En España –reconoce Enresa (empresa pública encargada de la gestión de los residuos radiactivos generados)– sólo hay un centro de almacenamiento de residuos radiactivos, en Córdoba, y “en ningún momento de su historia” se ha detectado influencia radiológica en el entorno ni “ninguna incidencia negativa reseñable”. “El Cabril” es, en efecto, uno de los más modernos almacenes de este tipo, totalmente automizado, pero su capacidad se encuentra al 61,57 por ciento. Por esta razón se habla insistentemente de la apertura del primer “cementerio nuclear” de residuos de alta actividad o del Almacén Temporal Centralizado (ATC). Un almacén por el que algunos municipios ofrecen sus tierras para “disfrutar” de las ventajas ofrecidas, sin importarles las secuelas y efectos negativos que, a la larga, puedan sufrir. Enresa insiste en que, en ninguna instalación del tipo ATC, se han reseñado “incidencias”. Y, valorado en el Congreso de los diputados, con el visto bueno de todos los partidos políticos y la aprobación, en el 2004, del VI Plan General de Residuos Radiactivos, reitera la necesidad de instalarlo. Pero ¿quién pone, en este caso, la mano en el fuego?
Con este nuevo almacén se pretende sustituir los residuos almacenados en los espacios o piscinas de las centrales nucleares, dejando de utilizar los compartimentos especiales “alquilados” a Francia y al Reino Unido, que, a finales de este año y en 2012, deben volver a nuestro país. De lo contrario, los residuos de Vandellós I ubicados en Francia, puede ascender a 60.000 € diarios. La solución ATC es, por otra parte, menos costosa que la construcción de un almacén para cada central. De esta manera, y finalizado el período de explotación de “El Cabril”, se intenta poner en marcha un programa de control y vigilancia de los residuos radiactivos (un 5 % del total), durante un espacio máximo de 300 años, que garantice la durabilidad e impida cualquier intrusión antes de que concluya ese período de tiempo. Y se insiste en repetir que el ATC almacenará de forma segura, durante sesenta años, el combustible gastado de las centrales nucleares españolas".
José María Barreda, en Guadalajara. Foto de Uly Martín.
Juan Pedro Sánchez, alcalde de Yebra.
Primero fue Yebra, municipio de Guadalajara, el que aprobó su candidatura para convertirse en Almacén Temporal Centralizado que albergará los residuos nucleares. Juan Pedro Sánchez, alcalde “popular”, asegura que su apoyo al cementerio nuclear lo hace por sus vecinos. Y exclama con la convicción de un comediante: “En el almacén nuclear me debo al pueblo, no a mi partido”. Asegura que ha habido “mucha demagogia” sobre este tema, y añade que “los partidos políticos muchas veces opinan, cuando estaría muy bien que se callasen”. Aunque matiza que eso sucede “en todos los partidos”. Según informa “El Mundo.es”, el alcalde no es ajeno a la industria nuclear en su actividad laboral. “Desde 2007, trabaja en la central de Zorita, propiedad de Unión Fenosa-Gas Natural y ubicada también en la misma zona, en el sur de Guadalajara. Tras el cierre de esta planta, su trabajo ha pasado a depender de la Empresa Nacional de Residuos Sólidos (Enresa), que es la encargada de pilotar el futuro almacén nuclear al que opta Yebra de forma oficial”.
De Cospedal no quiere comentarios nucleares.
Al convertirse en el favorito de la lista de los aspirantes, J. Pedro Sánchez se enfrenta a su propio partido. Está convencido de que su localidad es una “buena zona” para este almacén nuclear, “ya que estamos en el centro de España, a cincuenta minutos del aeropuerto de Barajas”. De Cospedal, secretaria general del partido y presidenta del PP manchego, anuncia que el Comité Ejecutivo Provincial en Guadalajara abrirá un expediente informativo al alcalde por saltarse las recomendaciones formuladas. Por su parte, José María Barreda, secretario general del PSOE de Castilla-La Mancha, asegura que, desde su comunidad autónoma, harán “todo lo posible, en todos los órdenes, político, social y jurídico”, para que Yebra no acoja el ATC. Porque ni la sociedad ni la comarca “lo desean”.
