España tiene una de las políticas de vivienda social “más
endebles de Europa”, ya que solo cuenta con el 1,1% de vivienda
social, frente al
17% de Francia, el 18% del Reino Unido, el 23% de Austria o el 32% de los Países Bajos. Solo Grecia presenta un porcentaje más bajo. Además,
en nuestro país hay más de tres millones de viviendas vacías, lo que supone aproximadamente
un 30% de las que encontramos en Europa. Son datos recogidos en el primer informe de
Amnistía Internacional sobre la vivienda “Derechos desalojados. Derecho a la
vivienda y desalojos hipotecarios en España”, en el que se denuncia
que cientos de miles de personas han perdido su vivienda o corren el riesgo de
perderla en ejecuciones hipotecarias, debido al desempleo y al
sobreendeudamiento, desde que comenzó la crisis en el 2008.
El documento señala además que el gasto en vivienda social se ha reducido en más de un 50% en los Presupuestos Generales del Estado entre 2009 y 2014. “Muchas autoridades en España no conciben la vivienda como un derecho humano, sino como un bien de consumo. Esa es la raíz fundamental de este problema”, explica Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional en España. En su opinión, “el derecho a la vivienda corre peligro en España” en donde “las autoridades no han adoptado medidas suficientes para proteger y hacer efectivo ese derecho”. Además, “todas las políticas desarrolladas se han centrado en aliviar la deuda, y no en reconocer el derecho a la vivienda como un derecho fundamental”. Los desalojos hipotecarios están entre las manifestaciones más graves del perjuicio que la austeridad causa en el disfrute de los derechos humanos por parte de las personas que sufren las peores consecuencias de la crisis económica
Amnistía reclama que se paralicen
todos los desahucios hipotecarios en España hasta que no se adopten garantías
de protección, como la modificación de la Ley de Enjuiciamiento Civil para que
los jueces analicen, caso por caso, la razonabilidad y la proporcionalidad de
un desalojo, y un mecanismo obligatorio para supervisar las negociaciones entre
las entidades financieras y las personas en el que las autoridades exijan a
aquéllas que el desalojo sea la última alternativa. Amnistía Internacional sostiene
que las autoridades han “invisibilizado” la gravedad de la situación al no
ofrecer datos desagregados de cuántas personas se han visto afectadas por los
desahucios ni realizar evaluaciones de impacto en derechos humanos de las
políticas de vivienda, incluido el de género. “El Gobierno está incumpliendo
sus obligaciones internacionales en materia del derecho a la vivienda. Ni
siquiera ha consultado a las personas afectadas ni las organizaciones”, asegura
Beltrán, quien añade que “mientras la vivienda se siga considerando como un
bien de consumo e inversión en lugar de como un verdadero derecho humano, con
obligaciones para las autoridades, no se hará frente a esta situación”.
Entre 2008 y el primer trimestre
de 2015, se han iniciado en nuestro país 598.747
procesos de ejecución hipotecaria según las estadísticas del
Consejo General del Poder Judicial ofrecidas en el informe presentado por
Amnistía Internacional. En cuanto a domicilios principales en nuestro país,
Amnistía Internacional denuncia, en base a datos del Banco de España, que,
entre 1012 y junio de 2014, se produjeron 97.577 ejecuciones hipotecarias. Es
decir, que cerca de 100.000
familias perdieron su lugar de residencia habitual.
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