Las redes recogieron las primeras
reacciones de algunos dirigentes políticos de la Unión Europea. Ángela Merkel y
Mariano Rajoy no podían creer ni articular palabra tras ver los datos de los
primeros sondeos en la tele. “La Merkel –escribe
Qaesar en El Ventano, bajo el título ‘España no es Grecia y el miedo empieza a
estar más repartido’– tuvo que tragarse parte de su prepotencia, y Juncker
también se tendrá que comer algo de su chulería cuando tengan delante a unos
tipos defendiendo unas propuestas en las que creen y que cuentan con el
respaldo de todo un pueblo. El segundo
'marrón' que le puede salir a esta Europa de los mercaderes es España, otro de
los 'cerdos rojos' que empieza a preocupar a la Troika por la aparición de una
fuerza tan difícil de combatir como Podemos, un PP que se mantiene por la
incultura democrática de buena parte de su electorado, y un PSOE totalmente
perdido. Todo apunta a que solo queden dos opciones en el tablero: PP y
Podemos. Como ha ocurrido en Grecia, la derecha disfruta de una amplia forofada
que va a seguir fichando en las urnas; Podemos se mantiene en segundo lugar,
con posibilidades de gobernar importantes instituciones tras las elecciones de
mayo, mientras el PSOE camina hacia la irrelevancia política, a pesar del
respiro momentáneo que le pueden dar las elecciones andaluzas de marzo”.
ABC de ayer recuerda en portada,
que “el populismo se apropia de Grecia”. La Razón habla de la “Desgrecia de los
helenos”. El Mundo repite que Grecia desafía a la Troika. Según La Vanguardia,
Grecia se planta v El País sostiene que la victoria de Syriza anticipa en Europa un periodo de
agitación y señala que Rajoy advierte a España de “no jugar a la ruleta rusa”
con Podemos. Las
redes apuntan que Ángela Merkel y Mariano Rajoy no han logrado articular
palabra, tras ver los datos de los primeros sondeos en la tele.
La cultura del miedo –recuerda
Alba Chaparro en La Lechuga de Minerva– es la única que se está empleando para
desacreditar a Syriza, ahora que han ganado las elecciones y pende de un hilo
el futuro de Grecia. Se proclama el miedo desde los partidos de
la oposición, desde la Troika, desde los gobiernos conservadores neoliberales,
desde las grandes corporaciones... en definitiva, desde cualquier organismo que
apoya el sistema capitalista y el juego de poder establecido. “Esa cultura que
intentan imponer es una cristalización del miedo que sienten los adeptos al
actual régimen político y económico. Se está difundiendo la idea de
inestabilidad e incertidumbre para desacreditar la decisión que han tomado los
griegos en las urnas. Se vende el ideal de democracia a la vez
que se desprestigia la democracia misma. ¿Quiénes, si no los griegos, son los
que deben decidir por el futuro de Grecia? ¿Por qué tantos esfuerzos por
doblegar la voluntad del pueblo heleno? Lo que vaya a pasar ya se verá, y hacer
conjeturas desde el descrédito y la descalificación es tarea vacua y poco
constructiva. Además de una falta de respeto”.
Alba Chaparro, en “Grecia,
populismo y democracia”, no entiende por qué tanto miedo al
populismo, ni por qué tanto miedo a que los griegos decidan por el futuro de
Grecia. “¿Quiénes somos el resto para criticarles por ello? La democracia es
eso, ¿no? Estamos hartos de ver programas políticos incumplidos y promesas
rotas. ¿Acaso no es eso ‘populismo’? ¿Acaso no es populista decir una
cosa y hacer la contraria, argumentando ‘la situación coyuntural’? ¿Por
qué se aceptan esas actitudes por parte de los gobiernos pero no por parte de
los ciudadanos? Igual que el Partido Popular quebrantó su programa electoral
debido a la ‘urgencia de solventar la crisis económica’, los griegos han
decidido replantearse sus compromisos con Europa para intentar solventar su
propia crisis. Si una cosa es lícita, la otra también, y no somos nadie para
criticar que los habitantes de un país decidan democráticamente sobre su
futuro. Grecia lleva
muchos años esperando de Europa una ayuda que se ha traducido en miseria,
precariedad y desequilibrio. Ante la decadencia griega solo se
ha respondido con inoperancia absoluta, ineptitud política e insuficiencia
económica, por lo que es normal que unos ciudadanos empobrecidos hayan dicho ‘basta
ya’. El pueblo ha hablado, y quiere cambio. Si ese cambio no es el esperado, o
no es el prometido, habrá ocasión de valorarlo cuando haya pasado un tiempo.
Pero, de momento, que el futuro
de Grecia lo decidan los griegos no es reprochable, aunque sea a costa de
incumplir unas promesas que nadie les consultó y que han hipotecado su porvenir”.
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