Villar de Cañas (Cuenca) es otro pequeño municipio de 463 habitantes, de los que apenas 300 viven en el lugar, que ha decidido presentar la candidatura. Su primer edil, José María Saiz Lozano, del PP, no se considera un político sino un herrero y explica que dio ese paso “con la intención de que el pueblo no muera”. Un pueblo que tiene doce casas y sólo una habitada. Reconoce haber tomado esa decisión por ser “muy golosa”, debido a la inversión que conlleva, y dice que le da igual si le echan del PP porque “estoy aquí por mi pueblo. Queremos que las casas estén abiertas y que la gente vuelva. Que todas las aulas del colegio estén abiertas y que haya más calidad de vida”. Sin embargo, Dolores de Cospedal, también se sintió obligada a desautorizarlo. Para ella es un desafío frontal a la disciplina del partido que se opone a albergar el silo en la comunidad y que ya rechazó la candidatura de Yebra. El secretario de Nuevas Generaciones del PP en Guadalajara no comprende la “esquizofrenia” de su partido ante las distintas medidas adoptadas y ha presentado su dimisión. También los representantes autonómicos del PSOE se oponen. El PSOE de Cuenca quiere que los ayuntamientos de la comarca “boicoteen” la candidatura. Su secretario general, José Luis Martínez, ha pedido a los alcaldes y ediles de la comarca que convoquen plenos extraordinarios para exigir a Villar que retire su candidatura al ATC. Y Manuel Chaves, vicepresidente tercero del Gobierno, denuncia las “contradicciones” del PP ante la energía nuclear, porque defender su permanencia pero rechazar la instalación del almacén de residuos es, en su opinión, como querer construir una casa pero que no tenga baño.
A estas dos candidaturas oficiales se suma la de Ascó (Tarragona), localidad que ya alberga una central. Su alcalde, el convergente Rafael Vidal Ibars, asegura que presentó la candidatura para albergar el ATC al presidente de la Generalitat, José Montilla, y al líder de CiU, Artur Mas, y que éstos la aceptaron. “Lo sabían –asegura– y no nos condicionaron. Al contrario, lo aceptaban como parte de la autonomía municipal”. El pleno municipal del Ayuntamiento aprobaba el martes presentar su candidatura para albergar la construcción del ATC de residuos nucleares, entre gritos en contra vecinos concentrados a las puertas del consistorio. Rafael Vidal justifica su decisión por el “futuro” y la viabilidad económica del municipio, y asegura que no lo hace por “dinero”, lo que provoca las risas de los presentes en la sala de plenos. La tensión es alta, tanto dentro como fuera del Ayuntamiento, en donde más de 200 personas concentradas protestan contra una decisión que consideran la “muerte” del territorio.
Ciudadanos contrarios a la instalación de un cementerio de residuos nucleares en Ascó.
Un ecologista deposita una corona de flores frente a la puerta del Ayuntamiento, como metáfora de la defunción de la zona, mientras que otros lanzan consignas recordando que el Parlament de Catalunya votó contra la construcción de esta instalación en marzo de 2008. “El alcalde de Ascó, de cabeza al reactor”, gritan algunos. La aprobación final desata las iras de los ecologistas mientras que los partidarios del almacén, en clara minoría, estallan en aplausos. Concejales y partidarios del sí salen escoltados por los Mossos d'Esquadra por una puerta trasera.
Santiago Baeza, alcalde de Santervás de Campos (Valladolid), del PP, defiende que la instalación del ATC en la villa, con una población censada de 137 habitantes, a unos 90 kilómetros de Valladolid capital, “traerá lo que ahora falta, vida y esperanza para que éste y otros pueblos tiren para adelante y no se queden solos”. El viernes convocaba un pleno para votar a favor del emplazamiento del ATC. Pese al tipo de residuos que albergaría el referido depósito, el primer edil de Santervás se muestra absolutamente tranquilo y confiado en la seguridad de este tipo de instalaciones “porque viene avalada por el Ministerio de Industria y no por un ‘pelamanillas’. Lo que está claro –advierte– es que, antes que alcalde, soy padre, y, si no lo viera claro, no lo apoyaría”. Para este edil con tres hijos menores de edad, el ATC es un instrumento para “salir de la situación tan agónica por la que atravesamos. Habrá que dar un impulso al pueblo por otro lado. Creemos que esto va a ser bueno para Santervás de Campos y para la comarca; va a servir a todos”. El alcalde asegura que la inmensa mayoría de los habitantes del municipio ve también con buenos ojos convertir a Santervás en “cementerio nuclear”.
Vecinos de Santervás se oponen a la ATC.
Y para probar el fervor con que es acogida la decisión del alcalde de Santervás de Campos, mostramos la siguiente fotografía en la que las palabras sobran.
