Con la primavera llega la costumbre de celebrar
la llamada fiesta nacional. Desde hace varios años, la afición por las
corridas, los encierros, los toros de fuego, ensogados, alanceados y otras
modalidades y espectáculos en los que se ensaña con este animal no ha dejado de
repetirse. Hasta el punto de bautizar un vino con el nombre de “sangre de
toro”. Y la elaborada crueldad contra estos animales, como elemento de
diversión popular, fue entronizada por el PP, en febrero del 2013, al convertir
las corridas en Bien de Interés Cultural, con las consabidas subvenciones a
cargo del dinero de todos. La ILP a favor de la medida salió
adelante en el Congreso con los votos de PP, UPN y UPyD y gracias a la
abstención del PSOE.
Pero, la afición a las corridas de toros ha
bajado un 37% en los últimos cinco años, del 2007 al 2012. Pese a ello, se ha
mantenido la inyección anual de dinero público y se ha intentado popularizar la
fiesta, recuperando su tradición en la televisión pública. Sin embargo, España
hoy es cada vez es menos taurina. El Partido Animalista Contra el Maltrato
Animal (PACMA) ha denunciado las subvenciones por parte del Estado a las
corridas de toros, que ascienden a los 600 millones de euros al año, mientras
que sólo un 9% de los españoles muestra interés por este espectáculo.
Las estadísticas taurinas, publicadas por el
Ministerio de Cultura con un año de retraso, corroboran una vez más el descenso
continuo que sufre la afición a la tauromaquia, pese a los esfuerzos del Ejecutivo.
En 2011, según el propio Ministerio, se celebraron un 5,5% menos de festejos de
este tipo, aunque en algunas comunidades, como Aragón, Cantabria, Euskadi o la Comunitat Valenciana ,
la caída fue superior al 10%. “Desde que se elaboran estas estadísticas, todos
los años se reduce el número de festejos celebrados, lo cual muestra el
desinterés social hacia la terrible tradición de la tauromaquia”, afirma PACMA
en un comunicado. Lo más grave y escandaloso es que esta crueldad con los
animales haya sido declarada Bien de Interés Cultural con las consabidas
subvenciones a cargo del dinero de todos. Y la lidia de toros, que pertenecía
al Ministerio de la
Gobernación por motivos de orden público, ha pasado al
Departamento de Cultura, elevándola a la altura de la Biblioteca Nacional
y al Museo del Prado, que han sufrido, ellos sí, los recortes, mientras que las
corridas siguen subvencionadas por todo lo alto.
Todo ello nos muestra la paradoja del aumento del
número de profesionales que se ganan la vida con la tauromaquia, incluidos los matadores,
al tiempo que disminuyen la cifra de festejos taurinos organizados. No en vano
el verbo torear tienen el doble significado de lidiar los toros en la plaza y
engañar o burlarse de alguien o mantenerlo en una falsa esperanza mediante un
engaño.
Esta imagen de una plaza de toros con padre e hijo, mostrando las orejas de un toro, fue tomada el pasado sábado en
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