conjunto del PP y anuncia que se dotará de un nuevo código de conducta, ignorando que si se hubiese aplicado con rigor el vigente, algunos de sus dirigentes no estarían ya en sus puestos. Más que un innovador, Rajoy es titular, según Zarzalejos, de una autobiografía que le acredita como “un político resistente, conocedor de los entresijos de la Administración, del poder y de sus resortes. Pero la derecha democrática española, por irritada y desalentada que esté con él, ha de rescatarle de sus insuficiencias, al menos, como mal menor ante un socialismo errático pero disciplinado”. No puede seguir corriendo a esconderse en la madriguera y debe coger el toro por los cuernos y dar la cara, aunque se la rompan en defensa de su partido. Y el ciudadano con dos dedos de frente sabe muy bien que “si el PP sigue sometido al oleaje de una tempestad como la de estos últimos meses, la organización terminará por acusar gravemente la fatiga de materiales por efecto de una presión interna y externa, simultánea, tan constante y agotadora”.
Fraga y Fabra.
Manuel Fraga, presidente Fundador del PP, afirma que los “políticos deben tener una moral indestructible”, como los alcalde de Madrid o la de Valencia. “Barberá –asegura– es excepcional. Pero no puedo decir lo mismo de Camps a quien le ha faltado moral para hacer las cosas con energía”. Fraga considera que la Gürtel no es suficiente para “sacudir los cimientos del PP”. Carlos Fabra, por su parte, asegura que respeta mucho a Manuel Fraga pero que “en este partido uno se tiene que retirar cuando se tiene que retirar”. El presidente provincial del PP y de la Diputación de Castellón dice que la restitución de Costa en su cargo “es posible” porque “no ha hecho nada para ser merecedor de otra actuación que no sea el análisis del Comité Nacional de Derechos y Garantías del partido. Es un gran valor del partido y no lo vamos a dejar de lado”. Al ser preguntado por las declaraciones de Fraga, contesta sin titubear: “Respeto mucho al presidente Fraga, que es el presidente que más ha hecho por unir el centro-derecha en España, pero me parece que, desde la distancia, hacer este tipo de afirmaciones es una frivolidad”. Apunta que pone “la mano en el fuego” por Rita Barberá y por Camps, “el cual ha sido respaldado por más votos que ningún presidente de ninguna comunidad autónoma gobernada por el PP”. Fabra apunta que “como dice Rajoy, las rachas mediáticas van como van, y a él (Costa) le han ido muy mal, y el partido tiene que defender su posición”.
Isaac Rosa publica en “Público” un artículo (“La ‘Gürtel’ acabará en tiroteo”) que ilustra lo sucedido esta última semana: “Al final acabarán haciéndose daño. Como sigan por ese camino, no va a quedar vivo ni el apuntador. Si no se ponen de acuerdo para salvar el pellejo todos juntos, la trama Gürtel puede acabar en tiroteo masivo dentro del PP. Nadie se fía de nadie, cualquiera puede tirar de una manta que cada vez tapa menos culo, y recuerda a esas pelis de mafiosos donde la banda se pudre por la desconfianza y todos se espían, se suceden las alianzas y traiciones, y la mano amiga en la espalda esconde un puñal (…) ¿Quién sobrevivirá al tiroteo pepero? Ahí va mi apuesta, y no es broma: Carlos Fabra. Con toda la mierda que está salpicando al PP, el único que va a salir limpio es el presidente de la Diputación de Castellón. Será por eso que lleva semanas hablando como conciencia moral del partido, poniendo la mano en el fuego por los suyos y denunciando a las manzanas podridas. La experiencia es un grado: los aficionados se matan entre ellos, y el viejo capo, curtido en mil batallas, calloso, inmortal, ríe el último. Ah, esperen: no todos están muertos. Allí al fondo hay una rubia que todavía colea. ¡No puede ser! ¡Es ella!”. Y Jesús Maraña, en su Buzón de voz, confirma el tinglado: “Lo clavaba en sus memorias Ben Bradlee, el mítico director de The Washington Post: ‘Si agarras a alguien muy bien por las pelotas, tendrás su corazón y su cerebro’. No se puede asegurar a ciencia cierta por dónde tiene Ricardo Costa agarrado a Francisco Camps ni por dónde tiene Camps agarrado a Mariano Rajoy. De lo que no cabe duda es que el caso Gürtel une la suerte de los tres.
Jaume Matas, también imputado.
En este mismo contexto, Jaume Matas, ex presidente del Govern Balear en dos ocasiones y líder durante años del PP en Baleares, es sospechoso del encubrimiento de desvíos millonarios de fondos públicos destinados al velódromo Palma Arena a otros cometidos, entre ellos una posible financiación irregular de su partido. En el caso hay más de 35 imputados, entre los que se encuentran numerosos ex altos cargos del PP. Jaume Matas debe declarar por presunta corrupción así como por el aumento de su patrimonio personal. También aquí el PP defiende su inocencia. Matas reside en la actualidad en Washington y viene a declarar el 23 de marzo de 2010. Junto a él, están igualmente citados, también como imputados, su esposa, María Teresa Areal; su cuñado y ex gerente del PP balear Fernando Areal (que ya declaró ante el juez como imputado); y el presidente de la compañía Gesa-Endesa, Bartomeu Reus. En la investigación de la Fiscalía se menciona, entre otras cosas, una vivienda de más de 400 metros cuadrados en un palacete del centro de Palma adquirida por Matas por 950.000 euros, cuando el valor estimado de la Agencia Tributaria en octubre de 2006 era de casi 2,5 millones. José Ramón Bauzá, presidente del PP en las islas, afirma que Matas es “inocente y, como tal, debe ser tratado hasta que la Justicia diga lo contraria”. Y también pone por él “la mano en el fuego”.