“Yo también quiero que pongan un cementerio nuclear en mi pueblo –anuncia irónicamene la web “Ventanas de Falcón”.– Porque mola tener hijos con dos cabezas, porque así podré fumar como un carretero sin preocuparme del cáncer, porque todavía no se ha demostrado que los zombies atómicos no existan, porque los hippies me tocan los cojones, y las energías renovables son para eco-pijos...PORQUE EL FUTURO ME IMPORTA UNA MIERDA y porque mi pueblo está lleno de immigrantes (¡que se fastidien!). YO TAMBIÉN QUIERO UN CEMENTERIO NUCLEAR EN MI PUEBLO!!!!”.
Los pueblos que optan al ATC, según esquema de “Público”.
A la lista conocida de pueblos cuyos alcaldes aspiran a albergar el ATC de residuos radioactivos, el viernes pasado, último día de plazo, otros candidatos se añaden, surgiendo de media España. Algunos de los alcaldes, liberados del miedo antinuclear y amparados por un supuesto apoyo popular, como Juan José Rubio, independiente de Zarra (Valencia), presentaron la moción por sorpresa en la noche del jueves o el viernes, sin avisar a los vecinos y al margen de la oposición ecologista. Rubio fue alcalde socialista hasta que el partido le expulsó en 2006, por una denuncia. En octubre del 2008, fue detenido pos supuesto delito urbanístico y puesto en libertad. Cualquiera que sea el Ayuntamiento elegido, celebrará la decisión como si le tocara la lotería: setecientos millones de inversión durante los próximos 70 años y más de 500 puestos de trabajo como contrapartida a la instalación de los residuos. Mientras algunos presidentes socialistas, como José Montilla o José María Barreda, no han dudado en presentar su oposición, otros como Juan Vicente Herrera, de Castilla y León, se mantuvieron callados como muertos.
En un escrito titulado: “No es serio este cementerio”, Sota, en una serie de puntos publicados en su página web “Cartas a la República Barataria”, presenta hasta siete hechos objetivos:
1º) “Llamarlo ‘Almacén Temporal Centralizado’ es un eufemismo de primera línea. Almacén sí, centralizado vale, pero llamar a algo ‘temporal’ cuando el tiempo tiende a infinito (el tiempo de semidesintegración de los residuos nucleares se mide, en el mejor de los casos, en siglos, cuando no en milenios. Y es tiempo de semidesintegración: en ese tiempo el material activo se reduce a la mitad, no desaparece). Ah, vale, que se plantea sólo para setenta años. Ya. Y después, ¿qué?”
2º) “Puestos a ponerlo, casi mejor ponerlo en un sitio donde ya haya instalaciones nucleares, no? Así es más fácil gestionarlo, y protegerlo, y no hay que transportarlo y se concentra el riesgo de radioactividad en una sola zona. Claro, que por otra parte, si pasa algo, TODA la materia radioactiva salta por los aires. Y estaba aquello tan cachondo de la masa crítica, que los materiales radioactivos no entran en reacción en cadena salvo que se encuentre junta una cantidad determinada mínima del mismo... Coño, igual juntarlo todo no es la mejor idea del mundo, no?”
3º) “El punto anterior tampoco es tan importante, claro, porque esas cosas están controladas y nunca pasa nada... Hasta que pasa. Y la gestión de seguridad de las centrales españolas deja BASTANTE que desear. Todavía el año pasado hubo (no recuerdo si en Ascó o en Vandellós) emisión al ambiente de partículas radioactivas (por cierto, no durante el proceso de la planta, sino durante el almacenaje de residuos dentro de la misma, sin necesidad de sacarlos a otra instalación). Y no sólo no avisaron al Consejo de Seguridad Nuclear o a las autoridades sanitarias para que tomasen medidas, sino que incluso llevaron escolares a visitar las instalaciones. Y lo negaron hasta que Greenpeace presentó las pruebas y no les quedó más cojones que aceptarlo. No pasó nada. Claro, es que como ya he dicho, nunca pasa nada... hasta que pasa. Y yo no puedo olvidarme de que la península ibérica es zona sísmica, y que hace ya dos siglos del Gran Terremoto de Lisboa”...
Parada central de Vandellós II por un incendio en el generador eléctrico, el 24 de agosto del 2008.
4º) “Hay dos determinados partidos políticos en este país que se declaran muy pronucleares, y dicen que hay que hacer más centrales nucleares y que el futuro pasa por lo nuclear, pero que montan en cólera cuando un alcalde de su partido decide que su pueblo quiere optar al cementerio. Ambos son de derechas. Ambos son nacionalistas (el uno centrípeto, el otro, que ha montado menos jaleo pero lo ha montado, centrífugo). Hay también un presidente de comunidad autónoma que se ha declarado en contra cuando fue, en su época de ministro, quien impulsó la construcción del cementerio. Este aún tiene la excusa que ahora habla en nombre de un parlamento que se ha declarado contrario, pero aún así, hace feo”.
