Catedráticos de 33 universidades tachan de reaccionario el nuevo Código Penal.
La reforma del Código Penal aprobada la
semana pasada en el Congreso de los Diputados, con el único apoyo del Grupo
Popular, supone, a juicio de 63 catedráticos de Derecho Penal, un despropósito de graves
consecuencias. Procedentes de 33 universidades españolas, los catedráticos firmaron
un manifiesto en el que solicitan al Gobierno que derogue de inmediato el texto
de dicha reforma. Los expertos manifiestan su indignación, sobre todo, con los
cambios que alejan de los tribunales el juicio de las conductas ciudadanas para
dejarlas al criterio la Administración de turno. “Lo más grave de esta
iniciativa legislativa –alegan los mismos– es el claro abandono que se produce
del principio de culpabilidad y su sustitución por el de peligrosidad: la
dignidad humana va a resultar pisoteada en aras de una defensa a ultranza, y
los ciudadanos van a verse entregados, no a la seguridad de la norma si no a la
indeterminación de los criterios personales con los que se va a ‘administrar’
la peligrosidad”. Los expertos denuncian, por ejemplo, que el nuevo Código
Penal equipare a guardias de seguridad con funcionarios públicos “a efectos
penales” o que restrinja el derecho de reunión y manifestación, sustituyendo el
tradicional “orden público” por un novedoso “órdenes en las vías públicas”.:
“Se trata –según los catedráticos– de poner sordina a las protestas ciudadanas
indignadas ante el constante recorte del Estado del bienestar”.
Y
no solo critican el fondo, también la forma. En este sentido, recuerdan que el
Grupo Popular ha introducido reformas por la vía de urgencia y así se ahorran
los informes preceptivos del Consejo General del Estado y el Consejo Fiscal
cuando se trata de leyes orgánicas. “Es un auténtico fraude de Ley del que ya
han advertido el Consejo de Estado y la Sala 3ª del Tribunal Supremo”, añaden. “El
único efecto seguro va a ser el del aumento de una población penitenciaria ya
suficientemente elevada, lo que, por otra parte, no se traducirá en una mayor
seguridad ciudadana”, critican los catedráticos de Derecho Penal. Asimismo, los
firmantes detectan “una enorme pobreza técnica” en el texto, más grave aún si
se tiene en cuenta que “la doctrina penal española está en uno de sus mejores
momentos históricos”. El Gobierno, dicen, ha prescindido de la tradición
jurídica española para beber “de las peores fuentes del siglo XX, de las
corrientes más reaccionarias y más autoritarias”.
“Entendemos –concluyen– que nos encontramos ante un verdadero estado de
necesidad política provocado por la deslealtad democrática del actual Gobierno
quien, mediante las denunciadas iniciativas legislativas, está elaborando una
urdimbre jurídica extraordinariamente alejada de un sistema democrático atento
a las libertades y derechos fundamentales, y mucho más próxima a un sistema
autoritario que francamente creíamos ya olvidado”. Por todo lo anterior,
solicitan a la mayoría parlamentaria que se constituya tras las próximas
elecciones generales “que considere la necesidad de derogar, de raíz y sin
excepciones, las leyes de seguridad privada, seguridad ciudadana y la nueva
reforma penal; y que sólo posteriormente, y con el consenso más amplio posible
y los mejores modos democráticos, pacten con los grupos parlamentarios las
reformas penales, administrativas y procesales que verdaderamente resulten
necesarias para el mejor gobierno de la nación y la tutela de todos los
ciudadanos”.
La oposición la califica la reforma de “chapuza” por introducir “la cadena perpetua”, mientras que los populares defienden su constitucionalidad, avalada por los órganos consultivos del Estado. Y los diferentes critican duramente la modificación tanto por su fondo, “represivo, populista e innecesario”, como por su forma, al denunciar su tramitación como un “atropello”.
La oposición la califica la reforma de “chapuza” por introducir “la cadena perpetua”, mientras que los populares defienden su constitucionalidad, avalada por los órganos consultivos del Estado. Y los diferentes critican duramente la modificación tanto por su fondo, “represivo, populista e innecesario”, como por su forma, al denunciar su tramitación como un “atropello”.
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