El teólogo brasileño, Leonardo Boff, aboga por una Iglesia “abierta al mundo”, frente a la de Roma, que “no acepta aprender, sólo imponer sus tesis”. A sus 70 años, el ex franciscano fue uno de los castigados por el cardenal Ratzinger, cuando era prefecto para la Congregación para la doctrina de la Fe. Para él, existen dos tradiciones en la Iglesia que están en contradicción: la del diálogo, procedente del Concilio Vaticano II, y la de Juan Pablo II y Benedicto XVI, cerrados al mundo y al diálogo. “Ellos hacen críticas duras a toda la modernidad. Siguen la tesis de la única religión verdadera y eso, en una perspectiva de globalización, no es viable. El problema está en que, en Roma, piensan que, en la Iglesia, sólo tienen cabida pocos, pero puros e intachables. Se trata de una Iglesia de élites, de una institución totalitaria machista y piramidal que se imagina portadora de la verdad única en donde hay pedófilos y corruptos. De una iglesia que no acepta la democracia como forma de gobierno. En cambio, el Cristianismo está abierto a todos los que quieran. Se puede encarnar en muchas culturas. Al Papa le cuesta aceptar eso. No incorpora la tradición democrática moderna o socialista”.
Leonardo Boff cree que el Papa trata a los conservadores con guantes de seda y a los cristianos abiertos con puño de hierro. No en vano, por razón de su cargo, Ratzinger fue también el responsable de estudiar la compatibilidad de la teología de la liberación con la doctrina católica; y le compitió prohibir el ejercicio de la enseñanza en nombre de la Iglesia a teólogos disidentes como Hans Küng, Leonardo Boff y otros. “Una vez nombrado Benedicto XVI –recuerda Boff–, Ratzinger dialogó con los conservadores como si fueran viejos amigos y se entendió bien con ellos, mientras que a nosotros nos puso al lado de los subversivos. Pero somos nosotros los que estamos con los pobres”.
Advierto casi más peligro en un cura disfrazado de vaqueros, de democracia y de acercamiento a los pobres, que en otro uniformado y sentado en una robusta silla de madera tapizada de rojo. Siendo la religión cristiana un compendio de perversidad, los curas- paisano son aún más malévolos que los curas de siempre al introducir la práctica camaleónica para poder acercarse a la gente y robarles su alma.
ResponderEliminar¡¡Viva Santa Cecilia!!!
Chiflos.