Jaume Matas, montado en bici en el Palma Arena. Foto B. Ramón.
La construcción del velódromo palmesano en la pasada legislatura del PP supuso que su coste se disparase de los 48 millones inicialmente presupuestados a unos 110. Las investigaciones del procedimiento se centran en conocer el motivo por el cual se le rescindió el contrato al arquitecto inicial del Palma Arena, Ralph Schürmann y quién ordenó contratar a los arquitectos Jaime y Luis García-Ruiz, que acabaron percibiendo unos 9 millones de euros en honorarios por hacerse cargo de la ejecución de la infraestructura estrella del Govern de Matas. La Fiscalía Anticorrupción investiga posibles irregularidades en los contratos de obras realizadas y otras posibles como malversación, prevaricación y falsedad documental. Otra de las líneas de investigación se centra en constatar si varios organismos públicos del Ejecutivo autonómico adjudicaron sin concurso público diversos contratos a la agencia de comunicación Nimbus, encargada de gestionar parte de la campaña electoral del PP en 2007, y si ésta emitió facturas falsas con sobrecostes sin justificar.
Y pasamos al otro hemisferio del domingo, el de la risa y la sonrisa. Comenzamos con Teritorio Vergara (El silencio y la manta y el chivo) y Manel Fontdevila (Mensaje del PP para Ricardo Costa; a la calle, compañeros y el partido perjudicado)
Seguimos con un dibujo de Obama, premio Nobel de la Paz, dos de Kap y otro a Cocteau, a la justicia italiana seducida por Berlusconi, al dinero que se gana y al bus de la Lenguaviva.
No nos olvidamos de Pep Roig, en Mallorca: Que siga la juerga, nos da vergüenza y la pela es la pela.
Y terminamos con tres videos: Rajoy: Costa, no: Camps, sí. Fuentes
Fraga elogia a Barbará pero no a Camps
Y el famoso sketch de la empanadilla de Móstoles del grupo de humor Martes y Trece, que se emitió en TVE en la nochevieja de 1985. Una parodia basada en el programa de radio de Encarna de Noche, con unos juegos de palabras alucinantes. Con él despedimos los recuerdos de ese día tan emborronado para el PP.
Por estos dias, si miramos la noche negra hacía lo alto, veremos una luz brillante. No se trata de una estrella, ni del lucero del alba. Es la estación espacial internacional. Ahí se está cociendo algo. Seguro.
ResponderEliminarchiflos.
Amigo Chiflos, me has dejado intrigadísimo con esta sugerencia o atisbo espacial. Por favor, cuéntanos lo que sepas o lo que sospechas.
ResponderEliminarEstimado Santiago, en abuso de la confianza que me otorgas, me he permitido desviar la mirada sobre lo más inmediato y mundano que nos rodea. Fue la semana pasada. Durante un breve paseo nocturno por la carrera de San Jerónimo, -en Madrid,- me detuve y alcé la vista hacía arriba. Sólo se veía una estrella. Sólo una, especialmente brillante. Entretanto, un matrimonio mayor, de los de toda la vida, recién salidos del teatro, sonreían mientras me observaban. El hombre me advirtió que no se trataba de un astro, sino de la Estación espacial internacional, y que en ella se encontraban tres tripulantes. La señora se añadió a la conversación con gran entusiasmo ante mi descrédito inicial, para decirme con un acento inconfundible que la nave " está como de aqui a Sevilla" Finalmente agradecí su información, y luego, ya en casa comprobé la veracidad de lo informado, y la "visibilidad" desde donde nos encontramos. La estación espacial está situada en órbita alrededor de la Tierra, a una altitud de aproximadamente 360 kilómetros, un tipo de órbita terrestre baja. La altura real varía en un cierto plazo por varios kilómetros debido a la fricción atmosférica y a las repetidas propulsiones). Realiza una órbita alrededor de la Tierra en un período de cerca de 92 minutos; antes de junio de 2005 había terminado más de 37.500 órbitas desde el lanzamiento del módulo Zarya el 20 de noviembre de 1998. La nave en la actualidad contiene tres tripulantes, aunque tiene cabida para cuatro astronautas más.Y para mayor abundamiento de lo dicho pongase en un buscador EII, y dará comienzo una aventura fabulosa ajena por completo a los trajecillos del Sr. Camps y todo eso. La EII, merece realmente la pena.
ResponderEliminarchiflos.
NOTA: EEI, no EII
ResponderEliminarchiflos.