Empezamos el domingo recordando un vídeo promocional que imita la voz de Dios y apoya a la selección argentina –“Hola, ¿me escuchan?... Sí, soy yo… Falta poco y quería decirles algo–. Y esa misma voz en off, que algunos identifican como la del propio Maradona y que hace detenerse a muchos argentinos que miran hacia el cielo, les pide que “prometan”, que “llenen los bares” y que “amen estos colores por encima de todo”. Pero, aparte de esa voz, otros mensajes nos anuncian que el dios de la pelota acaba de saltar a los estadios sudafricanos de fútbol y que será empujado por los jugadores de balón pie del mundial hacia la portería contraria. Porque en África, el fútbol es vida, música para el cuerpo y una manera de escapar de la miseria. La competición ha tardado ochenta años en explorar el continente de color. En esta ocasión serán 1.472 botas calzadas por 736 jugadores, los mejores del mundo que, durante un mes, se enfrentarán a ese dios de la pelota. Diez sedes africanas con una capacidad diaria de 566.209 espectadores en directo y una audiencia acumulada de 26.000 millones de espectadores, según la FIFA, un catorce por ciento más con respecto al Mundial de Alemania, uno de los eventos deportivos más vistos en la historia. El espectáculo comenzó con la participación de más de 1.500 artistas en el acto de inauguración, retransmitido para 210 países.
Jubulani, en “Bantú” (lengua nativa sudafricana) significa “celebrar”, y hace referencia al sentimiento que provoca un mundial de fútbol en millones de aficionados. El balón tiene en esta ocasión 11 colores, como reflejo simbólico de los 11 jugadores de cada equipo, los 11 idiomas oficiales de Sudáfrica y de las 11 comunidades sudafricanas que alojan la Copa del Mundo en Sudáfrica. El diseño hace referencia a la diversidad y armonía que se vive en Sudáfrica. Según una nota publicada en el diario Clarín, en su confección se volcaron conocimientos matemáticos, físicos y aerodinámicos lo que garantiza, además, que delanteros, mediocampistas y defensores tengan un control más estable del juego.
Momento de la inauguración del Mundial de Fútbol.
El viernes pasado era el día de la inauguración. Tres cazas del Ejército pasaron por encima del estadio Soccer City, dejando estelas de los colores de la bandera de los hinchas y cinco aviones de hélice hicieron acrobáticos tirabuzones. A una lona que cubría todo el campo accedieron docenas de figurantes, vestidos con trajes tradicionales, y un escarabajo pelotero gigante. Sobre el mapa del continente africano, elaborado con telas típicas, fueron apareciendo huellas humanas como al inicio de los tiempos. En el círculo central del que echaría a rodar el balón del Mundial apareció, de repente, una réplica de un bol típicamente sudafricano o del estadio Soccer City, con sus mismos colores terrosos e idénticos agujeros en su estructura exterior. En el centro del estadio, un nutrido grupo de figurantes vestidos de blanco fueron mostrando y ocultando unas pelotas naranjas y componiendo así los nombres en inglés de los 32 países participantes. Cuando apareció el último, Sudáfrica, la grada estalló de júbilo, cerrando la ceremonia el logotipo oficial de la FIFA para el Mundial 2010. Entonces desapareció la lona, relució el verde del césped y se encendieron los aspersores, devolviendo el protagonismo al fútbol.
Un aficionado sudafricano apela a los espíritus durante un partido.
El Mundial arrancó sin vencedores ni vencidos, con dos partidos que empataron (Sudáfrica y México, 1-1 y Uruguay Francia, 0-0). Los futbolistas interesados habían recibido el permiso de la FIFA para consultar a sangomas (adivinos) y nyangas (herboristas), en medio del desconocimiento sobre los posibles efectos dopantes de algunos remedios. Los 90.000 aficionados que llenaban el Soccer City de Soweto escucharon más el tronar de las decenas de miles de “vuvuzelas” (especie de trompeta africana), los bombos de Argentina o los timbales de Brasil, que el silbato del árbitro. Y millones de sudafricanos invocaron a sus ancestros para dar vigor a los Bafana Bafana en ausencia de Nelson Mandela debido al fallecimiento en un accidente de tráfico de su bisnieta que cumplía 13 años cuando volvía del concierto de apertura de la Copa del Mundo. En todo caso, no ha faltado la convicción de que, desde hace tres décadas, el fútbol de color está a la altura del fútbol blanco. Así lo demuestran jugadores como N'Kono, Milla, Mboma, Weah, Grobelaar, West, Finidi, Amokachi, Okocha, Kanu, Babayaro, Kuffour, Etoo, Drogba, Toure, Kanoute...
Pero, no lejos del grandioso estadio, una quinta de chavales con una pelota creado con un calcetín relleno de papel y lana, un preservativo inflado o un balón oficial, regalado por alguien, intentan imitar a sus ídolos de color.
Foto de Alberto Estévez.