5º): “El gobierno ha prometido una asignación de casi nueve millones de euros anuales al pueblo que acoja el proyecto. Cosa que me extraña en cuanto algo que no supone ningún tipo de riesgo ni perjuicio para los habitantes, más allá de comprar los terrenos donde se aloje y cumplir con las normativas urbanísticas (he conseguido decirlo sin que me de la risa!) no debería necesitar de esos incentivos. No?
6º): “A raíz de las quejas de las comunidades autónomas donde se ubican los pueblos que han pedido ser sede del cementerio, el gobierno ha dicho que las comunidades autónomas no tienen competencia al respecto. Vale, las competencias sobre instalaciones nucleares son del gobierno central, pero las comunidades autónomas tienen competencias sobre urbanismo (y estamos hablando de hacer un edificio MUY grande), y sobre medio ambiente (y bueno... eso). Seguro que, en un momento dado, la comunidad autónoma no podría dar un golpe de mano y paralizar la construcción alegando su normativa de construcción o su normativa ambiental?”
7º): “Dicen que la instalación (y el centro de investigación asociado) dará trabajo a la gente del pueblo y evitará que los jóvenes se vayan. Me están diciendo que la construcción de un mamotretro de alta tecnología como ese lo van a hacer los de Construcciones Hermanos García, y no, pongamos por caso, Fomento de Construcciones y Contratas? O que, en el tiempo que dure la construcción física del recinto, van a formar a la población en física nuclear e ingeniería, que es la formación que van a necesitar los trabajadores? Ah, que no. Ya. Y lo de que se suponga que las centrales nucleares también tengan que dar trabajo y fijar población, y sin embargo Vandellós lleve décadas perdiendo habitantes, también debe ser una curiosa coincidencia”.
Sota termina con una pregunta capciosa: “Si es todo tan seguro, y tan estupendo, y tiene tantos beneficios... cómo es que los únicos ayuntamientos que se plantean son de pueblos pequeños MUY alejados de los grandes núcleos de población, y no se están pegando por ella Madrid, Barcelona, Sevilla o Bilbao? Llámenme mal pensado, pero para mí, eso dice mucho. Conclusión: ¿Cementerio nuclear? Sí, por supuesto. Con lo que me pone a mi una buena CF apocalíptica”...
¿Por qué Los Simpson, serie americana de dibujos animados, ha tenido tanto éxito en España? Según José Luis Pérez, ex presidente de Jóvenes Nucleares la popular serie televisiva “familiariza” a la sociedad española con la energía nuclear cuando “hace veinte años prácticamente ni se hablaba de ella y los niños no sabían lo que era” Juan José Millán, presidente del Centro de Psicopedagogía Área 44, señala que la parodia “puede condicionar” la imagen nuclear, ya que “la serie lanza un mensaje a un público bastante heterogéneo y unos entenderán el mensaje y otros no”. La serie dibuja una central nuclear que puede ser el motor de un pueblo, Springfield. José Luis Pérez elabora, en 2008, el documental “Los Simpson y la energía nuclear”. Dos años después, Pérez insiste en que, pese a no creer que la serie haya modificado la actitud de la gente respecto a la energía nuclear, “sí ha generado un conocimiento de esta industria en un país donde había muchísimo desconocimiento. En la serie, al contrario de la vida real, todo el mundo entiende que las circunstancias y los escenarios ridiculizan y exageran al máximo las situaciones para introducir el humor”.
Las imágenes restantes ilustran de alguna manera humorísticamente los temas del momento. Los residuos nucleares, Terremoto en Haití-SOS, el vino que sube…
Territorio Vergara. La patronal aplaude el retraso de la edad de jubilación, A los 67…, Villar de Cañas también, Y prosperidad nuclear.
Manuel Fontdevila: El entierro, Bajas de militancia, Puntuales divergencias y Consenso social.
Pep Roig: Sugerencia imposible… en España, Y tiro porque me toca, Condena, El color del cristal, Pelillos y Geoenonosuya.
16 momentos..., la vida en estado puro ... Un hermoso vídeo con el que todos nos podemos ver reflejados en algún momento de nuestras vidas ... Es un proyecto de Radiolab dirigido por Will Hoffman.