Desde las gradas del estadio de Nelspruit, un grupo de zulùes anima a la selección de Chile y Nueva Zelanda. La fiesta del fútbol, esa que se repite cada cuatro años y que despierta pasiones contrarias entre los amantes del balón pie y entre los que odian este deporte, acaba de comenzar. Una fiesta sustentada en un millonario negocio equivalente a la 17ª economía del mundo, que mueve 500.000 millones de dólares anuales y que está ubicada en Sudáfrica, (en donde la mitad de sus casi 40 millones de habitantes sobrevive por debajo de la línea de pobreza). Un país marcado por las desigualdades, donde un cuarto de la población no tiene oficialmente trabajo y vive con un euro al día y en donde más de la mitad del país vive en la pobreza.
Maradona se fuma, al terminar un entrenamiento, uno de los puros que le mandó Fidel Castro. El ex dirigente cubano califica de rayo a Messi y exalta a Maradona, mientras critica los enredos de los EEUU. Al dios argentino no le importa hacer esperar más de dos horas a la prensa, su gran enemiga. Lleva barba canosa, en contra de una de las supersticiones que cuenta en su biografía “Yo soy el Diego”. “Todo lo que significa un Mundial –escribe Ladislao Javier Moñino– recubre su yo. Desde que se convirtió, con nueve años, en el primer niño prodigio mediático del fútbol, los cuatro campeonatos del mundo en los que participó (82, 86, 90 y 94), le han marcado: ‘Tenía mis sueños, quería jugar un Mundial y salir campeón del mundo con Argentina. Ese era el sueño de todos los niños. Pero, con la pelota, me sentía diferente a los demás”. Maradona ha sido el dios argentino de la pelota. Ahora, de nuevo, está en su salsa. Con el mundo tan pendiente de él como de su heredero, Messi, al que ayer mimaba en el entrenamiento. “Maradona ha configurado una lista en la que ha cortado a todo aquel que se le podía rebelar por galones. Se ha traído a los veteranos, Palermo y Verón, como guardianes de su palabra ante el grupo. Para que sepan cómo manejarse ante una competición que él conoce como nadie. Que le dio todo para después quitarle mucho”.
La "Roja" espera su hora.
La televisión convertirá los sesenta y cuatro partidos del Mundial en el mayor espectáculo deportivo del año, un fenómeno que, además de ser mercantil va más allá de las fronteras de lo político y de lo religioso, según explica Rafael Argullol en “El destino de los pies”, artículo aparecido en “El País” el pasado domingo. “La Roja –dice el escritor– va a protagonizar, durante las próximas semanas, una epopeya de los sentimientos con connotaciones trascendentales. Durante días y días, el destino de la humanidad, e incluso del cosmos, estará en los pies de unos muchachos millonarios que correrán arriba y debajo de un rectángulo de césped”... Según Argullol, la pasión futbolística convive con otras pasiones ideológicas, políticas y estéticas y ha invadido todos los territorios. “Lo que ha ocurrido no sólo es un gran negocio, sino también una curiosa, y a menudo grotesca, usurpación de metáforas. A medida que ha languidecido la conversación política, estética o religiosa, se ha encumbrado lo que pomposamente se ha llamado ‘el lenguaje del fútbol’, lenguaje con miles de practicantes que ya no se refiere a un juego sino, como leemos con frecuencia, a unas ‘esencias’, a una ‘identidad’, a un ‘modo de ser’. Y los portavoces del lenguaje del fútbol son precisamente los que se arrogan el papel de sacerdotes de esa nueva religión de masas que, si es universal por su difusión, es decididamente tribal por los sectarismo de que se alimenta”.
Messi, uno de los jugadores más caros de la historia.
Naturalmente, cada espectador tiene motivos más que suficientes para creer que su selección hará un buen papel en el Mundial. La “Roja” es la favorita de los españoles, entre otras razones, porque intimida a las demás y confía en sí misma. La cotización de sus once titulares, entre los que sobresalen jugadores como Fernando Torres, Cesc Fabregas y Andrés Iniesta, suma un total de 303 millones de euros. La selección de Maradona cotiza un total de 293 millones y está encabezada por el valor de mercado del astro mundial Lionel Messi (140.000 euros). En el equipo inglés, destacan Frank Lampard, del Chelsea; Steven Gerrard, del Liverpool, y Wayne Rooney, del Manchester United, con un valor aproximado de 263 millones de euros. Completando la primera línea se encuentra Brasil, en donde Kaka, Maicon, Lucio y demás estrellas suman un valor total de 223 millones de euros. Curiosamente, la cotización de la selección anfitriona, Sudáfrica, es de 35 millones de euros, menos de la mitad del pase de Cristiano Ronaldo (93 millones), cuando fue transferido del Manchester United al Real Madrid. Los países que comparten el último lugar son Nueva Zelanda y Corea Del Norte valorizadas en 15 millones de euros.
Del Bosque, seleccionador español, con la balón sobre su cabeza .
Las jugosas primas que recibirán los jugadores de la selección española, en caso de ganar este Mundial, han creado cierta controversia. De ganar en Sudáfrica, cada futbolista percibirá 550.000 euros. Son 30.000 más que los que ganarían, en su caso, los argentinos; 80.000 más que los ingleses y más del doble que los alemanes. El equipo en Sudáfrica se llevará unos 26 millones de euros y el subcampeón, 24. De superarse los octavos, cada futbolista recibirá 60.000. Por llegar a los semifinales, 90.000 y, por disputar la final, 120.000. La Federación rechaza las acusaciones de inflar los premios. Asegura que su caché ha subido y que se paga de acuerdo con lo recibido. Se dice que los jugadores de la selección española estarían dispuestos a donar parte de los ingresos a organizaciones benéficas. Pero, de no llegar a octavos, la humillación sería tan elevada como estas ganancias.
El republicano, Joan Ridao, contra las primas de los futbolistas en le Mundial.
ERC quiere que la Federación Española de Fútbol negocie con los jugadores no recibir ningún tipo de primas por los resultados obtenidos en el Mundial. Esquerra considera que, en una época de crisis como la actual, es “excesivo” que cada jugador pueda llegar a cobrar 550.000 euros por ganar, y que el seleccionador perciba el doble. ERC resalta que los jugadores ya cobran por su participación en el Mundial, por lo que no ve “oportuna” una compensación extra por lograr aquello que individual y colectivamente “se espera” que luchen por conseguir. El grupo que capitanea Joan Ridao destaca que un mileurista necesitaría “toda una vida laboral” para conseguir más de medio millón de euros que recibirán los jugadores de la “Roja” si resultan ganadores. “Analizado de otra manera –sostiene ERC–, los millones de euros que se embolsarán 24 personas por dos semanas de trabajo es equivalente al sueldo de un millar de mileuristas por todo un año de trabajo”. Y añade que esa cantidad, superior a la que recibieron la mayoría de los municipios con el Plan E para generar empleo, podría servir para apoyar “la gran labor social” que se realiza mediante el deporte. El ofrecimiento de esas primas supone “una mercantilización del deporte, premia la victoria más que el esfuerzo y asocia la recompensa con el dinero”. Por todo ello, tanto ERC como IU, piden al Gobierno que ponga fin a estos beneficios, teniendo en cuenta que la FEF es una entidad asociativa de utilidad pública cuyos presupuestos son controlados por el Consejo Superior de Deportes.
Con prima o sin ella, hay jugadores convencidos de que se llevarán el Mundial. Entre ellos éste. “El 11 de julio –dice Xabi Alonso– espero levantar esa maravillosa Copa. Es lo máximo. No hay otra cosa igual para un futbolista. De pequeño lo vivía con una ilusión tremenda, coleccionaba todos los cromos, veía los tres partidos. Es un privilegio”.
El “New York Times” publica un esperpéntico artículo en el que insinúa que el presidente Zapatero ha puesto toda su fe en una victoria de España en el Mundial para que el electorado no piense en la crisis, en el paro y en las demás dificultades económicas. Para apoyar sus teorías, el articulista, Raphael Minder, apela al “pan y circo” de los emperadores romanos o a cómo Francisco Franco utilizaba las victorias del Real Madrid en un tiempo de aislamiento diplomático.
Pero Minder insulta la inteligencia de los españoles, dando por sentado que se pueden confundir los éxitos deportivos con la economía o la política. Claro que Zapatero tampoco es del todo inocente al aprobar el decreto para la reforma laboral el próximo 16 de junio, día en el que España debutará en el Mundial de Sudáfrica frente a Suiza. En esto coincide con Mariano Rajoy, que también desea la victoria para la selección española. Cualquier político, sea del signo que sea, desea que su equipo gane el Mundial. Pero ¿qué sucederá si esto no ocurre? ¿Asaltarán los furiosos aficionados La Moncloa pidiendo la cabeza del Presidente? Parece difícil. Eso sí, lo único en lo que acierta el artículo es en dar a nuestra selección como la gran favorita junto a Brasil.
Cambiamos de tercio, y pasamos del deporte al humor.
Dibujo de Kappel, dibujado hace cuatro años, pero que sigue hoy vigente.
Seguimos con el tres por cinco (cinco dibujos para cada uno de los dibujantes habituales). El primero de ellos, Territorio Vergara: Despido improcedente, Aniversario, Diálogo social, Cifras y Presentando sus deberes.
A continuación, Manel Fontdevila: Fútbol mundial, Defensor del proletariado, Yo confieso, La selectividad y 8-J
Finalmente, cinco dibujos de Pep Roig: Aparición extraña, Evolución, La crisis en crisis, Parriba y pabajo y Obediencia debida.
Como colofón, dos vídeos:
Y lo que puede pasar durante el Mundial.
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